Diario de Burgos

"El trabajo ha sido siempre uno de los motores de mi vida"

A.G.
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. José Luis Pérez Salvador es uno de esos hombres y esta es (parte de) su historia

El oftalmólogo José Luis Pérez Salvador, en su consulta. - Foto: Alberto Rodrigo

*Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el pasado 4 de enero.

Aunque no hace falta que lo repita, primero porque estamos en su despacho profesional y después porque salta a la vista el torrente de energía que gasta -que para sí quisieran muchos recién salidos de la facultad-, el oftalmólogo José Luis Pérez Salvador, por cuyas manos han pasado los ojos de decenas de generaciones de burgaleses, insiste en que quede claro que ni se ha jubilado ni tiene planes de hacerlo a medio plazo. Porque aunque se despidió de la sanidad pública en 2013, al cumplir los preceptivos 70 años, su actividad nunca se ha parado, ahora ya únicamente en su consulta privada, donde sigue siendo uno de los referentes de la ciudad en su especialidad. Un rápido vistazo a su despacho así lo atestigua: abundan las fotografías del médico con auténticos líderes de la oftalmología nacional e internacional y con artistas de la talla de Vela Zanetti, de cuya salud ocular se ocupó durante muchos años y con quien mantuvo una correspondencia entrañable que conserva como oro en paño. Hay también una imagen de su hijo, Eduardo Pérez-Salvador, oftalmólogo como él, con el escritor Miguel Delibes. Y aunque no quiere dar el facultativo demasiados detalles sobre los nombres conocidos que han pisado su consulta una se puede hacer una idea cabal teniendo en cuenta, además, que lleva ejerciendo en Burgos desde febrero de 1978.

Alguna influencia tuvo para que viniera y se quedara aquí Pérez Salvador -que es jienense, hizo la carrera en Granada y hasta entonces había ejercido en Madrid y Valencia- el hecho de que conociera a una enfermera burgalesa, Marisa García Zuazo, hija del que fuera muchos años médico de Mecerreyes, con quien coincidió trabajando en el Hospital Puerta de Hierro. "Cuando en 1977 se convocan las oposiciones a las plazas de jefe de servicio en Oftalmología me presenté en Tarragona y en Burgos y obtuve las dos, pero finalmente nos decantamos por esta ciudad movidos por la presencia aquí de la familia de mi mujer", recuerda.

No procede Pérez Salvador de una estirpe de médicos y reconoce que se decidió por esa carrera al terminar el PREU porque no le gustaban las matemáticas ni las letras "y como tenía un abuelo y un tío veterinarios opté por la rama sanitaria". Hasta entonces vivió una infancia y una adolescencia muy felices en Jaén, donde su padre (que era taurino y le llevaba a Linares a la corrida que homenajeaba la cogida y muerte de Manolete) regentaba una librería-papelería en pleno centro de la ciudad y enfrente de la Diputación, lo que hizo que fuera visitada "por las autoridades de la época" y por algún artista: por allí pasaron, por ejemplo, el cantaor flamenco Juanito Valderrama y la mismísima Carmen Polo de Franco. De su formación se ocuparon las monjas del colegio Cristo Rey en primaria y los Maristas en Bachillerato, con quienes no solo sacó adelante con buenas notas todas las asignaturas sino que jugó al hockey sobre patines y aprendió a tocar la guitarra y el laúd en la rondalla del colegio, "donde había un marista, el hermano José, que era de Burgos". La afición musical, que nunca le ha abandonado, la continuó en la tuna durante sus estudios de Medicina en Granada.

Allí llegó en 1960, pero reconoce que no se implicó mucho en la politización antifranquista incipiente en la universidad española: "Oía eso de los grises pero nunca me metí". Durante la carrera obtuvo una beca de la Asociación de Estudiantes de Medicina que le hizo pasar todo un verano en el Hospital de la Cruz Roja de La Haya, "una experiencia fabulosa", y realizó las milicias universitarias en Ronda (Málaga), donde obtuvo el grado de alférez de complemento. "Haciendo las prácticas en León, en el campamento del Ferral del Bernesga, que lo había elegido expresamente para conocer el norte, tuve mi primera experiencia de verdadera responsabilidad como médico cuando un soldado fue herido accidentalmente por una bala de fusil que se disparó y le atravesó un costado. Tras una asistencia de urgencia le trasladaron al hospital donde, afortunadamente, salió todo bien".

