Diario de Burgos

"El fútbol es necesario, quita penas"

R.P.B.
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No presiden, no representan, no quieren foco...Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Pedro Sarrais 'Pesa' es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Pedro Sarrais, Pesa. - Foto: Patricia González

* Este reportaje se publicó el 3 de febrero de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

Siempre que hace su entrada en la redacción de este periódico -hecho que acontece al menos una vez por semana- lo hace con educación victoriana y vozarrón marcial, saludando con cortesía a la canallesca que se arracima entre las mesas, sobre los ordenadores, entre montañas de libros y papeles, mientras enarbola una sonrisa franca y acaricia el espacio con la mirada cómplice de quien sabe cuánto trabajo, esfuerzo y sacrificio se ocultan detrás de las páginas que usted, amantísimo lector, tiene entre las manos. Uno de los mejores periodistas de este país escribió en cierta ocasión que se puede conocer a una persona por su manera de entrar y de moverse en un microcosmos tan complejo como la redacción de un periódico: si alguien viera por vez primera a Pedro Sarrais adentrarse en la del Diario descubriría a un hombre cortés, afable, discreto, bienhumorado y bueno, en el buen sentido de la palabra, bueno, como escribiera Antonio Machado. Pedro Sarrais no está aquí -y bien que podría- por su condición de militar de alto grado (se retiró siendo coronel y fue durante veinte años profesor de la Academia de Ingenieros de Burgos, ahí es nada). Pedro Sarrais protagoniza hoy estas páginas por otra condición: la de futbolero irredento, la de periodista deportivo y la del hombre que ostenta un récord inverosímil: acumula ya casi cinco décadas (desde 1972) orientando desde este periódico a quienes sueñan con acertar una de quince. ¿O acaso nunca ha recurrido usted a los consejos quinielísticos de PESA? Su particular espacio de pronósticos es el más veterano de la prensa española. Y lo que te rondaré, morena, porque Pedro está en plena forma recién cumplidos 85 años.

Pura memoria. Una fuente inagotable de recuerdos y vivencias. Una enciclopedia del balompié. Todo es este hombre nacido en Tetuán -en el aeropuerto de Sania Ramel- donde su progenitor, militar, se hallaba destinado. Allí vivió hasta los ocho años; allí dio sus primeras patadas a un balón, en el equipo del colegio de los Marianistas; y allí también vio su primer partido de fútbol. Era plena posguerra. "Llovió a mares. Fue en la Copa del Generalísimo. Tetuán 0-Betis 3", recuerda como si fuera ayer, anotando que en el partido de vuelta el resultado fue el mismo pero a favor del Tetuán, pero que terminó pasando el Betis la eliminatoria. Huelga decir que ya tenía el veneno del balón en la sangre, herencia también paterna: Sarrais ‘senior’ era muy futbolero, hincha del Real Madrid por más señas. Acto de rebeldía o no, su vástago le salió de Atlético de Madrid cuando aún se llamaba Atlético Aviación. Sigamos.

"Antes de ser de un equipo lo que me gustaba era jugar. Siempre de delantero". En esa demarcación brilló en Tetuán, después en Ávila y más tarde en Madrid (tanto trajín no se debió al hecho de haber nacido en un aeropuerto, sino a la agitada, en lo que a movilidad se refiere, vida militar, siempre cambiando de destino). "Íbamos todos los domingos al fútbol", recuerda de aquellos años ya como estudiante de Bachillerato de los Escolapios en la capital de España, labor académica que compaginaba con la de delantero del Alcalá Juvenil, donde un tipo le recomendó dedicarse al balón y abandonar la idea de hacer la carrera militar. No se arrepiente de no haberlo intentado. "No me veía de futbolista, la verdad". Procuraba no perderse ni uno solo partido del equipo por el que, entonces ya sí, suspiraba: el colchonero. Pero los primeros partidos que vio en directo del equipo de sus amores no fue en el viejo Metropolitano, que había quedado hecho unos zorros tras la Guerra Civil: fue en el de Vallecas, donde el Atleti jugó de prestado varios años. Permanece indeleble en su prodigiosa memoria un encuentro celebrado en 1942 (en plena II Guerra Mundial) que enfrentó al Atlético Aviación con una selección de la Aviación Italiana, a beneficio de los huérfanos de ésta, y que fue el germen de su pasión rojiblanca. "Recuerdo a la gente con el brazo en alto. Un ambiente fenomenal. En el Atleti jugaba Germán, Machín, toda aquella gente...". Ganó el equipo español por 6 goles a 2.

