Diario de Burgos

"Lo de San Miguel y Atapuerca fue un amor a primera vista"

G. ARCE
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No presiden, no representan, no quieren foco...Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Alberto Velasco Alonso es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Alberto Velasco Alonso - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

* Este reportaje se publicó el 10 de febrero de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

Corbata adornada con el escudo de la ciudad de Burgos y pin en la chaqueta conmemorativo del 40 aniversario de los yacimientos de Atapuerca. Por si se tercia -aunque solo son las 10 de la mañana-, ofrece al periodista una de las cervezas que exhibe el mostrador de la cafetería donde pretende desgranar su vida para esta entrevista. Por supuesto, son del grupo Mahou-San Miguel, al que lleva 38 años vinculado y en el que actualmente ocupa el cargo de director de relaciones institucionales. Le acompaña una compañera de trabajo, que es quien ata y desata cabos en las numerosas gestiones en las que está metido este profesional de la comunicación, de la publicidad, de las relaciones públicas y de la empresa. Alberto Velasco es un todoterreno permanente revolucionado, un eficaz gestor al que hace tres años le pillaron su punto débil: Burgos. El título de embajador del año 2017 es, sin duda, el honor que más orgullo y responsabilidad le ha generado porque, reconoce sin ambages, es un enamorado de su tierra y siempre tiene tiempo para ella, aunque sea en sus pocos momentos de descanso.

Aquí, en Burgos capital, nació hace 61 años. Es hijo de un fontanero "que trabajaba de lunes a sábados por la mañana". Muchos le confunden con su hermano gemelo, Juan Vicente, profesional de la radio, pues son iguales físicamente aunque, insiste, muy diferentes. Su infancia se desarrolló en el barrio de San Gil y, posteriormente, en la calle Romancero.

Formó parte de la segunda promoción del instituto Diego Porcelos, centro al que llegó una mañana con 10 añitos, 20 grados bajo cero en el termómetro y el río Vena transformado en pista de hielo. También rememora, como muchos de su generación, aquel día de 1975 en el que murió el Generalísimo y que no hubo escuela.

Cursó estudios de Derecho, una etapa universitaria de la que disfrutó de las famosas partidas de mus en la cafetería del Colegio Universitario. Fiel a sí mismo, ha sido y es estudiante inquieto: terminó Derecho más tarde y un máster de Comunicación, también Historia y Ciencias Políticas (a través de la UNED) y ahora está metido en Criminología. "Como se ve, sigo estudiando..."

Su primer trabajo fue en Radio Popular -hoy Cope- como comentarista deportivo, en los tiempos de los recordados Alejandro Joaquín Rodríguez y Cuto Calleja. Desde muy joven estuvo vinculado al mundo del voleibol, especialmente al histórico Gromber, equipo que llegó a jugar la fase de ascenso a la división de honor en Barcelona. El vínculo fue tan fuerte que llegó a ser el delegado del equipo y el secretario de la Federación Burgalesa de Voleibol, presidida entonces por el hostelero Pepín López Alzaga. Conserva con cariño el Premio Nacional de la Federación Española de Balonmano y la medalla de bronce de la Federación Española de Voleibol.

Las crónicas de este deporte en prensa local y radio (el primer partido de voleibol retransmitido) llevaron su firma (y voz) y de ahí pasó a dirigir un programa deportivo local de lunes a viernes. "Fuimos los primeros en utilizar una unidad móvil. Me acompañaba Ricardo Blanco como técnico y nos movíamos con un Seiscientos de color blanco. Retransmitíamos en directo todas las mañanas desde los campos de fútbol de Pallafría y allí estábamos profesionales como Fidel López, Jorge Monje, Marcelino Maté, Carlos Yanguas y Paco Encinar... Entonces no había móviles".

Fueron los tiempos del Burgos en Primera División, del mítico Juanito... "Por la noche cubríamos telefónicamente la provincia. Nos dedicábamos a llamar a bares de los pueblos para que nos dijesen los resultados de los equipos locales...".

San Miguel. La cervecera de la carretera de Logroño fue, como lo es hoy, protagonista y colaboradora de muchos acontecimientos culturales y festivos de la vida burgalesa. La ceremonia de la reina de los Sampedros, el Día del Burgalés Ausente, el Trofeo del Mus de la Amistad organizado por la Hermandad de Peñas y las Casas Regionales ("Las partidas se celebraban en los bares y la fiesta final en la fábrica, con las reinas incluidas"), el motocross y todos los deportes habidos y por haber.

Con 23 años, en febrero de 1981, Alberto Velasco entra en San Miguel como adjunto a Publicidad y Relaciones Públicas, con Segundo de Dios Soler como jefe, "una institución en la casa". Al puesto optaron 90 candidatos y a la final llegó compitiendo con Eduardo Francés. "Él siempre me dice que fue presidente de Caja de Burgos gracias a Alberto Velasco...", ironiza.

Buena parte de las 500.000 visitas que ha recibido la planta cervecera en sus 50 años de trayectoria han sido coordinadas por este profesional y, subraya con afecto, su compañera María de Luna Pérez, que sigue en activo "y con la misma o más ilusión". "Traíamos 3 autocares, 180 personas, todos los días, de lunes a viernes, a visitar la fábrica. Gente venida desde toda España que, además de a cerveza, se les invitaba a una comida con cordero de Burgos asado en horno de leña. Además tenían más de dos horas para recorrer la ciudad". Incluso hubo grupos a los que les tocó una lotería comprada en la calle San Pablo...".

