Diario de Burgos

El precio de los locales en los barrios de Aranda se hunde

I.M.L. / Aranda
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Mientras en el centro comercial los alquileres superan los 1.500 euros, en las calles de la periferia se ha registrado un bajón del 40% en las últimas dos décadas y, aun así, las nuevas aperturas son la excepción

En el Polígono Residencial hay plazas, como la de la Laguna Negra, que acumulan media docena de locales cerrados. - Foto: Valdivielso

La burbuja inmobiliaria de los locales comerciales en la capital ribereña va por barrios, y nunca mejor dicho. Los precios entre la zona centro de Aranda, donde se aglutina gran parte del comercio y los servicios de la ciudad, y las barriadas periféricas pueden llegar a multiplicarse hasta por tres. Una diferencia que se ha incrementado de forma exponencial en los últimos años porque, mientras los propietarios de locales en calles céntricas como Isilla o los Jardines de don Diego no han modificado la cifra fijada para su alquiler, los que poseen un bajo en alguno de los barrios arandinos han visto cómo en las dos últimas décadas se han devaluado un 40%. 

En cifras concretas, los precios que se manejan en el mercado del alquiler de locales en el centro rondan los 1.500 euros mensuales para espacios de unos 100 metros cuadrados. «Las cifras se mantienen más o menos estables en los últimos años en estas zonas, del orden de 12 a 15 euros el metro cuadrado, y los que tienen un local en el centro no suelen negociar el precio, la cifra que dan es la que mantienen», apunta Juan Carlos Ubis, de la inmobiliaria que lleva su apellido, que tiene en cartera en torno a 40 locales disponibles en distintas zonas de Aranda.

Estas cantidades se reducen de forma significativa cuanto más lejos del centro esté el local comercial. En los barrios más alejados, como el Polígono Residencial o Estación, los precios son una tercera parte. «Depende del estado del local, de la situación, del número de metros que tenga, pero si está en primera fila puede llegar a valer 700 euros, y en segunda o tercera fila ya baja hasta los 400 o más», asegura Carmen Cob, de Alfa Inmobiliaria. De hecho, en las negociaciones entre arrendatario y propietario, casi no existe regateo a la hora de firmar un contrato de alquiler. «Suelen aceptar lo que le quieran dar, no hay casi demanda y los dueños lo alquilan sin exigir grandes precios», apunta Ubis.

Aun así,  la cantidad de locales comerciales vacíos se va incrementando año a año, porque los interesados en alquilar para abrir un negocio cada vez son menos. «Hace siete años, había mucho interés de franquicias por conocer el precio de los locales, pero eso se ha acabado hace tiempo», reconoce Cob que, por experiencia, tiene constatado que «los locales que están en los barrios suelen ocuparlos pequeños autónomos que quieren tener ahí su exposición y oficina, no es abren negocios como los que había antes». Una circunstancia que está dejando a los barrios vacíos de muchas de las tiendas que eran habituales, como las de alimentación, que cierran con la jubilación de sus gerentes y no encuentran relevo para continuar abiertas. «El comercio local se ha depreciado mucho y las compras en internet no ayudan a que la gente se anime a abrir una tienda; eso, sumado a que a los jóvenes les cuesta emprender y el coste de los alquileres, hace que las tiendas cerradas se acumulen», reflexiona Ubis.

Así, a la ristra de locales vacíos que acumula la calle Isilla, se suman los de las vías a su alrededor, que desde la pandemia están sufriendo una crisis de persianas echadas. «No hay que mirar más allá de las calles Béjar o San Antonio, que antes estaban llenas de tiendas y ahora son más los locales vacíos», pone Juan Carlos Ubis como ejemplos paradigmáticos de la situación. «Está todo muy parado, no es que no se alquile, es que casi no tenemos consultas sobre locales comerciales», constata Cob.

Y las pocas aperturas que se están realizando, muchas corresponden a traslados de ubicación, no a nuevos comercios. Es el caso de un gran local en la calle Santa Lucía, que ahora ocupa una aseguradora, o, justo enfrente, el bajo que fue una tienda de moda infantil hace varios años se va a convertir en breve en una notaría que se traslada de su actual local para estar más céntrica.