Fueron años de gozo para Pedro. Fútbol cada fin de semana. Un día en Chamartín, otro en el (ya sí recuperado) Metropolitano. En este último estadio conoció a un acomodador muy simpático que siempre estaba con el cigarrillo en la boca y con el que solía pegar la hebra cada domingo. Años después pudo hablar sobre él con su hijo, el cineasta José Luis Garci, irredento atlético por vía, claro, paterna. Qué tiempos los del viejo Metropolitano. "Aquel 5-0 al Real Madrid... Era la época de Mendoza, de Peiró, de Collar. Un equipazo. Le vi ganar dos campeonatos". Pese a ser hincha colchonero admite que jamás vio sobre un terreno de juego a un futbolista mejor que aquel muchacho rubio y omnipresente que deslumbró a toda Europa cuando su equipo, el Millonarios de Bogotá, realizó una gira por el Viejo Continente. Él estaba en el Santiago Bernabéu el día en el que Alfredo Di Stéfano asombró a la parroquia merengue, que no tardaría en disfrutar de la leyenda de la ‘Saeta Rubia’. "Jugaba maravillosamente. Ganó el Millonarios por 4 a 2, con dos goles del astro argentino. Se habla de Messi, que es ahora el mejor jugador del mundo, pero aquel Di Stéfano... Los últimos 40 metros son de Messi; pero es que Di Stéfano defendía un córner y en la jugada siguiente estaba atacando la portería contraria. Era el jugador total. Cogía el balón y nadie se lo quitaba. Dirigía, corría, remataba...".

Empalma la evocación de Di Stéfano con otros grandes: "Cruyff era una maravilla, cuidado, seamos sinceros; Kubala, Maradona, Puskas, Panizo, Puchades, Gaínza, que siempre fue uno de mis ídolos, o Zarra, que me impresionó en aquella final de Copa que disputó el Athletic con el Valladolid; se lesionó, salió con el brazo en cabestrillo, y aún así hizo un partidazo. Todo Chamartín gritaba ¡Zarra! ¡Zarra! ¡Zarra! Que sepa la gente que en ella época el Athletic de Bilbao era el equipo de todos. El mejor jugador español que he visto es Luis Suárez, pero mi gran ídolo siempre fue Silva, un medio canario del Atleti. ¡Qué futbolista!". Y una reflexión: "Antes se jugaba un fútbol fuerza, pero era más apasionante que ahora. Se ha perdido emoción. Hay partidos en los que me quedo dormido. Antes se jugaba más alegremente, a meter goles. Ahora se juega más a evitarlos".

Sin embargo, aunque aquel Madrid de las cinco copas de Europa consecutivas es considerado por muchos el mejor equipo de la historia, ningún once le dejó más honda huella a Pedro Sarrais que el San Lorenzo de Almagro que visitó España a finales de los 40. "Me impresionó. Recuerdo el once: Blazina, Vanzini, Basso; Zubieta, Grecco, Colombo; De la Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva. Arrasó en su gira europea. Goleó a equipos y selecciones nacionales. Aquí se hacía el fútbol de ‘¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!’; sin embargo ellos tocaban el balón... Era una maravilla. Eso era tiqui-taca de verdad y hasta la cocina. ¡Qué manera de jugar! Lo del toque no lo inventó Johan Cruyff".

Inició la carrera militar en Zaragoza, donde no dejó de ver fútbol, claro. Estuvo en la inauguración de La Romareda, donde se enfrentaron Zaragoza y Osasuna (1957). Ya licenciado, fue destinado a Sevilla. "Un domingo a ver al Betis y otro al Sevilla. Era la época de Luis del Sol. Recuerdo que tras verle varios partidos escribí a mi padre diciéndole que el Betis tenía un defensa impresionante, buenísimo. Mi padre tenía amistad con un directivo del Madrid. No sé si influiría o no, pero Del Sol acabó jugando en el Real Madrid". En el Sevilla de aquellos años jugaba un chaval de Burgos que se llamaba Chus Pereda. Recita la delantera de aquel equipo de carrerilla: "Agüero, Diéguez, Pepillo, Pereda y Szalay".

El periodismo deportivo. Se casó con una burgalesa y se afincó en Burgos tras pasar brevemente de nuevo por Madrid, Cádiz, Córdoba y Salamanca. Un buen día, el gerente del Diario de Burgos y teniente coronel de Ingenieros Ángel León Albarellos, que sabía de su pasión futbolera, le sugirió empezar a hacer una Quiniela en el periódico a la manera en la que había visto que se hacía en otros rotativos. Pedro aceptó. Y acertó de primeras: con su reproducción literal un policía atinó una de 13 y seis de 12, que se tradujo en 81.000 pesetas del ala. Era 1972. Como para no seguir... "Yo no la hice para mí... Pero fue la monda. Puedes saber mucho de fútbol, estudiar cada equipo y cada partido... Pero esto es puro azar", admite con humildad, si bien alguna vez reconoce que le ha sonreído la suerte del 1X2... "Llevo casi 50 años haciéndolo. Y no he fallado nunca. Y eso que ahora cada vez hay más: entre semana o con ligas extranjeras... Por el amor de Dios, ¿qué le pones al Ohio-Cincinnati?".