De la fábrica de la carretera de Logroño da el salto a Portugal, nuevo mercado entonces para San Miguel. Luego le destinan a Madrid y en 1987 a Málaga, donde la cervecera tiene una planta. Lo que iban a ser unos pocos meses se convierten en dos años en los que pasa a ser el jefe de publicidad y relaciones públicas de las fábricas de Málaga y Burgos, es decir, que los pasó "viajando de punta a punta de la Península". En octubre del 89 le encomiendan la dirección del equipo corporativo de publicidad y propaganda de toda la compañía, lo que incluye las plantas de Burgos, Málaga y también Lérida.

Velasco superó los sucesivos cambios corporativos en su empresa, también la incorporación de San Miguel al Grupo Mahou-San Miguel en el 2000. Pasa a ser director de patrocinios y eventos, cargo con el que impulsa, entre otros muchos proyectos, el de patrocinio del cine español durante 3 años "muy fructíferos".

En 2003 asume el cargo de director de comunicación del grupo cervecero y en 2014 le asignan su cargo actual: director de relaciones institucionales.

Si hay algo que no olvida de todos estos años al pie del cañón es la llamada que recibió un día de Luna diciéndole que tenían que hacer algo con esos chicos que estaban trabajando el mes de julio en unos yacimientos cercanos a la fábrica. Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga y sus equipos de excavadores hacían sus bocadillos con el pan de Ibeas de Juarros, el salchichón lo cedía Campofrío "y yo conseguí que San Miguel les diese la bebida: cerveza y agua. Aquello fue amor a primera vista...".

Del avituallamiento, la cervecera pasó a ser patrona de la Fundación Atapuerca y parte activa de este proyecto investigador. "Seguimos aportando el agua, otras bebidas y las cervezas a los excavadores y a la Fundación". Hoy, la cuadrícula K-13 del yacimiento de Gran Dolina lleva el nombre de Alberto Velasco, "por toda la sed que les he evitado pasar", bromea...

También han patrocinado al Burgos Club de Fútbol, al Baloncesto San Pablo (antes al Tizona)... "La empresa ha conseguido las más altas distinciones de la ciudad y la provincia por todo ello".

De los 80, cuando entró a trabajar, recuerda que no había producto suficiente para abastecer a toda la demanda, "en verano era un auténtico drama". El 1 de enero se cumplieron 50 años de relación de San Miguel con Burgos, en cuyos actos de celebración está inmerso ahora Alberto Velasco. "He conocido la evolución de la comunicación corporativa desde lo más bajo. Antes llamábamos a los periódicos y ahora nos demandan información constantemente...".

Se ha adaptado a los cambios perfectamente: su vida pública e institucional se puede seguir en todas las redes sociales. Se puede ver en Instagram que recientemente ha mantenido varios encuentros con diferentes embajadores, con la Reina Sofía (como patrono de la Fundación Atapuerca) y acaba de regresar de Australia, donde ha conocido y denunciado los desastres de los últimos incendios.

Embajador. Sin embargo, reconoce, nada comparable con la concesión del título de embajador de Burgos, "que ejerzo a diario y con la misma ilusión que el primer día".

Su particular trabajo como representante diplomático honorífico de la ciudad pasa por traer a Burgos el mayor número de personas. "Habitualmente traigo grupos los fines de semana de primavera y verano". "Con AVE o sin AVE, es una ciudad que encanta a todo el mundo y no solo por la Catedral, Atapuerca, Miraflores, Las Huelgas, San Gil, San Nicolás, el paseo del Espolón... No hay ciudad que en tan pocos kilómetros de paseo ofrezca tanto y que tenga tan buena gastronomía, que sea limpia y acogedora".

Lo mismo hace con los yacimientos de Atapuerca, de los que también es embajador, gestionando visitas de ilustres y acercando a las empresas al patrocinio y apoyo a este proyecto investigador.

También disfruta, ataviado de guerrero castellano, narrando la batalla de Atapuerca todos los años.

Por si fuera poco, reúne una vez al año, en septiembre, a los Velasco en Medina de Pomar, en una ceremonia de confraternización de todos los descendientes lejanos de los Condestables de Castilla. No olvida tampoco a las Clarisas, en cuyo convento están enterrados parte de los Velasco.

Queda tiempo para ser patrono, a título personal, de la UBU, y para llevar a sus visitas junto a la Catedral, a cantar el himno a Burgos. "Somos una ciudad privilegiada, con una gran industria y grandes empresas. Hace poco me fui a dar una vuelta por el polígono de Villalonquéjar y ya no es el que yo conocí. Me perdí entre la gran cantidad de empresas".

Cuando se pregunta a Alberto Velasco por el futuro lo primero que dice es que mantiene la misma ilusión que cuando en 1981 entró en San Miguel y que quiere seguir trayendo personas a Burgos. "Quiero llevar con orgullo el título de embajador de Burgos y de la Fundación Atapuerca, para mí es muy fácil".

Tiene dos hijas con su mujer, Lourdes: Inés y Sol ("Mi madre se llamaba Elvira", puntualiza recordando a la familia del Cid). La mayor es abogada y cursa un máster de comunicación en moda y lujo y la pequeña cursa un doble grado de Estudios Internacionales y Derecho. "Hoy es fundamental hablar un segundo idioma e incluso un tercero, salir al mundo y moverse...".