A la hora de elegir la especialidad dice que optó por la Oftalmología después de descartar otras y por sus habilidades manuales innatas: "Tuve un catedrático muy bueno en esa asignatura, saqué sobresaliente y al ser mitad médica y mitad quirúrgica vi que se ajustaba a cómo soy yo, que tengo mucha habilidad con las manos, me gusta armar maquetas y arreglar cosas, por ejemplo, en casa estoy esperando a que se rompa un enchufe para arreglarlo".

Se forma en esta disciplina en Madrid entre la Fundación Jiménez Díaz y el hospital Puerta de Hierro, que en aquel tiempo era el Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Seguridad Social, "lo cual concedía un gran nivel académico y clínico", y en esos mismo años comienza su búsqueda en el Rastro de gafas antiguas -a cada cual más curiosa-, de las que ahora tiene una importante colección, que pueden ver sus pacientes en la sala de espera. Es 1971 cuando termina la especialidad y comienza a trabajar en el Hospital Universitario La Fe de Valencia, que se estaba poniendo en marcha en aquel momento y donde a los tres años ya es jefe de sección: "Esa labor la compaginé con la realización de la tesis doctoral sobre electrofisiología ocular, que leí en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela y que fue calificada con sobresaliente cum laude y que más tarde me conllevaría el premio nacional a la mejor tesis doctoral". Ese tiempo fue muy fructífero profesionalmente para Pérez Salvador pues también realizó estancias en dos hospitales europeos: el Cantonal de Ginebra (Suiza) y el de Clermont-Ferrand (Francia).

Al conocer que salían las plazas de jefe de servicio de varios hospitales de España no se lo pensó dos veces y se presentó a los exámenes "muy duros" que entonces había que pasar para obtener el cargo. Lo hizo en los hospitales de Tarragona y de Burgos y finalmente optó por este último, donde tomó posesión en febrero de 1978: "Yo quería ser jefe, esto es una cuestión de forma de ser, así que cuando vi las plazas no me lo pensé. Nunca voy a olvidar el afecto con el que me recibió José Luis Santamaría, que era a la vez director del General Yagüe y jefe del servicio de Cirugía General y que estaba dedicado en cuerpo y alma al hospital, un cariño que se acrecentó con los años, igual que nuestra amistad. Recuerdo que me llevó a la octava derecha y me dijo que era toda para Oftalmología".

Aquel fue un momento de grandes cambios para lo que entonces aún se llamaba ‘la residencia’ y era conocida popularmente como las 300 camas: se inició su modernización con la jerarquización de los servicios (que terminó con la presencia de especialistas en los ambulatorios y la dependencia de los médicos de una gerencia de atención especializada, entre otras cosas) y la incorporación de nuevas especialidades. En la parte que le correspondió, y en un ejercicio increíble de hiperactividad, José Luis Pérez Salvador se ocupó no solo de hacer crecer el servicio de Oftalmología sino que, a la vez, desarrollaba su labor de forma privada, se presentaba a un examen para optar a la plaza de oftalmólogo del Estado en Burgos (que ganó y le hizo trabajar los fines de semana para revisar la vista de escolares y otros colectivos como los internos de la cárcel) y ejercía como profesor en la Escuela de Enfermería. Una ley de incompatibilidad le hizo tener que optar entre ser oftalmólogo del Estado o jefe de servicio en el Yagüe y se decantó por esto último.

"Fue una bendición trabajar en el Yagüe en el sentido de la camaradería que teníamos, de conocernos y vernos por las escaleras, que eran estrechas, sí, pero allí nos encontrábamos con todos, el hematólogo, el del laboratorio... En el nuevo hospital, en el que yo estuve un año, eso se perdió totalmente. Cuando llegué estaba Santamaría de director, un administrador y un jefe de suministros, y aquello funcionaba. En esos años vino gente muy buena y se hicieron cosas muy interesantes que enriquecieron el hospital", rememora.

