Diario de Burgos

La tendera del Camino de Santiago

I.P.
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Nuria Llanos deja atrás años de trabajo en una cadena de supermercados y fábricas y se aventura en su propio negocio en Atapuerca, donde no había establecimiento de alimentación

La tienda no es muy grande, pero está muy bien aprovechada y vende un poco de todo. - Foto: Valdivielso

Ilusión no le falta, ni energías, y eso que reconoce que es empezar a tramitar la puesta en marcha de un negocio en el medio rural y quitarse las ganas por las trabas y el papeleo, que le ha costado más de un lloro. Vencida, no sin esfuerzo, la burocracia, Nuria Llanos Santamaría respira tranquila y ahora solo espera que haya merecido la pena embarcarse en esta aventura de abrir una tienda de alimentación en Atapuerca, un pueblo a la vera del Camino de Santiago y los yacimientos de la Sierra, donde no había hasta ahora este servicio. Y es que así lo ve ella; sí, un negocio del que vivir, pero también como un servicio a prestar a los vecinos y no solo de Atapuerca sino del entorno inmediato, conformado por una docena de pueblos, por lo que está dispuesta a hacer todos los sacrificios que haga falta, no solo atender tras el mostrador, sino coger pedidos y acercárselos a los clientes a sus casas. 

Otra ventaja de Atapuerca de la que espera beneficiarse es su estratégica localización, en pleno Camino de Santiago; está ya deseando que se abran las fronteras provinciales para que comiencen a llegar peregrinos. 

La tienda tiene un poco de todo, productos de alimentación, pan, algunas bebidas, fruta -a las 6 de la mañana ya está comprando en el mercado de Villafría-, chucherías para los chavales, y productos de limpieza e higiene. Además, tiene  un  expositor con productos de artesanía hechos por ella misma, algo más que un hobby porque participa en las ferias de artesanía, explica, «las que había, porque ahora con la covid no hay», añade.

Sabe, porque conoce este mundo del comercio de alimentación, que nadie va a acercase y hacer una gran compra, que esa los vecinos la hacen en la capital, pero sí que está ahí para lo básico, para el día a día, y si alguien le pide productos que no tiene, también está dispuesta a traerlos, con tal de satisfacer las demandas de los vecinos de la zona, de los que no tiene más que palabras de agradecimiento, sobre todo al grupo que le ha ayudado desinteresadamente a limpiar y organizar el local.

Nuria ha elegido Atapuerca, pero no es de Atapuerca ni tenía ninguna relación con la localidad. Lo cierto es que ella y su pareja querían dejar Burgos, cambiar de aires, y así fue como comenzaron hace un tiempo a tantear pueblos y ver algunas casas en alquiler para trasladarse. Y así llegaron a Atapuerca, donde su compañero, camionero   de profesión, no tiene ningún problema para dejar aparcado el camión. Llevan viviendo en el pueblo, de alquiler, con la hija adolescente de ella ya un año, «con mi huerto y mi jardín» y «mis buenas vecinas», enfatiza Nuria para mostrar su satisfacción por el cambio al medio rural. Al principio, iba y venía a trabajar a la capital todos los días, hasta que un día se acabó, llegó el despido en la fábrica y al paro. Fue en ese momento cuando empezó a barajar la posibilidad de montar algo en el pueblo. «Soy muy inquieta y no puedo estar sin hace nada», dice, y buscó locales, rechazó alguno porque le cobraban muy caro y finalmente, dio con el que ha reformado para instalar la tienda, pequeña pero coqueta y bien aprovechada. Más vale que le vaya bien, dice ella misma, porque ha invertido todo el dinero del paro en el negocio.  

En estos momentos, la tienda está abierta desde las 8,30 de la mañana hasta las 14,30 y de 18 a 20 horas, pero en un mes o poco más pretende levantar la persiana a las 7 de la mañana para aprovechar el tirón de los peregrinos que espera empiecen a pasar ya con la primavera y la apertura de albergues. Ha contado con el apoyo incondicional de su pareja y de su hija, que, dice, en cuanto acaben las clases le ayudará en la tienda «porque ya está en edad de echar una mano».