A mediados de los 80 le ofrecieron integrarse en la plantilla del periódico. La Academia de Ingenieros ya se había ido de Burgos; pidió irse a la reserva y empezó con los deportes. Con baloncesto primero y con fútbol después, cuando Ángel López Ochoa se fue al AS. Ya había vivido grandes momentos como aficionado en El Plantío, como aquel 5 a 1 que le metió el Burgos al Athletic del ‘Chopo’ Iríbar, un 31 de diciembre, con El Plantío embarrado por la nieve... "El público rugía. Fue maravilloso. Lo tengo grabado. Fue increíble". De aquel Burgos que militó en primera guarda maravillosos recuerdos, como aquella victoria en el Calderón jugando como los ángeles y con Viteri, Olalde, Kresic y Juan Gómez, Juanito, como estrella. "Es el mejor futbolista que ha jugado nunca en un equipo burgalés. Era un espectáculo: explosivo, increíble"...

Como cronista le tocó vivir buenos años. Más recuerdos: "Aquel Real Burgos que se enfrentó al Zaragoza en Copa del Rey. Estábamos en 2ª-B. Un partidazo con prórroga, nieve, balón naranja. Caímos eliminados pero fue un partido precioso... Recuerdo que esa tarde me robaron el coche. ¡Pero qué partido! Y qué decir del 2-1 al Real Madrid, con aquel gol de Juric, ya en Primera. Teníamos un equipazo", evoca con nostalgia. Rosario de remembranzas: la interminable tanda de penaltis en Huesca para el ascenso a 2ª-B, con Bastón como salvador; el gol de Eizmendi en El Helmántico para el ascenso a 2ª-A. El ascenso a Primera con Naya en el banquillo. Y aquellos tres años inolvidables en la máxima categoría del fútbol español con la leyenda del Matagigantes: triunfos sobre el Real Madrid, empates con el ‘Dream Team’ culé... "Fue muy buena época. Aquel Real Burgos tuvo un equipazo: Balint era buenísimo, Ayúcar, Alejandro, Edu, que marcó el gol de la victoria en el Bernabéu e hizo que se agotara la edición del Diario al día siguiente... Hay que valorar lo que hizo Martínez Laredo, era todo corazón. Fue él quien devolvió al fútbol de Burgos a la élite, las cosas como son".

Se lo pasó pipa viajando por todos los campos de España, haciendo guardia en algún piano-bar de víspera mientras otros compañeros más jóvenes se entregaban a la noche... En cierta ocasión, con motivo de un Real Burgos-Athletic de Bilbao, pudo entrevistar a Piru Gaínza. "Le pregunté qué pasó en el Mundial de Brasil de1950. Ganamos a Inglaterra, empatamos con Uruguay, que sería campeón -el famoso ‘Maracanazo’- pero perdimos 6-1 con Brasil. Siempre se había dicho que la noche de la víspera del partido habían pasado cosas raras, que si les habían llevado unas jóvenes preciosas. Me contestó sonriendo: ‘No me pregunte por eso’...". Recuerda también con cariño una entrevista a Di Stéfano. "Un hombre muy educado y muy modesto. Y un sabio. ¿Luis Aragonés? Todo lo contrario, pero sabía de fútbol más que nadie. Del Bosque recogió la simiente de ‘Zapatones’ para llevar a España a la gloria. ¿Cruyff? Le pregunté si había cambiado el fútbol y él me respondió que el fútbol era el de siempre y que él siempre intentaba jugar bien".

El fútbol le ha hecho sufrir pero también disfrutar mucho. Ha visto a su equipo ganar títulos, aunque le falte la Champions, esa espinita clavada tiene. Pero vio en directo el gol de Marcelino que hizo a España reinar en Europa. Y cumplir el anhelo de ver a la Roja campeona del mundo, algo que "parecía imposible. Deportivamente, es uno de los momentos más felices de mi vida. Aquel gol de Iniesta...". Sobre el Burgos de hoy (y de los últimos 25 años) lo tiene claro: "Hay una maldición con el fútbol en esta ciudad".

Tiene hijos madridistas y un nieto del Atlético. "Hay esperanza", apunta sonriendo. Mantiene Pedro Sarrais intacta su pasión por el balón. "El fútbol es necesario. Quita muchas penas. Aunque tengas una vida precaria, llena de necesidades, si tu equipo gana, tienes consuelo". Palabra de Pedro Sarrais. Palabra de PESA. No hagan pronósticos con él. Pedro es un gran, gran tipo. Un valor fijo. Un número 1 en la quiniela de la amistad y de la vida.