Diario de Burgos
Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Almendros

02/03/2021

Como si fuera un entrañable homenaje al olmo viejo que cantó Antonio Machado, los almendros, casi todos abandonados a su suerte, han florecido de una manera tan inusual como espectacular. Da gusto pasear por el campo. Reconforta ver esa inmaculada explosión de la naturaleza. Y más en tiempos de zozobras, pesimismo y miedo. Es como si estos árboles sin podar, sin arreglar, condenados a ir agonizando año tras año nos dijeran: «No perdáis la esperanza; alegrad esa cara, aprended de nosotros». Y sí, te cambia el ánimo, te vas arriba cuando paseas por el campo y ves las lindes pobladas de flores blanquísimas. Y ves almendros que hace unas fechas, con las fuertes heladas, parecían muertos, pero ahora nos brindan un paisaje precioso y nos anuncian que, salvo catástrofe, nos ofrecerán una excelente cosecha. Lástima que ya casi nadie la vaya a aprovechar. La «modernidad», la emigración, las concentraciones parcelarias fueron acabando, al menos en mi tierra, con los centenares de almendros que crecían en los lindones o en zonas poco aptas para el cereal. Muchos de los pocos que quedaron, descuidados, se han ido secando o cubriendo de muérdago, lagarta y otras enfermedades. Pero este 2021, cuando todo parecía habérsele puesto en contra, han resucitado no solo para deleite de la vista, sino también para darnos ánimo, para alimentar la esperanza de que no hay nada perdido, que no nos es permitido tirar la toalla y matar la ilusión, bien sea cercenada o por culpa de nuestra habitual indiferencia hacia todo lo que no sea dinero o prestigio social. Sin embargo, ahí, en el páramo, en las llanadas, en los rebarcos, en las hondonadas, está la Naturaleza para recordarnos tantas y tantas cosas que hemos echado en el olvido. Estos días la lección, magistral, perfecta, nos llega desde esas flores albas, humildes, de los almendros. Una delicia contemplarlas cuando el espíritu anda decaído. Y además, sin alharacas, en un silencio atronador, anuncian la inminente primavera. Hagámosles caso.