Con el cartel de 'no hay entradas' ya colgado, para la organización de Sonorama Ribera empieza a aparecer el peligro de la reventa, algo que no había sido una preocupación en ediciones anteriores al no haber problemas para hacerse con un bono o entrada de día hasta última hora. Todavía quedan algunos de estos últimos tiques en la web oficial del festival, pero su director, Javier Ajenjo, no esconde que «nos preocupa la reventa, que está tan en boca de todos ahora».

El foco está puesto, sobre todo, en aquellos bonos que se han podido adquirir durante las promociones en Aranda o a través de alguna de las asociaciones con las que colaborar la organización. «De momento no nos afecta demasiado pero, si no hay bonos, arrancará, y no podemos estar haciendo promociones adecuadas para los arandinos a unos precios reducidos, como las peñas, y que la gente luego haga negocio con eso, sería una pena», lamenta Ajenjo, que hace un llamamiento para «tratar de concienciar a la gente para que funcione de una manera normal».

A lo largo de los últimos meses, en el Café Central de la capital ribereña se han podido comprar bonos a 75 euros, y a través de colectivos como las peñas arandinas también se han vendido a precios reducidos, a 62 euros. Además, con el fin de colaborar y apoyar a las asociaciones que trabajan en el ámbito social en Aranda, ya se ha lanzado la posibilidad de comprar los denominados Bonos Charity, o solidarios. Estos bonos, además de dar la posibilidad de acudir al festival a un precio más ventajoso para los socios y voluntarios de las diferentes asociaciones, servirán para recaudar fondos con los que financiar algún proyecto o servicio que tenga en marcha o pretenda lanzar cada asociación. Estos bonos solidarios tienen un precio de 50 euros, pero sólo se puede acceder a ellos si se es socio o voluntario de alguno de estos colectivos sociales arandinos.

Estas ventas especiales, algunas con un marcado carácter solidario, es una de las formas que tiene Sonorama Ribera de colaborar con la sociedad de Aranda de Duero y hacer que los arandinos sientan suyo el festival para que pueda seguir siendo uno de los hitos culturales y sociales de la capital ribereña. El hecho de que la reventa pueda producirse es una circunstancia difícil de controlar, más allá de pedir a los compradores que sólo adquieran su entrada en los canales oficiales.