Diario de Burgos

Reivindicando el valor de la tierra y las variedades locales

I.P.
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Vecinos de Tierra de Lara crean AgroLara, una asociación que pretende recuperar productos hortofrutícolas con semillas autóctonas en extinción y poner en producción ecológica huertos abandonados en la comarca

Carmen y Javier junto a unas plantas de alubias garbanceras, autóctonas de la comarca. - Foto: Jesús J. Matías

Tierra de Lara, conocida como la Laponia burgalesa por la baja densidad de población en su territorio, no carece sin embargo de un tejido social que está en primera línea de combate luchando por la dinamización de la comarca a través de distintos proyectos sociales, culturales y de emprendimiento. A la labor inconmesurable de la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara se suma ahora otra de reciente creación, AgroLara, de la que forma parte igualmente muchos de los socios de la primera. Se trata también de impulsar proyectos a nivel comarcal, pero en esta ocasión centrados en poner en valor la tierra agrícola y los productos autóctonos rescatando las variedades que décadas pasadas salían de ella, y también fomentando la ganadería de la zona. 

La asociación AgroLara acaba de nacer, conformada por algo más de una docena de socios, que se espera se vayan incrementando a medida que se vaya conociendo el proyecto y empiecen a desarrollarse los primeros proyectos. La sede  de la misma está en Campolara, pero ningún pueblo es más ni menos que otros.

A la cabeza del proyecto, Javier Jiménez, arqueólogo y vecino desde hace tres años de Campolara, y Carmen Heras, alcaldesa pedánea de Cubillo del César, con los que recorremos los primeros huertos ya en marcha, el corral con las primeras gallinas castellanas que han llegado a la localidad para comenzar su proyecto de recuperación de esta especie también en Tierra de lara, y nos explican los objetivos de la nueva asociación.

Productos ecológicos, de kilómetro cero, recuperación de semillas para volver a sembrar variedades de frutas y hortalizas que cultivaban los abuelos de la comarca están en el ADN de la Asociación para el Fomento de Prácticas Agroambientales Sostenibles y Recuperación de sus Tradiciones, que es el nombre completo de la misma. Sus impulsores explican que la «tierra cuenta historias» y que por tanto no haya que desoírla, sino dejarse guiar por ella, como lo hacían nuestros antepasados.

AgroLara no es solo un proyecto agroambiental, lo es también social porque pretende  implicar a toda la comarca en sus iniciativas y crear una corriente de sinergías. La idea para empezar es ir recuperando parcelas abandonadas para poner en marcha huertos ecológicos, bajo el paraguas de la sostenibilidad alimentaria. Serán espacios cedidos por los pueblos o particulares que los abandonaron en su día y que volverán a ser productivos, en la medida que se pueda con variedades locales, aprovechando las semillas que aún perduran y en otros casos, acudiendo a los bancos de germoplamas del INAE.

Así, Javier y Carmen destacan una experiencia piloto que se desarrollará en Los Ausines, en colaboración con el Ayuntamiento que cede espacios para huertos sociales, con una extensión de unos 2.000 metros cuadrados .Jiménez explica que también será importante generar reservorios de árboles frutales locales y que, aunque haya socios con sus huertos, se pretende crear otros espacios comunitarios.

Variedades vegetales. La recuperación de esas variedades locales, ya en marcha, y la recuperación de los espacios agrarios y su puesta en valor son los dos primeros ejes de actuación. Respecto al primero, en 2021 se centrarán en el garbanzo lareño. La idea es que cada año se trabaje en una variedad diferente hasta completar un elenco de productos de la zona y crear un inventario.

En cuanto al garbanzo lareño, que estaba en peligro de desaparecer, se lleva trabajando ya tiempo con él, de tal manera que ya cuentan con stop para que haya productores que comiencen a cultivarlo. Javier Jiménez destaca al hilo de estas variedades, que también es importante lo que lleva detrás esta forma de vida, los ‘dichos’ que decimos en los pueblo. «Los productos van asociados a tradiciones, a épocas de cultivos, a la climatología,... aquí, por ejemplo siempre se decía... El garbanzal, por San Marcos ni nacido ni por plantar», recuerda, para acabar explicando que esa variedad se está modelando desde la Edad Media; «ese garbanzo que consumimos es el resultado de una acción del hombre con las especies vegetales y animales, como también es la gallina castellana, que ya eras citada por Isabel la Católica».

Otras variedades en las que trabajarán para su recuperación son la alubia garbanzada y la esclava, de Moncalvillo, pueblo considerado como la ‘huerta de la sierra’; verduras y hortalizas como diversas variedades de tomates, también de Moncalvillo; la judía pinta de Jaramillo de la Fuente o la lechuga morada de Revilla del Campo. A nivel de frutas, destacan los perucos de San Roque y Santiago o las peras esquilonas. De hechos ya han empezado a injertar árboles para obtener patrones de árboles enteros de esas variedades. Además, los frutales que aún existen, mucho de ellos abandonados, se va a intentar recuperarlos y regenerarlos.

Detrás del proyecto hay otros objetivos como la organización de pequeñas ferias locales como las que se pueden encontrar en cualquier pueblo de Francia. Jiménez valora el cambio de normativa en ese sentido para propiciar que los productores puedan vender directamente sus productos, «fundamental para crear tejido social y beneficio económico».