Diario de Burgos

17 casos de menores transexuales en una década

A.G.
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El Equipo de Salud Mental Infanto-Juvenil no había visto a nadie con disforia de género hasta 2011 y aunque no es una condición muy frecuente, se desconoce cuál es su prevalencia real, pues hay familias que optan por la sanidad privada

La asociación Chrysalis, de familias de menores transexuales, en una concentración en la Plaza Mayor en 2015 en memoria de un joven que se suicidió en el País Vasco por el acoso sufrido debido a su condición. - Foto: Jesús J. Matías

Es una realidad bastante nueva para todo el mundo. También para los profesionales del Equipo de Salud Mental Infanto-Juvenil de Burgos, que hace apenas una década se han encontrado con ella en las consultas. Se llama disforia o incongruencia de género (de forma común se conoce como transexualidad) y se caracteriza por el malestar que una persona experimenta al sentir discordancia entre su sexo biológico y aquel con el que se identifica. Hasta octubre de 2011 los profesionales no se han encontrado con ningún caso en menores y desde entonces han tenido un total de 17, de edades comprendidas entre los 7 y los 15 años cuando llegaron por primera vez a la consulta. Parte de esta experiencia la han plasmado en la investigación Disforia de género: Realidad asistencial en Psiquiatría del Niño y el Adolescente, publicada en la revista científica Psicosomática y Psiquiatría.

Se trata de un asunto complejo. Los expertos reconocen que la demanda de atención sanitaria por disforia de género en menores es un hecho reciente, que se conoce mal la prevalencia en la población, que hay bajo consenso entre especialistas y que no existe acuerdo sobre algunos aspectos del diagnóstico y tratamiento, además de que los marcos legislativos al respecto son cambiantes y no unánimes.

En cualquier caso, asumen que la transexualidad "no debe ser interpretada como una patología mental " siguiendo la última revisión del DSM (el manual estadounidense de los trastornos mentales , considerado la biblia de las enfermedades mentales ) que eliminó el término trastorno y los sustituyó por disforia. La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), que es el manual europeo, también lo ha desligado de los trastornos mentales debido a la presión social de los colectivos afectados y lo ha incluido en un capítulo llamado 'factores que influyen en el estado de salud'. Pero aunque no sea una patología "sino un hecho de diversidad sexual", estos profesionales explican que en muchos casos la atención sanitaria es necesaria: "Hasta hace poco había un consenso amplio en que la evaluación psicológica y psiquiátrica eran necesarias para establecer el diagnóstico. Actualmente las posturas críticas hacia la patologización han ganados partidarios y en algunas comunidades autónomas se permite iniciar el tratamiento sin necesidad de diagnóstico psiquiátrico ", aseguran en el trabajo.

De los 17 casos que se han visto en esta década en el sistema público en Burgos -a los que se ha acompañado, se ha apoyado con psicoterapia y se ha dado asesoramiento a sus familias desde el equipo de salud mental-, 9 son 'de mujer a hombre' y 8 de 'hombre a mujer'. Se desconocen cuántas familias han optado por la sanidad privada y, por tanto, el alcance total de esta circunstancia en la provincia, aunque afirman los expertos que no se trata de una condición muy frecuente en menores. La mayoría llegaron desde Atención Primaria (Pediatría y Medicina de Familia) y solo un caso lo hizo derivado por Pediatría del hospital. La iniciativa de solicitar ayuda procedió en la mitad de ellos de las familias y en el resto, de los propios interesados, y la edad media de la primera consulta fue de 12,2 años, con un rango de 7 a 15.

Trabajo de psiquiatras. El trabajo, realizado por los psiquiatras Rocío Gordo, Dolores Piñeiro y Jesús de la Gándara y los psicólogos Yolanda Álvarez y Xosé Ramón García Soto, incluye la realidad que se encontraron en los menores vistos entre los años 2011 y 2017, un total de 12 casos , de los que en 9 se explicitó que el motivo de la consulta era 'dificultades de identidad de género'. "Cuando se habla de disforia de género se indica que tiene que haber una marcada incongruencia entre lo que se siente y lo que se es. Y no solamente el gusto por vestir de una manera o de otra, que eso es travestismo, tiene que haber una gran incongruencia y que a medida que avanza el tiempo se haga mayor. En casi todos los trastornos mentales se describen unos síntomas, pero si estos no causan un deterioro importante en la persona, no es un trastorno. Es el malestar lo que define el trastorno ", explica Yolanda Álvarez.

En cinco de estos pacientes se encontraron otras patologías psiquiátricas -lo que se denomina comorbilidad- como trastorno de la conducta alimentaria, ansiedad, hiperactividad o rasgos patológicos de la personalidad pero, según Álvarez, no eran significativos porque se trataba de cuadros que no tuvieron que ver con el diagnóstico de disforia de género: "La mayoría de los estudios concluyen que la patología mental asociada en estas personas es baja. Lo que sí se suele encontrar son niveles altos de estrés como consecuencia tanto del proceso de decisión y el tiempo de espera para poder iniciar el tratamiento como la búsqueda de recursos ".

En el año 2018, que fue cuando se realizó la investigación, nueve de los menores seguían tratamiento endocrinológico y en uno de los ellos se realizó una intervención quirúrgica de la feminización de la voz a los 17 años. Cinco de ellos, además de haber realizado el cambio de identidad civil.

Hasta ahora, para realizar este cambio de identidad, y según la Ley de Identidad de Género aprobada en el año 2007, existen dos requisitos: un diagnóstico de disforia de género y haber recibido tratamiento hormonal durante, al menos, dos años para acomodar las características físicas a las del sexo reclamado. Pero esto podría cambiar próximamente si sale adelante la nueva normativa que ha anunciado la formación Unidas Podemos, ahora parte del Gobierno, y que ya en 2018 su grupo parlamentario presentó en el Congreso como una proposición de ley.

Según aquella propuesta, el ejercicio del derecho de 'autodeterminación de género', es decir, de que cada persona sea lo que dice ser, "no podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico alguno ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole "y que esta autodefinición no podrá ser cuestionada, de manera que en ningún momento, proceso o trámite se exigirá la aportación de medios probatorios". En la práctica , y muy resumidamente, esto supondría que con su sola palabra, por ejemplo, un hombre podrá ser una mujer ante la ley,lo que está ocasionando un choque entre los partidos que conforman la coalición de gobierno y contundentes protestas por parte del colectivo feminista que asegura que podrían lesionar gravemente los derechos de las mujeres "si cualquiera lo puede ser".

En este debate no entra la psicóloga Yolanda Álvarez: "Resulta muy arriesgado por mi parte hacer inferencias de aplicación general con los casos atendidos hasta ahora y solo en población infanto-juvenil. Nosotros no entramos en la dimensión política del fenómeno, que es compleja, sino en la sanitaria ". A su juicio, la atención desde Salud Mental debe decidirse de forma individualizada "tanto para las personas transgénero como en cualquier otra circunstancia": "Nuestro trabajo no es convertir en enfermedad los conflictos de identidad de género sino tratar de aliviar el sufrimiento psicológico cuando lo haya y acompañar en el proceso de cambio a las personas que lo demanden ".

Por su parte, el jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos y coautor del estudio, Jesús de la Gándara, opina que prescindir de informes psicológicos o psiquiátricos "es una locura": "Se deben exigir. Tiene más riesgos hacer un cambio sin una indicación que no hacerlo o demorarlo aunque hubiera sido claramente un problema de identidad sexual ".