La Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad acordó el pasado jueves, prohibir la caza del lobo en toda España. Hasta ahora se podía cazar legalmente, con la correspondiente autorización, al norte del Duero, donde más ejemplares hay. La decisión se tomó tras una votación muy reñida en la que el propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico tomó partido y apoyó la prohibición. Junto a este departamento votaron regiones tan lobunas como Canarias, Baleares, Melilla, Cataluña y otras cuantas. Las que de verdad tienen lobos (Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria) y saben, y mucho, de sus daños, se opusieron. No sirvió de nada. Ni siquiera cuando pusieron sobre la mesa cifras aterradoramente significativas: 4.000 reses muertas en 2019 solo en tierras castellano-leonesas. Y a mí que me importa, vinieron a decir con su actitud los baleares, los canarios, los melillenses, los catalanes y los señoritos del Ministerio para regocijo de los ecologistas que, gracias a la propaganda, a la sociedad urbanita y a sus manipulaciones, tienen un cartel de inmaculados defensores del medio ambiente, la biodiversidad y etc, etc. De los ganaderos no se acordó nadie. Del mundo rural, tampoco. Si el lobo (y habrá más si se prohíbe su caza) sigue haciendo de las suyas, ¿qué futuro le espera a la ganadería extensiva de ovejas, cabras y vacas?, ¿qué porvenir tendrán los pequeños pueblos que ya llevan tiempo agonizando?, ¿qué reto demográfico habrá que analizar cuando ya no quede nadie por esos pagos? Las organizaciones agrarias han puesto el grito en el cielo e incluso alguna amenaza con romper relaciones con el Gobierno central, el PSOE y Podemos. Los ejecutivos de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria irán a los tribunales para frenar esa disposición tan lesiva para las gentes del campo. Ojalá les den la razón, aunque soy pesimista. Mientras tanto, muchos nos preguntamos: ¿cómo puede valer, en este terreno, igual un voto de Melilla que uno de Castilla y León? Absurdo. El día que se hable de la pesca del bonito o de la sardina, que nos pregunten.