Diario de Burgos

"Cuesta desengancharte de la política"

H.J.
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Begoña Contreras es una de esas mujeres y esta es (parte de) su historia

Begoña Contreras - Foto: Patricia González

*Este artículo se publicó el 6 de abril de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

No es habitual que alguien tan acostumbrado a vender mensajes optimistas confiese que le ha costado desengancharse de la política. Que volver a su trabajo después de muchos años de pisar moquetas en las Cortes ha sido duro por el esfuerzo que conlleva de reciclaje profesional y personal, y porque pasar de las alturas al barro (metafóricamente hablando) no le agrada a ningún ser humano. Pero Begoña Contreras (Burgos, 1959) quiere ser sincera y admite que mientras fue senadora durante 15 años se sentía "una privilegiada".

Tiene muchas cosas interesantes que decir sobre el presente y el futuro de su Partido Popular, del que conoce perfectamente los entresijos provinciales, pero vayamos atrás en el tiempo para respetar un orden cronológico. Nacida en la clínica de Barrantes y bautizada pocos días después en Santa Águeda, de madre burgalesa y de padre granadino, era la menor de cinco hermanos y se llevaba bastante diferencia de edad con el resto.

Cursó la primaria en el Jesús María y el bachillerato en el López de Mendoza. Y cuando llegó el momento de plantearse su futuro, reconoce que no sabe muy bien por qué eligió estudiar Farmacia cuando su vocación juvenil había sido la arquitectura. "Por aquel entonces casi ninguna chica de mi entorno estudiaba, quizás alguna sí pero más que nada por decir que seguías estudiando o por el interés de sus padres, pero no con una idea firme de pensar en trabajar", relata. Eran tiempos en que la trayectoria natural para la mitad femenina de la sociedad seguía siendo la de casarse, formar una familia y ocuparse de la casa y los hijos.

Su madre estudió Magisterio y después tuvo que aprender forzosamente conocimientos de enfermería en la Guerra Civil, pero no ejercía. Su padre era ingeniero industrial y vino a Burgos a montar la Cellophane, y gracias al empuje de ambos y porque una hermana suya también había estudiado Farmacia se decidió por esa carrera.

Ninguna de ellas, sin embargo, ha tenido oficina propia porque "cuando empezamos a pensarlo las farmacias ya no eran los negocios seguros de antaño, cuando el titular apenas pasaba por ellos y funcionaban solas. Se habían puesto carísimos los traspasos y no nos merecía la pena".

Total, que en 1982 y tras hacer varias sustituciones y guardias prácticamente gratis en farmacias de la calle Briviesca o la de la Avenida del Vena, encontró su primer trabajo en la desaparecida fábrica de piensos de Mariano Pérez, ubicada en la calle Abad Maluenda. Allí necesitaban manejar medicamentos de uso veterinario y la contrataron para estar en el laboratorio, "durante los años del paro de Felipe González", apostilla sin dejar de pensar en política.

Pero se cansó. Aquello no era lo suyo y con el dinero del desempleo se fue 9 meses a Inglaterra, a estudiar inglés a la sureña Bournemouth. Cuando acabó aquella experiencia, de la que guarda un grato recuerdo, se volvió a Burgos y tras una breve etapa de aprendizaje de farmacia hospitalaria en el General Yagüe encontró su lugar definitivo en el Hospital de la Cruz Roja (ahora Recoletas).

La llamada de Herrera. Un día de 1995, cuando estaba inmersa en los preparativos de la boda que había programado para septiembre de ese mismo año, Juan Vicente Herrera la llamó. El entonces presidente del PP de Burgos sabía que estaba afiliada al partido y le propuso ir en la lista municipal que encabezaba Valentín Niño. "Te lo vas a pasar bien", fue la frase de su ‘jefe’ que se le quedó grabada a Contreras. "Y encima tuvo razón", bromea.

Fue así como inició su primera experiencia política. Recuerda que en su primera entrevista en Diario de Burgos le pidieron posar "junto a un arbusto de la calle San Pedro de Cardeña porque el periodista me dijo que iba a ser la concejala de Medio Ambiente", aunque ella todavía no lo sabía. Y en efecto fue la responsable de este área durante la legislatura 1995-1999.

"Sí que me lo pasé bien, teníamos una súper mayoría absoluta de 16 sobre 27 que nos permitía repartir las responsabilidades, aunque ya por entonces ser concejala era un sinvivir de trabajo y de correr para un sitio y para el otro cuando las oficinas municipales estaban desperdigadas por varias ubicaciones", explica.

De aquella época se siente muy orgullosa de haber planificado y elegido la ubicación del vertedero de Abajas, pese a la contestación social que despertó en su momento. "Manolo Ortega, el que luego fuera concejal de Izquierda Unida, me hizo hasta manifestaciones y luego resulta que fue quien cortó la cinta inaugural".

En la siguiente convocatoria electoral, la de 1999, el Partido Popular de Burgos se llevó el mayor batacazo de su historia. "Estábamos en una nube. No nos dimos cuenta de la que se nos venía encima. Fue un revolcón totalmente inesperado e injusto", reflexiona Contreras. Se vieron obligados a adaptarse a un nuevo papel, frente al alcalde socialista Ángel Olivares y al tripartito luego convertido en ‘bi’ tras la espantada de Tierra Comunera, pero dice que "de política se aprende mucho más en la oposición en el Gobierno. No de gestión, claro, pero sí de cómo meter la cuña y de cómo se pueden cambiar las cosas también aunque no estés gobernando".

