Sabemos que lo poco complace, mas lo mucho enfada, así que damos por bien terminadas las fiestas mayores de nuestro robusto poema tallado en granito, después de unos cuantos días que nos han dejado poco tiempo para el sosiego y en los que hemos asistido a alardes pirotécnicos, corridas de toros y conciertos de grupos de corte moderno, y, hasta hemos alargado algún que otro aperitivo hasta la imprudencia. Ya podemos entregarnos a placeres más tranquilos, entre los que un servidor tiene apuntado acudir sin más demora al cine a ver la nueva entrega del último gran aventurero del séptimo arte, Indiana Jones, ese intrépido arqueólogo que abandona cada dos por tres las aulas universitarias para calarse su fedora de fieltro marrón y salvar reliquias sagradas y tesoros fabulosos de las manos de aviesos nazis. La saga no puede anunciar un escenario más tentador: el tiempo pasa para todos, así que el viejo doctor Jones es ahora un venerable señor jubilado a quien una sirena que le canturrea al oído le hará levantarse del sofá para emprender una nueva peripecia.
El PSOE de Pedro Sánchez parece haber tomado nota de lo que la industria de Hollywood ha hecho con Indiana Jones y ha decidido rescatar de la vitrina de los jarrones chinos a otro augusto pensionista, José Luis Rodríguez Zapatero, para que participe en la batalla electoral que se libra estos días. Contra todo pronóstico, Zapatero se ha convertido en la estrella de la precampaña, demostrando un ardor guerrero y un poder de convicción que pocos le suponían. El político leonés arrasa en las redes merced a su incursión en los hostiles territorios del programa de Carlos Herrera y a las sucesivas entrevistas que desde entonces ha ido concediendo, en las que reivindica su legado, defiende con contundencia los resultados económicos del 'sanchismo' y alerta del riesgo de involucionismo democrático que, a su parecer, lleva aparejado un posible pacto entre PP y Vox.
Si los socialistas han encontrado o no en Zapatero la piedra filosofal que haga posible una nueva pirueta del superviviente Sánchez, solo lo sabremos cuando se desprecinten las urnas; pero lo que no se puede cuestionar es que el expresidente ha animado una campaña que se presentaba tan previsible y superficial como la cartelera de cine en verano.