Muchos burgaleses que repostan en la gasolinera del paseo de Fuentecillas -frente a la Farmacia Militar- creen que pertenece a Cepsa, por los carteles que luce la instalación. Pero no es así, se trata de un negocio del Ayuntamiento, que es el compra y vende el combustible, el dueño del suelo y el que paga a los trabajadores, que forman parte de la plantilla del personal laboral municipal. La petrolera pone los depósitos, los surtidores y la oficina, pero no gestiona la estación de servicio. En un contrato firmado entre el Consistorio y la compañía hace 25 años, cuando se decidió desmantelar la gasolinera de la estación de autobuses de la calle Miranda para establecerla en la ciudad, se materializó una fórmula de colaboración público privada que ahora se torna «anacrónica», según el concejal Leví Moreno.

Por esta razón, el 3 de enero del próximo año, fecha en la que caduca la mencionada relación contractual, el Ayuntamiento dejará de explotar el negocio. Y ya está trabajando en diseñar el mecanismo legal para cederlo a cambio de un canon a una compañía petrolífera. Moreno desconoce todavía si podrá optarse por una concesión directa a Cepsa o si habrá que abrir el abanico con un concurso público al que puedan concurrir otras empresas.

Todas estas gestiones han sido comunicadas también al comité de empresa del Ayuntamiento, puesto que los tres trabajadores de la estación de servicio son personal laboral fijo municipal. El edil socialista advirtió de que se ha sondeado la posibilidad de que pudieran ser subrogados por la empresa que se quede con la explotación, pero al mismo tiempo reconoce que será muy difícil que les mantengan las condiciones laborales del Ayuntamiento, que se compromete a mantenerlos y seguramente serán destinados a tareas en la estación de autobuses de la calle Miranda, que es el servicio al que están adscritos.