Diario de Burgos

"El curso fue muy difícil, con una pantalla no se educa"

H.J.
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El pasado año académico se vio truncado de forma repentina y el presente está lleno de normas distópicas. Aun así, los profesores defienden la presencialidad

"El curso fue muy difícil, con una pantalla no se educa" - Foto: Luis López Araico

La primera vez que le llegó el rumor de que cerraban los institutos no se lo creyó. Lógico. Fue mediante un mensaje de Whatsapp, supuestamente firmado por Salvador Illa, el ministro de Sanidad «que entonces no sabíamos ni quién era». El texto resultó ser un ‘fake’, pero el trasfondo no. Al día siguiente se suspendieron las clases.

Judith Pérez García, profesora de Lengua y Literatura en el Instituto Comuneros de Castilla, jamás se imaginó que la comunidad educativa se enfrentaría a un reto como el de los últimos 12 meses. Delegada sindical de CSIF y miembro de la Junta de Personal, hasta septiembre de 2019 había estado ocho años liberada en el sindicato y se reincorporó a la docencia pocos meses antes del cataclismo.

«A mediados de febrero, un grupo de alumnos y profesores de nuestro instituto estaba de excursión por el norte de Italia y les iban cerrando los hoteles según se volvían. Luego los compañeros de Miranda empezaron a decir que clausuraban un centro en concreto, pero ¿un cierre generalizado? Nos parecía increíble. Hasta la tarde de antes dejé en la consejería las preguntas de un examen para que me sacaran 50 fotocopias, y todavía no he podido hacerlo», recuerda.

La comunidad educativa ha tenido que amoldarse en todo este tiempo a una nueva forma de enseñar (los profesores) y de aprender (los alumnos). Estos últimos cuentan con la ventaja evolutiva de ser nativos digitales, «han nacido rodeados de botones y hasta nos han vacilado a veces con las aplicaciones», apunta. Los docentes, por su parte, tuvieron que asistir a un curso exprés para familiarizarse con plataformas como el Teams o el Moodle, y eso les ha obligado a hacer un esfuerzo suplementario.

«La gente puede creerse que hemos estado muy bien en nuestra casa, calentitos, pero hemos trabajado muchísimo, ha sido una tarea enorme, hemos metido horas y horas, por las tardes, improvisando y aprendiendo por el camino», afirma con rotundidad. También, incluso, para lidiar con la picaresca que rápidamente empezaron a aplicar los alumnos a la hora de solventar ejercicios y exámenes.

«Fue una forma de sacar adelante una situación de emergencia, lo superamos porque en un primer momento pensábamos que se iba a destartalar todo, pero sin duda que la presencialidad sigue siendo mejor», apunta. No en todas las casas hay un ordenador por persona. No siempre hay móviles suficientes para conectarse. Ni siquiera algunas tienen una conexión decente a internet. Y otras no cuentan con el ambiente familiar mínimamente necesario para el estudio.

«Además, es importante que el profesor esté físicamente con los alumnos, porque nosotros no solo enseñamos sino que también educamos, y a través de una pantalla eso no es posible. Mandar y recibir ejercicios a través de una plataforma no es dar clase», sostiene desde sus casi 20 años de experiencia.

 

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