Diario de Burgos

"Tal y como fue el accidente, puedo decir que tuve suerte"

F.L.D.
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Héctor Fernández se enteró gracias a DB de la rápida actuación de dos militares del Regimiento de Ingenieros que dejó en un susto el grave atropello que sufrió el pasado 25 de febrero en un cruce del bulevar

"Tal y como fue el accidente, puedo decir que tuve suerte"

Aunque resulte extraño, el protagonista de esta historia no recuerda nada sobre ella. Y no será porque no quiera, ya que lo ha intentado varias veces. Simplemente su cerebro no ha registrado lo que le ocurrió el pasado 25 de febrero poco antes de las 4 de la tarde. Hace dos semanas, Héctor Fernández se enteró por las páginas de este periódico que dos militares del Regimiento de Ingenieros 1 con base en Castrillo del Val le atendieron después de que una furgoneta se lo llevara por delante tras invadir su carril al intentar hacer un giro prohibido. Este riojano que estudia un máster de caminos, canales y puertos en la Universidad de Burgos perdió el conocimiento y comenzó a convulsionar. La actuación de sus dos ángeles de la guardia fue clave para que no se atragantara mientras venía la ambulancia. Intentaron ponerse en contacto con él sin éxito y este relato quedó inconcluso. Más de un mes después, se cierra el círculo y se pone el punto y final.

Aquella tarde, Héctor había quedado con unos amigos en la calle Madrid para realizar una ruta en bici, una de sus pasiones. Cuando estaba a mitad de camino en el bulevar, a la altura de la calle Siervas de Jesús, una furgoneta que circulaba en la dirección opuesta realizó un giro prohibido y se echó encima de él. A partir de ahí, se apagan sus recuerdos y su memoria se convierte en una inmensa laguna. "El choque es la última imagen que tengo. Lo siguiente fue despertarme en el hospital una hora y media después", reconoce. Este es un detalle curioso, porque Raúl Gómez y Javier Otero, los dos militares que le atendieron, explicaron que tras unos minutos inconsciente llegó a despertarse cuando llegó la ambulancia, aunque siempre se mostró muy desorientado. 

"Me dijeron que había estado consciente, pero yo solo recuerdo verme en una camilla con las zapatillas y el pantalón de la bicicleta. En ese momento me di cuenta de lo que me había pasado, fue una sensación muy extraña", indica Fernández. El tremendo golpe le provocó heridas en la cabeza y la rotura del cúbito y dos dedos de la mano, lesiones de las que tuvo que ser operado y que le obligaron a estar hospitalizado una semana. 

En ese periodo de ingreso, asegura, sintió fuertes dolores en la cabeza provocados por una pequeña hemorragia interna. A medida que iba siendo consciente de la magnitud del accidente, se sintió ciertamente afortunado: "Para lo que podía haber sido, se puede decir que tuve suerte". Llegados a ese punto, confiesa, "es mejor no acordarse de cómo fue el atropello, pero está claro que el casco me salvó". Este joven, natural de Nájera pero afincado en Burgos, sigue recuperándose de las heridas. Le cuesta muchísimo apañarse con una mano en las labores del hogar y, sobre todo, en la redacción de su trabajo de fin de máster. Precisamente hoy estaba citado para acudir al médico y quitarse la escayola del brazo, pero dada la situación de alerta sanitaria, tendrá que hacerlo él mismo. A partir de ahí, le quedará un reposo de otros 15 días hasta poder utilizarla con cierta normalidad. 

"El objetivo ahora es recuperarme lo antes posible para poder subirme otra vez a la bici", apunta. El tiempo de encierro, en su caso, está de su lado. Héctor llamó hace unos días a sus dos salvadores para agradecerles su determinación y valentía para asistirle y decirles que su historia tuvo un final feliz.