Salto a Madrid. Como integrante del primer equipo de Juan Carlos Aparicio recuperaron la Alcaldía pero "ya no estaba a gusto en el Ayuntamiento, me sentía un tanto desubicada. Era una de las pocas junto a Orden Vigara que provenía de la anterior legislatura y al año siguiente me ofrecieron ir en la candidatura al Senado".

Justo por detrás del exministro de Trabajo, puesto que todavía en aquellos tiempos las listas debían respetar el orden alfabético del primer apellido, aterrizó en la Cámara Alta y de repente vivió en directo la caída del aznarismo. "El de 2004 fue duro, el mismo palo o peor que el de 1999 en el Ayuntamiento de Burgos".

Ya tenía a sus tres hijos (dos mellizos y una niña) y le tocó reinventarse de nuevo haciendo oposición en Madrid. "Pero aquello es otra cosa. Lo que te ayudan los asesores a preparar las cosas y a los discursos es una gozada, no como en Burgos que había que currárselo todo y estabas sola ante el peligro".

Desde entonces y hasta el año pasado ha estado quince años en el Senado y tanto tiempo le ha dado para que el PP volviese a gobernar durante los 7 años de Rajoy o a lograr que el Gobierno rectificase en su intención inicial de poner el intercambiador de ancho de vías en Quintanilleja (lo que habría penalizado aún más a Burgos con el AVE que sigue pendiente de llegar).

Cita también Castrovido, "uno de los proyectos con los que más he estado involucrada y he luchado por ello con muchas vicisitudes. Zapatero paralizó el proyecto, lo demoró con sobrecostes y después llegó el accidente, pero es uno de las cosas en las que me he interesado de una manera especial. Y será muy importante cuando se ponga en marcha para el déficit que tiene esa comarca del Arlanza, tanto en cuanto al riego como para prevenir las avenidas que han supuesto muchas pérdidas económicas".

Y finalmente le tocó vivir la moción de censura de 2018 y posteriormente quedarse fuera de las últimas listas en las Generales por decisión de su partido. Ahí es cuando volvemos al principio de nuestra conversación, a la admisión de que "estaba contenta en el Senado, quería seguir y no había pensado en el final". Y a su reflexión sobre el desprestigio de la clase política acrecentado durante los últimos años. "La gente habla fatal de nosotros, de todos los políticos, de que nos dan un teléfono, un iPad… pero la realidad es que trabajamos bastante. Las críticas son excesivas e inmerecidas".

Cuenta que la pérdida de credibilidad de su colectivo le provocó incluso que perdiera las ganas de salir con mucha gente. "Me cansé de escuchar determinadas cosas a todas horas. Ya no podías dar una vuelta con los amigos mientras era Navidad porque te decían que estabas de vacaciones y que menuda vida llevabas. Y es verdad que estar en las Cortes está muy bien pagado, de eso no podemos quejarnos, porque se gana dinero, pero mientras la gente dice que nos lo estamos llevando crudo alguno también sugiere que deberíamos cobrar más porque si no metemos todos la mano en la caja", explica con una mezcla de resignación y tristeza.

Tres lustros después de embarcarse en la aventura madrileña, regresó a su puesto de trabajo "porque yo sí tenía dónde volver". Tuvo que ponerse las pilas a marchas forzadas con una especie de reciclaje intensivo y ha aterrizado de nuevo en Recoletas a un trabajo "que me gusta, y mucho", pero en un momento terrible en el que ahora le toca afrontar la mayor crisis sanitaria del último siglo, lidiando con las compras de material entre otras cuestiones.

El momento actual del PP. Lleva unos meses procurando desconectar de la vida que llevaba antes, leyendo pocos periódicos, escuchando menos radio y viendo menos tele. Esta ‘desintoxicación’ la considera necesaria para poder limpiar cuerpo y mente de la labor que le ha ocupado durante las últimas dos décadas y media, pero aun así no evita reflexionar también sobre el momento político que vive el Partido Popular de Burgos, condenado definitivamente a la oposición municipal tras el fracaso de la moción de censura.

Se la nota dolida: "Lo veo como algo triste. Los resultados que sacamos en mayo de 2019 fueron por algo y no se aprecia ninguna autocrítica, cuando es evidente que no se pueden equivocar tantos electores y todos a la vez. En los sucesivos comicios cada vez nos ha ido peor, por algo será, en Burgos fueron especialmente ruinosos los resultados y a algunos ya no tienen que enseñarnos a leerlos porque sabemos hacerlo perfectamente".

A su juicio, la principal explicación hay que encontrarla en "la desconexión con el electorado", en un desencanto que asegura haber encontrado entre los antiguos votantes populares "no sé si cansados de nuestras caras o de nuestros mensajes, pero creo que es más bien de esto último", apunta.

A ella ya la obligaron a quitar su rostro de los últimos carteles electorales y ahora, según su razonamiento, falta todavía que su partido renueve el discurso para lograr de nuevo el favor del ciudadano.