La Bodega Bosque de Matasnos, que toma su nombre del enclave donde se ubica en Peñaranda de Duero, ha comenzado las obras de otra de las patas de su proyecto, un espacio pensado para el enoturismo, que espera tener listo para la próxima primavera. Con una inversión que ronda los 100.000 euros y la creación de, al menos, un puesto de trabajo inicial, este nuevo servicio está pensado para atender a las visitas de manera integral. «El proyecto que tenemos es tratar de buscar dentro de finca un lugar en el que pueda probar los vinos y tener un lugar de relajación porque va vinculado a todo lo que es el proyecto de la bodega Bosque de Matasnos en el que, además del vino, está la explotación ganadera, la plantación de trufa, el huerto y de lo que se trata es de hacer un enoturismo de kilómetro 0 y sostenible», explica Jaime Postigo.
Este nuevo proyecto «va vinculado a la casa de ocio dentro de la finca, es una ampliación para dotarle de mayor servicio para las visitas» y «tiene como objetivo mantener los criterios de toda la visión que tenemos en Bosque de Matasnos, que sea autosuficiente y cero huella de carbono, por lo que va con energía renovables y autosuficiente en las necesidades de agua y en generación y consumo eléctrico» recalca Postigo.
Al llevar una línea continuista de la filosofía sostenible de esta iniciativa vitivinícola, el coste inicial de la inversión es más elevados «pero luego tiene un retorno a medio o largo plazo que justifica el esfuerzo», al eliminar los pagos de suministros en el futuro y con la búsqueda de «tratar de ser neutros en nuestra actividad para el entorno», como reconoce el socio fundador y CEO de Bosque de Matasnos. «Estamos en un paraje privilegiado de la naturaleza y entendemos que lo que tenemos que hacer es mejorarlos», declara Postigo.
Este nuevo centro de enoturismo permitirá la creación de, al menos, un nuevo puesto de trabajo, que se suma a los 13 con los que cuenta ya la plantilla de la bodega.
Comunión con el bosque. Esta bodega cuenta con una superficie de 2.500 metros cuadrados en los que se ubica la nave elaboradora y se ha diseñado buscando la integración con el paraje para no resaltar de forma negativa. Además, al estar en medio de la naturaleza, dentro de esa finca y alejada del casco urbano, es una edificación 100% autosuficiente, utilizando materiales de alta calificación energética y todo el consumo que genera la actividad lo genera la misma bodega, con el agua proveniente de un pozo, la electricidad de placas solares y la energía térmica de la biomasa que procede del propio bosque, con lo que se logra una reducción máxima de la huella de carbono.
La bodega produce hasta 500.000 kilos de uva, lo que supone unas 400.000 botellas. Tiene una extensión total de 240 hectáreas, de las cuales 42 de ellas son de viñedo, 80 de bosque y el resto de cereal. Además de vino, producen y comercializan uva, miel, cereal y trufas, todo ello en ecológico, sin olvidar el cuidado del rebaño de ovejas de la finca, que tienen diversos beneficios porque ayudan a mantener el bosque limpio y libre de incendios, mientras que se utilizan sus excrementos como parte natural del compostaje con el que tratan los residuos orgánicos.