Llevo toda la vida escuchando a familiares y amigos lamentar que, en cada proceso electoral, se ven obligados a escoger ‘al menos malo’ de los candidatos porque, según ellos, ‘no hay ninguno bueno’. Es triste pero, en cierto modo, lógico. Estar totalmente de acuerdo con alguien es imposible. No nos queda más remedio que elegir, de entre las opciones que se nos presentan, la que más se asemeja a nuestras creencias.
En esta ocasión, no me ha resultado difícil escoger, de los tres presentados, el proyecto menos malo para lo que se convertirá en la nueva avenida comercial de Gamonal. Charlando con vecinos, me he dado cuenta de que casi todos echan en falta una cuarta opción que sirva para rechazar las tres ofertadas. ‘Ninguna de las anteriores’ ganaría, sin duda, al resto de opciones.
Quizá sea cuestión de miedo, los grandes cambios suelen provocarlo, o de cabezonería, o quizá sea que ninguno de esos tres proyectos solucionaría, de verdad, el problema de Gamonal.
Me preocupa, todavía más que la vecinal, la opinión comercial. Los pequeños empresarios del barrio llevan años reivindicando más espacio de aparcamiento en rotación. Todos los proyectos presentados a la votación reducen el número de plazas, el que menos en 23.
Llegados a este punto, tengo que referirme al parking disuasorio, situado a exactamente 10 minutos andando de la plaza Santiago, la zona más afectada por esta causa. No está mal, ¿no?
También he de reconocer que nuestras calles necesitan más que un lavado de cara. Necesitan verse bonitas, atractivas, para vecinos e incluso turistas.
No sé si existe el diseño perfecto, pero ¿y si escogemos el menos malo y juntos lo hacemos medio bueno? Pero juntos de verdad.