Motivo de orgullo. Se siente especialmente orgulloso de haber contado con residentes desde el principio, "lo que ha hecho que de aquí salieran oftalmólogos y jefes de servicio que están por toda España", y de haber fundado el primer banco de ojos de Castilla y León, que fue acreditado para obtener globos oculares de donantes para trasplantes de córnea. El primero -realizado por el propio Pérez Salvador- se llevó a cabo en 1980: "En aquella época para obtener los ojos de una persona fallecida era necesario que estuviera en posesión de una especie de carnet de donante -yo tengo el número uno- y entonces repartimos miles de esas tarjetas. Burgos se portó muy bien, la gente tenía su tarjeta y si moría alguien, la familia llamaba e íbamos a sus casas y en la cama le quitábamos las córneas, así eran las cosas entonces".

Casi da fatiga escuchar la tremenda actividad que el oftalmólogo desplegó en aquellos años iniciales, y que, como sabemos, no ha dejado nunca: "Es que no he hecho otra cosa que trabajar, es algo que me gusta y siempre ha sido uno de los principales motores de mi vida. No me jubilo porque no me puedo estar quieto y me gusta mucho lo que hago. Pero, bueno, también he viajado mucho, he recorrido más de medio mundo. Todos los años, por ejemplo, he ido al congreso americano de oftalmología, lo que nos ha permitido conocer muy bien Estados Unidos porque después de la actividad académica nos quedábamos allí varios días".

De aquellas citas científicas se trajo Pérez Salvador muchas novedades pero cuando se le pregunta qué fue lo que supuso un antes y un después en el desarrollo de la oftalmología cita, sin dudar, el implante de las lentes oculares en la cirugía de la catarata, que en Burgos se hizo por primera vez en 1979 y que mejoró la calidad de vida de tantas personas, sin olvidar otras técnicas que llegaron luego como los láseres, la vitrectomía o la tomografía de coherencia óptica, tan importante en el diagnóstico de la degeneración macular.

A lo largo de su carrera, Pérez Salvador ha atesorado muchos galardones nacionales vinculados con su profesión -incluso el de fotografía oftalmológica-, pero afirma que el más importante para él fue el Premio Nacional Castroviejo, que se entrega desde la década de los sesenta por parte de la Sociedad Española de Oftalmología al profesional de más de 40 años destacado por su actividad clínica, investigadora y docente. También lleva como un honor que su servicio fuera el primero en operar en el HUBU, cuando se abrió en marzo de 2012, y que cuando se jubiló lo formaban más de treinta oftalmólogos tras haber empezado con apenas tres profesionales.

En todos estos años ha conocido gestores de hospital de muy distinta condición y asegura que se ha llevado bien con todos. Pérez Salvador formaba parte en el Hospital General Yagüe de los jefes de servicio denominados ‘pata negra’ porque habían obtenido su plaza a través de un examen en los 70 y no por nombramiento directo, como se empezó a hacer después. Era aquel un colectivo que siempre fue mucho más exigente y crítico que otros con los gerentes porque no tenían miedo a perder su cargo. En cualquier caso, no es muy amigo el oftalmólogo de meterse en charcos de política sanitaria (ni de la otra) y no se posiciona. O, de alguna manera, sí lo hace: "No soy ni de derechas ni de izquierdas, soy del sentido común. Con lo que estoy viendo ahora en este país, echo de menos a Felipe González, quién lo iba a decir. Soy una persona que quiere trabajar y pagar a Hacienda y que no se me meta un tío en mi casa cuando está vacía. Soy apolítico tirando a la sensatez, a lo que yo considero sensato; si el rey emérito ha sido un sinvergüenza, pues que lo quiten, y Pedro Sánchez para mí es un mentiroso... aunque tampoco los de la derecha son la leche".