Diario de Burgos

"En los años duros de ETA ser edil del PP no era un chollo"

H. JIMÉNEZ / Burgos
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Jesús Berzosa es uno de esos hombres y esta es (parte de) su historia

Berzosa posa bajo el retrato de sus bisabuelos maternos: el pintor Blas González García-Valladolid y su esposa, Anastasia Francisca Manso Martínez - Foto: Valdivielso

* Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el pasado 18 de enero.

Por su consulta del Hospital General Yagüe han pasado miles de bebés burgaleses y sus correspondientes miles de madres. Alguna todavía le recuerda, cuando se encuentran por la calle, que ese muchacho o muchacha, ya mozos o plenamente adultos, vinieron al mundo estando él presente. A lo largo de una dilatada carrera profesional, entre 1977 y 2013 fue jefe de sección de Ginecología pero además, en paralelo, desarrolló una actividad política que le llevó a ser en distintas etapas concejal, diputado provincial o procurador en las Cortes de Castilla y León. Y siempre con un característico bigote, desde que hizo la mili hasta que se jubiló.

Jesús Berzosa González nació en 1947 en la pequeña localidad de Cogeces de Íscar, Valladolid. Fue el tercero de cuatro hermanos a los que desde niños inculcaron la importancia de estudiar, pues no en vano sus padres eran los maestros del pueblo. Por eso en cuanto acabó la enseñanza primaria aprobó el ingreso en el Colegio de Lourdes de la capital pucelana y en su internado estuvo de 1957 a 1963.

"Salí de mi casa con 10 años, algo impensable para los niños de hoy en día. Solo volvíamos al pueblo en Navidad, Semana Santa y verano y ya se daba por hecho nuestro cuidado y nuestra responsabilidad personal. Teníamos que mandar la ropa para que nos la lavaran, que iba y venía en el coche de línea", recuerda.

Su abuelo era médico, aunque murió siendo su madre muy joven, por lo que ella tuvo que ponerse a trabajar enseguida. Así que la tradición familiar pesó en el joven Berzosa, que aprovechó la presencia de la Facultad de Medicina en la Universidad de Valladolid para estudiar una carrera de las que antes se consideraban 'de provecho' cerca de sus padres y hermanos.

"El peso de la familia entonces era tremendo, por una mezcla entre tradición y economía. Los padres más o menos te orientaban hacia dónde ir, hasta dónde podían pagar los gastos, y a la hora de elegir una especialidad tuvo mucho que ver que un primo mío ya era ginecólogo. Así que me decidí por eso", relata.

Ingresó en la catedral del profesor José Ramón del Sol, que era el rector cuando un episodio de protestas estudiantiles acabó con el cierre temporal de la Universidad en el año 1975 con el franquismo moribundo, y se formó durante cuatro o cinco años con él.

Por aquella época conoció a su futura mujer, Marián, que era una joven enfermera de la localidad burgalesa de Briviesca. Y el destino quiso que en el año 1977 saliera una plaza de adjunto en Burgos capital, así que decidieron venirse a vivir aquí. Llegó un 28 de diciembre y, siguiendo el tópico más comúnmente repetido entre los foráneos que ponen su primer pie a orillas del Arlanzón, su debut estuvo marcado por la climatología: "Hacía un frío horrible. El director médico era el doctor José Luis Santamaría (que ahora tiene dedicado un centro de salud a su nombre) y recuerdo que me encasquetó mi primera guardia el 1 de enero de 1978. Me había ido a pasar el fin de año a Valladolid y al regresar, por la carretera que, por supuesto, entonces todavía no estaba desdoblada, me pusieron una multa".

Llegó inicialmente él solo, aunque pronto le acompañaría su esposa, y alquiló un piso en la avenida del Vena donde pasó "un enero helador, comiendo de latas y escuchando en la radio debates sobre la Universidad a los que llamaba para entretenerme un poco".

Pronto le surgió la oportunidad de convertirse en jefe de sección o jefe clínico mediante un concurso oposición en el año 1981. "Fue la última oposición que salió porque a partir de ahí, con el PSOE en el Gobierno desde el 82, empezaron a cubrir las jefaturas de forma 'digital' y aquello supuso una inflexión en mi vida".

