Diario de Burgos

Días para el recuerdo

B.D.
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Cientos de burgaleses visitan de manera escalonada el cementerio municipal de San José para dejar flores a aquellos que ya no están

Una pareja deposita unos centros de flores sobre la tumba de sus familiares. Crisantemos, claveles, gladiolos, margaritas, rosas y lillium cubren la mayoría de las lápidas de mármol. - Foto: Alberto Rodrigo

No se muere quien se va, sino a quien se olvida. La breve estrofa inscrita sobre el oscuro mármol recupera su color original bajo la bayeta y las manos de Pilar. Dos pasadas más, y sus ojos se detienen en la fotografía de su padre. El frío entumece las manos pero ella acaricia la imagen e intenta hacerle llegar todo el amor que guarda en su memoria. Infinito, cálido, puro, del que ahuyenta el olvido. A sus pies, junto a los aperos de limpieza, un centro de crisantemos llena el hueco de la pequeña jardinera. «Vengo siempre que puedo. Es una manera de recordarle», murmura con voz queda. 

A unos metros, en el mismo patio, Teresa retira el musgo y las hierbas que crecen junto al sepulcro de su hermano, quizá haciendo memoria de los momentos compartidos con esa persona. Mientras ella se afana en esta tarea, Manuel llena una garrafa de agua en una de las fuentes del pasillo central y Joaquín y Maruja colocan unas flores en la tumba del padre de ella. Lo hacen en silencio, con los ojos aún humedecidos. Con gesto de respeto. «Siempre nos gusta venir unos días antes para limpiar un poco y después volvemos el día 1 de noviembre, pero este año, con esto de la pandemia del coronavirus solo vendremos hoy», señalan mientras recogen su caldero.

Cada finales de octubre, vísperas de la festividad de Todos los Santos, el cementerio municipal de San José se llena de burgaleses que quieren honrar a los que ya no están depositando flores como recuerdo. La afluencia estos días es alta, si bien los ciudadanos han preferido hacerlo de manera escalonada para evitar las aglomeraciones. Sobre la mayoría de los panteones se pueden ver numerosos centros de rosas, margaritas, lillium, claveles, gladiolos y crisantemos, las más habituales en estas fechas.

La familia Escudero también sigue la tradición y lleva unos ramos de flores a los nichos y sepulcros de abuelos, hermanos y padres, donde se detienen a rezar. Para ellos es una forma de mantener vivo el recuerdo y no dudan en hacer varios cientos de kilómetros a lo largo de la semana para visitar los camposantos de León o Aguilar de Campoo, en los que también reposan algunos miembros de su familia.

El silencio que caracteriza el cementerio se ve interrumpido por el trasiego de gente que visita las tumbas de sus seres queridos y por el personal de mantenimiento que ultima la retirada de hojas secas y pequeñas ramas.

Apenas quedan unos días para la festividad del 1 de noviembre y familiares y operarios hacen todo lo imposible para que el domingo esté todo listo de cara a una jornada marcada especialmente por los sentimientos. Sin duda, son días para el recuerdo y para la reflexión, para la añoranza y la nostalgia y, por qué no, para el dolor por la ausencia de quienes ya partieron.