Diario de Burgos

"Antes chapurreábamos inglés, ahora vendemos por el mundo"

G. ARCE
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No presiden, no representan, no quieren foco...Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Ignacio Ruiz es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Ignacio Ruiz. - Foto: Alberto Rodrigo

* Este reportaje se publicó el 13 de enero de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

Detrás de su apariencia de hombre tranquilo, bondadoso e -ilusos que somos- de horizontes cortos, se esconde un auténtico trotamundos, una palabra que encaja a la perfección en este burgalés inquieto de 62 años. Lo suyo es pasión y también profesión por viajar. Lleva 35 años en nómina de la Cámara de Comercio e Industria de Burgos recorriendo el mundo, acompañado a empresarios de todo tipo y condición a hacer las Américas, las Europas, las Asias, las Áfricas e incluso hasta las Oceanías. Ignacio Ruiz sabe exactamente lo que significa la palabra ‘internacionalización’: el ‘sí, pero...’ de un japonés o el ‘no’ rotundo de un norteamericano, el perder un avión por pocos minutos y el hacer trámites aduaneros por télex o teléfono fijo, cuando no había ni fax, ni móvil y no digamos internet. Todo el año con la maleta hecha, para el trabajo y también para las vacaciones. Su historia profesional y personal se dibuja sobre un mapamundi con chincheta en los 105 países que ha pisado y es también la historia de la empresa burgalesa, que en las últimas tres décadas ha salido de la provincia, del chapurreo del inglés o el francés, al mundo en toda su extensión.

Ignacio Ruiz se define como burgalés "de pura cepa", aunque con raíces maternas en Villadiego y paternas al otro lado del Charco, en Lima. Su tío abuelo, recuerda, saltó un buen día la tapia del seminario de Santander y cogió el primer barco que tuvo a mano y partió sin rumbo fijo. "Su viaje se detuvo en el primer puerto donde recaló: Callao, donde construyó su vida, triunfó en los negocios y permanece una parte de la familia". Su abuelo también probó suerte en Perú, pero a los seis años volvió con su padre de la mano...

Ignacio Ruiz no fue ni de seminarios de ni de barcos. Estudió, como tantos burgaleses, en las Reparadoras y en La Merced, en los Jesuitas. Formó parte de una de las primeras promociones de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, donde también estudió tres años Historia de América.

En la mili descubrió su otra pasión: la montaña. El bombo de los quintos le envió a una compañía de esquiadores y escaladores con base en Estella (Navarra). En pleno servicio militar pidió permiso especial para sacarse el pasaporte e ir a Inglaterra a estudiar inglés, "algo que no se solía hacer en aquella época". Por las calles de Londres se enteró del golpe de Estado del 23-F..., "y me pasé toda la noche pensando en que me iban a llamar a filas y cómo me las iba a ingeniar para no volver a España...".

No hubo llamada, pero regresó a casa. Preparó las oposiciones al Cuerpo Diplomático, se fue a Francia a perfeccionar el idioma y, entre medias, logró una beca de la Cámara de Comercio de Madrid en 1982. "Hice un máster de Comercio Exterior y me mandaron un año de becario a Marruecos". Vivió en Casablanca, la capital económica del país vecino, en pleno apogeo del reinado de Hassan II. "Fue una experiencia fabulosa, hice estupendas relaciones con marroquíes, franceses, españoles, el cónsul, los empresarios...; aprendí árabe y allí me hice novio de la que hoy es mi mujer, Dolores", con quien ha tenido a Juan, Dolores y Guadalupe, la pequeña, que sigue sus pasos. "Era un destino entonces exótico, sin ryanaires ni nada, y muchos amigos aprovecharon para coger el coche y visitarme".

No todo fueron buenos recuerdos: al mes de llegar, el padre de Mohamed VI estableció un dahir por el que controlaba todo el comercio exterior del país. "El decreto, lo recuerdo perfectamente, se publicó el 10 de marzo de 1983 y fue un duro golpe a todo mi trabajo de promoción de la empresa española. Recuerdo que se establecieron listas de productos prohibidos y otras de controlados...".

Entonces, España era el segundo o tercer proveedor de Marruecos, "ahora somos el primero con diferencia".

cámara. En 1985 entra a formar parte de la Cámara de Comercio e Industria de Burgos, con Antonio Medrano como presidente. El empresario serrano, dueño de Interbon, fue el impulsor del departamento de Internacional que ahora dirige Ignacio Ruiz y también el visionario que percibió la necesidad de crear una aduana de interior en Burgos. "Entonces, todo eran fronteras y la tramitación para hacer cualquier operación era muy compleja. Había pocas empresas exportadoras pero, poco a poco, la cosa fue a más, sobre todo con la entrada en la Comunidad Económica".

Su primera misión comercial en la Cámara fue a Portugal, devolviendo la visita de unos empresarios de Aveiro y Lisboa. El primer vuelo acompañando a empresarios locales tuvo destino en el emirato de Bahrein. "Fuimos a vender alimentos, principalmente del que llamábamos el ‘grupo 5’, integrado por cinco pioneras: Productos Pinedo, Galletas Angulo, Hernando Hurtado, Industrias Lermeñas y Productos Alimenticios San Antonio".

Como en muchas otras ocasiones, de un viaje surgió otro, en este caso a Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Ammán, con el apoyo del Instituto de Comercio Exterior (Icex). "Llevábamos empresas de toda España y al entrar en Arabia una mujer, representante de una compañía, quedó retenida en el aeropuerto. Teníamos todo en regla pero no la dejaban pasar... Me metí de nuevo en la zona de pasaportes y me encontré a la mujer llorando... No podía pasar sin la autorización del comisario jefe y era más de media noche. Al final, todo se resolvió firmando en un documento en árabe en el que me hacía responsable de la conducta de esa buena mujer en el país... Yo tendría unos 30 años y ella era bastante más mayor".