Berzosa desliza aquí su primera referencia política, pues asegura que fue entonces cuando decidió participar en lo que denomina "sociedad civil" como una forma de emplear su tiempo libre: "No he tenido consulta privada, nunca me interesó ser tan esclavo de la profesión ni ganar un dinero que se pagaba bien, pero yo dedicaba las tardes a otras cosas como hacer trabajos de investigación". De ahí han salido más de 100 artículos en distintas publicaciones científicas y su nombramiento muchos años después, a propuesta de Castilla y León, como socio de honor de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.

Él se encargaba del área materno-infantil. Ha tratado multitud de patologías relacionadas con el embarazo, ha atendido cientos de partos naturales y de cesáreas y casi siempre lo hizo en el desaparecido Hospital General Yagüe, pues solamente trabajó unos meses en el nuevo Hospital Universitario. "El Yagüe era viejo, caduco y con una distribución muy mala, pero el contacto entre los profesionales y los pacientes era muy estrecho y yo recuerdo mi labor allí como algo humanamente muy enriquecedor. El HUBU en ese sentido es más frío, yo siempre bromeo diciendo que para ir a la cafetería hay que pedirse un 'moscoso', pero no cabe duda de que en cuestión de infraestructura es un edificio excepcional. Eso sí, también en lo malo, porque el acceso es demencial", apunta.

Berzosa vivió en primera fila y por partida doble el debate de aquellos años sobre el futuro hospitalario de la ciudad. Era al mismo tiempo político y sanitario, y explica que su opción siempre fue la de construir un hospital nuevo, "porque era lo que se necesitaba en aquel momento aunque el Gobierno lo que tenía previsto era una reforma". Y añade, sobre el antiguo Yagüe, que "en ese hospital una pandemia como la que estamos sufriendo ahora habría sido imposible de gestionar, con esos espacios, con habitaciones en las que llegó a haber seis enfermos. Esos ascensores que iban siempre repletos de gente… Burgos ha ganado muchísimo con el HUBU y solo te das verdaderamente cuenta cuando te toca ir a otros hospitales en otras ciudades".

En octubre de 1993, cuando su carrera como médico estaba ya muy asentada, recibe una llamada un viernes a la hora de comer. Era Juan Vicente Herrera, al que no conocía de nada hasta esa conversación, y le proponía convertirse en vicesecretario del Partido Popular de Burgos a partir del día siguiente. "Nunca supe por qué me llamó ni yo se lo pregunté. Y casi mejor, porque en política siempre parece que incluso cuando cumples años lo haces gracias a alguien". Aceptó, evidentemente, y dos años después entró en la lista del Ayuntamiento de Burgos.

Fue en la legislatura del alcalde Valentín Niño, con un PP que todavía tenía mayoría absoluta pero él no entró a formar parte de la Junta de Gobierno y se centró en la Diputación Provincial, donde fue vicepresidente segundo y responsable de las comisiones de Sanidad, Cultura y Turismo.

Impulsor del Camino del Cid. Allí, entre 1995 y 1999, puso en marcha el proyecto del Camino del Cid, un fruto de su recorrido político del que está especialmente orgulloso, pero tras solo cuatro años solicitó figurar únicamente en las listas municipales. Entonces llegó un mal resultado electoral y el tripartito de PSOE, IU y Tierra Comunera mandó a la oposición a los populares. En aquella campaña electoral sufrió un grave accidente de Tráfico cuando volvía de Tarragona junto al concejal Eduardo Francés, precisamente de presentar la ruta cidiana.

Durante los años en que ETA perseguía a los concejales del PP, y principalmente a raíz del asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, recuerda con emoción cómo tenía que ir acompañado por un escolta a todos lados. A cenar con su mujer, a hacer la compra, a dar un paseo… "A veces le engañaba un poco, le decía que no iba a salir más de casa y luego me echaban la bronca", apunta. Tenía que mirar en los bajos del coche cada mañana y el escolta subía con él hasta la planta del hospital General Yagüe "así que mis compañeros sabían perfectamente que mi actividad política no era ningún chollo, sino más bien todo lo contrario".

Tras un paréntesis en su vida política entre 2003 y 2007, en este último año formó parte de las listas autonómicas y logró convertirse en procurador en las Cortes de Castilla y León, donde fue portavoz de la Comisión de Sanidad. Y pese a todo, nunca dejó su profesión.

