Si los ingenieros y arquitectos presentan ciertas discrepancias o matices en sus opiniones sobre la transformación del bulevar, quienes no tienen ninguna duda son los colectivos en defensa de la bicicleta y el peatón. Ambos están claramente en contra.

Pedro Mediavilla, de Burgos con Bici, destaca que «meter dos carriles por sentido lo convertiría en una vía rápida dentro de una zona habitada, lo que va en contra de una movilidad sostenible». Además, desde el punto de vista del ciclista generarían un problema de seguridad al acercar todo el tráfico privado a un carril bici «que no está segregado, porque hasta ahora contaba con la separación del carril bus/taxi, y que en ese caso tendría que ser protegido por bolardos».

Las rotondas, además, «fomentarían la velocidad» y contribuirían a «una dinámica de la movilidad que propone Ciudadanos y que es justo la contraria a la que en su día defendía el PSOE».

Por su parte, Félix Martínez, de Andando Burgos, destaca la idea de «coche llama a coche». En su opinión, un cambio así «afectará a la movilidad peatonal y al resto de medios de transporte, y no entendemos por qué cambiar algo que claramente funciona si lo vemos abriendo las miras al conjunto de la movilidad».

Martínez subraya que «pensar solo en el coche es viejuno, es un concepto antiguo del que ya sabemos el resultado», y aunque admite que las glorietas y los carriles extra generarían más fluidez al tráfico «supone ampliar la capacidad de la vía en detrimento de otros modos de desplazamiento». En el caso concreto de los peatones, «la permeabilidad también se vería perjudicada, las distancias y las esperas para cruzar el bulevar se incrementarían, y acabarían con la percepción amable que ahora tiene cualquiera cuando va caminando por las aceras amplias».