Casi todos los que han pasado la Selectividad, ahora llamada EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad), coinciden en que es el examen que nunca se olvida. Y no porque sea el más difícil de la vida de un estudiante, sino por los nervios de los días previos y porque marca un antes y un después. La prueba de este año fue diferente a todas las demás. Muchos de los alumnos que cogieron papel y bolígrafo la semana pasada consideran que fue un test relativamente sencillos, pero lo que han pasado desde marzo no se puede olvidar. La pandemia cambió los planes de muchos de ellos, especialmente los que se jugaban su plaza en la carrera que desean. La Universidad de Burgos publicó ayer las calificaciones, que mostraban el aprobado del 93,75% de los aspirantes. Diego Velasco Pérez, del instituto Cardenal López de Mendoza, obtuvo un 9,87, la nota más alta del examen en toda la provincia, mientras que Marta Martínez Miguel, del Colegio Campolara, consiguió la media más elevada, un 9,89.

Ninguno de los dos se esperaba que pasadas las 12 del mediodía su teléfono no pararía de sonar en toda la jornada. A Marta le llamó su madre para decirle que tenía la calificación global más alta después de que la Universidad se lo notificara. «Estoy muy contenta. Sabía que iba a tener buena nota, porque me salió muy bien, pero no tanto», comentó minutos después de mirar las calificaciones en internet, aún con una sonrisa enorme en la cara. Algo parecido le pasó a Diego, quien reconoció sentirse en ‘shock’ al saber que había conseguido la mejor puntuación de la prueba. «A los cinco minutos de verlas me han llamado para decírmelo y hasta me he emocionado», relató.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)