Quizá por temas con este, "y porque todo está mediatizado por la religión", Arabia es uno de los países menos atractivos para este viajero, que ha pisado 80 naciones y más de 130 ciudades en las diferentes misiones comerciales en las que ha participado desde el año 85. Todos los mercados potenciales para las empresas burgalesas han sido objetivo comercial y en todos ha estado, desde Lisboa hasta Dar Es Salam, pasando por Vancouver, Guayaquil, Beirut. Guangzhou, Ho Chi Min hasta Melbourne o Auckland, en las antípodas. "Hemos estado en todos los que se puede vender, no queda ninguno fuera...".

35 años de vuelos le han permitido conocer la Europa del Este poco después de caer el Telón de Acero, la Rusia postsoviética o los rincones más remotos de Nigeria, Ghana y Costa de Marfil. Allí, en Lagos, tuvo una de esas anécdotas para el recuerdo.

Tras una dura jornada de misión comercial -"allí hay muchas oportunidades pero es muy difícil hacer negocios, siempre tienes la sensación de que te engañan"-, el representante cameral burgalés fue invitado a una velada en una especie de chiringuito junto a la playa. "Oíamos tantanes, como en las películas de Tarzán, porque cerca estaban velando a un muerto...". En un momento de la misma, acompañado de la luz de un Lumigás, fue a contemplar el mar, pero nunca llegó: el suelo de madera bajo sus pies se desplomó y él acabó unos metros más abajo en total oscuridad, rodeado de negros intentando ayudarle. "Solo veía sus ojos...".

Las anécdotas no pasan a palabras mayores, aunque aún recuerda el asesinato de un empresario (no era burgalés) en una misión en Bogotá, "en los años duros de los cárteles...", o el robo exprés a otro al que llevaron a un cajero para ‘limpiarlo’. "Recuerdo una vez que me dejé la documentación y dinero en la caja fuerte del hotel y que el avión salía en una hora. Conseguí a un taxista que se comprometió en hacer el trayecto de ida y vuelta en menos de una hora: sorteó el tráfico hasta por las aceras...".

pioneros. Aunque no le gusta presumir, reconoce que muchas empresas le deben mucho a la Cámara. "Gracias a las misiones comerciales no solo han entrado en otros países, sino también han hecho relaciones entre ellas, han conocido contactos, usos y costumbres comerciales". Ignacio Ruiz comenzó sus misiones ejerciendo de joven intérprete y mediador, porque muchos empresarios no sabían idiomas ni entendían cómo vender en otras culturas. "Ahora soy el mayor y hay gente buenísima que domina a la perfección el inglés y que sabe vender en cualquier rincón del mundo. Son gente muy abierta y altamente cualificada. Es muy raro que te pidan un intérprete...". Y vender, de entrada, no es nada fácil. "El oriental nunca te dice abiertamente que ‘no’ [quiere comprar] aunque tampoco nunca dice que ‘sí’. Tarda mucho en decidirse y si te da largas puede significar que no quiere... El norteamericano te dice ‘no’ y ya está, van a lo directo... Hay que tener en cuenta que cada vez hay menos barreras y más competencia, que todos quieren vender algo...".

El secreto, desvela Ruiz, es ofrecer un producto de muy buena calidad -como los vinos burgaleses- o, si no, ir al precio, "donde es muy difícil competir con los chinos". "En Oriente funcionan los regalos y la familia; en Europa no hay familia que valga...; en todos lados siempre funcionan los buenos contactos...".

"China sigue siendo el país de las oportunidades porque, aunque crece a un ritmo más lento, hay una clase media con capacidad de compra cada vez mayor. Burgos fue una de las primeras cámaras en acudir allá, fue en tiempos de José María Yartu como presidente cameral, al que tuvimos que convencer porque no lo terminaba de ver...". La primera misión comercial a Shanghai, donde ahora está la oficina comercial más importante de España, "la organizamos nosotros... De hecho, no había ni oficina, era la habitación de un hotel".

"Cuando estoy fuera -reflexiona- me doy cuenta de que los españoles tenemos el problema de que no nos vendemos bien". Incluye a Burgos, una ciudad y una provincia que "sorprenden" a quienes la conocen o la descubren en boca de Ignacio Ruiz pero que queda englobada dentro del concepto España, donde Barcelona y Madrid son las referencias. "Lo mismo se puede decir de los productos, no nos sabemos explicar...".

libertad. Pese a las dificultades, defiende a capa y espada la labor de la Cámara a lo largo de estas tres décadas largas en las que la empresa burgalesa se ha abierto al mundo. "Trabajé bajo la presidencia de Antonio Medrano, con José María Yartu y ahora con Antonio Méndez Pozo. Todos nos han dado libertad para organizar las misiones".

En el camino, trabajó conjuntamente con José Antonio Casillas, director financiero de la Cellophane, y con Jesús Echevarrieta, con el que coincidió en algunos viajes inolvidables. Ahora trabaja mano a mano con Ignacio San Millán. "La cámaras fuimos una avanzadilla en la internacionalización de la economía española, y no solo en la promoción de las exportaciones, sino también en la formación de expertos en comercio exterior...". La irrupción de internet, el que te puedas comunicar por whastapp al instante con cualquier lugar del mundo, no ha mermado el trabajo del comercio exterior, le complementa. "Es un trabajo con futuro".

A este viajero experimentado se le pide un último consejo: ¿Qué país recomienda para viajar? No duda: Vietnam. "La primera vez que estuve allí casi no había turismo y el país se estaba recuperando de la dura guerra sufrida. Era una aventura. Es un mundo muy distinto y muy propicio para los mochileros".