"Mi padre me dijo en 1993, cuando empezaba, que no abandonase la medicina y su consejo lo he seguido a rajatabla. Mi profesión me gustaba, no quería liberarme de ella y mi puesto de trabajo me daba una independencia, un lugar al que volver sin necesidad de tener que reciclarme si lo hubiera dejado un tiempo. Y además, así nunca me despegué de la problemática social y familiar de mis pacientes. Eso lo tuve a gala".

De las tres instituciones por las que ha pasado, Berzosa guarda un especial buen recuerdo de la Diputación. "Allí me volqué, hice una enorme cantidad de kilómetros y visité y me reuní con un montón de gente". Un diario que conserva desde entonces da fe de la actividad frenética que desarrolló esa temporada.

La querencia política ha sido heredada por su hijo Jorge, que es concejal del Ayuntamiento de Burgos (ahora en la oposición, la legislatura pasada en el gobierno), pero sostiene Jesús: "Yo le doy algún consejo, pero tiene criterio propio. Estamos en otra época, aunque hay hechos y valores inmutables como el compromiso, la dedicación y la necesidad de trabajar muchas horas, estés en el puesto que estés".

Autor de tres libros. Berzosa tuvo también una faceta curiosa como directivo del club de fútbol Los Vadillos y llegó a ejercer de juez de línea ("es dificilísimo ver el fuera de juego") pero ahora, en su jubilación, disfruta de otra manera del tiempo libre. Lo ha empleado, sobre todo, en escribir y el resultado han sido tres libros: en Recuerdos de la infancia elogia a su querido Cogeces de Íscar, en Memorias de un internado repasa sus vivencias con los Hermanos de la Salle en Valladolid y en El Cid. La gesta del camino, un libro que editó la Diputación Provincial, cuenta cómo surgió el proyecto de crear una ruta desde Vivar a Valencia que siguiera los pasos del legendario héroe castellano y que se convirtiera en nuevo itinerario cultural de conexión entre territorios y de conservación histórica tras muchas décadas (o incluso siglos) olvidado.

¿Y qué opina él, como profesional de la sanidad, de la gestión de esta pandemia que a todos nos tiene en vilo hace 10 meses? "No tengo los conocimientos suficientes como para opinar sobre las medidas restrictivas", advierte, "pero hay muchas medidas que no nos están explicando de forma suficiente y desde el punto de vista médico es ininteligible". Se refiere, por ejemplo, al límite de asistentes que se impuso para las celebraciones religiosas o al de miembros de una familia que podían pasar juntos los días clave de la Navidad. "Se habló de un límite de 6 y luego se dejó en 10. ¿Pero por qué no 5, 7 u 8?".

A su juicio, está claro que la prioridad debe ser salvar vidas y recurre al latín para subrayarlo con la cita clásica de primum vivere, deinde philosophari, aunque añade que "no se puede descuidar la economía, porque cuando todo esto pase tendremos que seguir viviendo".

Berzosa, como orgulloso miembro fundador de la Fundación Burgos por la Investigación de la Salud nacida en 1992 y que ha perdurado en el tiempo, echa de menos "una acción más coordinada entre las administraciones" y sobre todo "un verdadero liderazgo". A todo esto añade un reproche directo al ministro de Sanidad, Salvador Illa: "No puede ser que mienta descaradamente cuando le preguntan si va a ser candidato a la Generalitat, lo niegue y al día siguiente se confirme. ¿Qué credibilidad puede tener ese hombre?".

Siete años después de su retiro de la vida activa, lamenta que el gran problema de la provincia siga siendo la despoblación, que se agrava paulatinamente sin que nadie sepa muy bien cómo hacer eficientes los servicios rurales. Y sobre la capital, destaca que los dos grandes proyectos que tiene por delante la coalición PSOE-Ciudadanos son el bulevar de la calle Vitoria "que boicotearon hace unos años" y la reforma del Mercado norte "que también cuestionaron en la pasada legislatura".

El tiempo dirá cómo funciona el bipartito que actualmente gobierna la ciudad, "pero en la legislatura de Olivares no se hizo nada", apunta, aunque sí valora que el Museo de la Evolución Humana fuera un proyecto impulsado por el primer alcalde socialista "y que logró un consenso político y social total y absoluto". Por el contrario, lamenta que tantos otros proyectos hayan sufrido "contestación" en los últimos años con un alcalde popular y menciona expresamente el parque de la Cruz Roja o el puente de las Rebolledas: "No somos capaces de ponernos de acuerdo ni en lo pequeño".