Diario de Burgos

Javier Maté: "En el Real Madrid jugué poco pero aprendí mucho"

RODRIGO C. LEÓN / Aranda
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Segoviano de nacimiento pero arandino de adopción, Javier Maté se formó en la Gimnástica Arandina antes de fichar por el Real Madrid, con el que ganó una Liga. Más tarde jugó en el Burgos CF y es una institución en el Celta de Vigo

Javier Maté, en el estadio Juan Carlos Higuero, con las camisetas del Real Madrid y de la Arandina. - Foto: Rodrigo C. León

Para Javier Maté, el fútbol empezó como un juego de niños. A pesar de ser natural de Aldealengua de Santa María (Segovia), él se considera 'arandino de adopción'. Muy joven se trasladó a la capital ribereña, en donde encontró una vocación. Más tarde se transformaría en profesión. La Gimnástica Arandina le formó y le dio la oportunidad de dar el salto al primer equipo con tan sólo 14 años. Lo que no sabía, es que aquellos dos años y medio como senior le cambiarían la vida por completo. Pasó de vestir la elástica blanquiazul a fichar por todo un Real Madrid, con el que incluso llegó a debutar y coronarse campeón de liga. Su paso por la Casa Blanca le sirvió de aprendizaje para catapultarse de por vida en Primera y Segunda División, enrolado en las filas del Burgos y más tarde en el Celta de Vigo, donde es toda una institución gracias a sus más de 350 partidos como celeste.

La historia de Javier Maté refleja a la perfección la enorme evolución del fútbol actual. «Empecé a jugar con los senior siendo cadete. Me tuvieron que falsificar la ficha porque al ser de primer año no podía jugar. Hubo un problema con los porteros y el entrenador Víctor Pestaña apostó por mí y me puso a jugar». El arquero debutó con 14 años, una circunstancia respaldada por sus compañeros, los cuales «tenían que proteger pero también espabilar».

50 años después, Maté recuerda a la perfección el día de su debut con la Gimnástica. Un jovencísimo guardameta se estrenó en la portería blanquiazul en la derrota por 0-1 ante el Atlético Astorga. Un recuerdo tan nítido del que destaca el realismo interior de aquella situación. «Yo creía que habían sido las circunstancias y no jugaría más. Pero sorprendentemente, la siguiente jornada fuimos a jugar al Helmántico y allí aparecí. La verdad es que ese día paré tremendo, los compañeros me sacaron a hombros. Cuando vuelvo a ese estadio se me encoge aún el corazón, allí me di cuenta de que podía hacer algo como futbolista».

Jugar en la Gimnástica era maravilloso. Jugar en el Bernabéu era algo para que los demás se sintieran orgullosos de ti»

De su etapa en la Gimnástica, el arquero guarda una enorme colección de instantes de aquellos partidos como blanquiazul que le convirtieron en profesional. Valga la redundancia, el Astorga repite en su hemeroteca. Aunque con otro tinte. «Me dieron un codazo y no se dio importancia. Yo tosía y más tarde me diagnosticaron una rotura parcial de esternón. Me vendaron y jugué el domingo siguiente sin casi poder respirar», relata con el mismo orgullo de aquel niño de 15 años. Una situación impensable, como la que también vivió en una de sus salidas a Segovia. «En Cuéllar nos mataron a hostias materialmente. Me daban con un paraguas en la cabeza, no había más que dos policías… Fue tremendo».

Estos dos años y medio en la Gimnástica, Maté los describe como «el maravilloso proceso de iniciación de alguien que quiere hacer de su ilusión, su profesión». Un aprendizaje que también se vivía en su casa, aunque el fútbol no era el tema de conversación principal con sus padres. «Cuando la gente les hablaba por la calle de que su hijo jugaba al fútbol, empezaron a sentir mi realidad. De hecho, mis abuelos ni sabían que jugaba al fútbol», relata emocionado.

Aquellos golpes de realidad constantes sobre los campos más modestos, «inmunizaron» a Maté. Le trasladaron una cultura del esfuerzo que lleva grabada a flor de piel: «me inculcaron una manera de ser. De quien sin ganar nada, lo daba todo». Y tras años de perseverancia, se abrió la puerta maestra para que se gestara su fichaje por el Real Madrid: la convocatoria de la Selección Española Juvenil. El panorama nacional alucinaba con la precocidad y valentía del guardameta en un equipo tan humilde. Por ello, los hermanos Lesmes intentaron su fichaje por el Valladolid sin éxito, como también lo hicieron el Real Zaragoza o el Burgos. No obstante, la grandeza del Real Madrid fue la única capaz de sacar a Javier Maté.

Tras mi debut con la Gimnástica, pensé que habían sido las circunstancias y  que no volvería a jugar más»

«Aún me faltaba año y medio juvenil. El primer año no me hicieron ficha para que me adaptara. En resumidas cuentas, me quitaron el olor a pueblerino». No obstante, su progresión no tardó en encandilar al club, hasta el punto de ser un asiduo en las sesiones del primer equipo con 18 años. Tras finalizar su etapa formativa pasó al Castilla, en donde logró el ascenso a Segunda División y llegó la oportunidad de su vida. Una lesión de Miguel Ángel provocó su convocatoria con un primer equipo conformado por Del Bosque, Pirri, García Remón, Santillana, Benito, Breitner, Stielike…

Tras estar en dinámica del plantel principal durante todo el curso 1978/79, Luis Molowny quiso hacer partícipe a Javier Maté del título liguero en la última jornada frente al Racing de Santander en el Bernabéu. El Real Madrid se impuso por 5-1, pero el segoviano podía evitar echar una mirada a la grada para valorar lo verdaderamente importante. «Había fallecido mi padre el año antes, y yo no tuve la cabeza en otra cosa que no fuera en lo que me hubiese gustado que él me hubiera visto jugar», comenta. Aunque «no sentía responsabilidad», sí notó «algunos temblores de piernas» al verse ante un Santiago Bernabéu hasta la bandera. Ahora, a toro pasado, no puede evitar valorar lo rápido que pasa el tiempo para un futbolista en plena formación. «Habían pasado cinco años desde que un niño iba en bicicleta a ver a la Gimnástica Arandina. Jugar en la Gimnástica era algo maravilloso. Increíble. Jugar en el Bernabéu era algo para que los demás se sintieran orgullosos de ti».

Casualidades de la vida, su segundo y último partido como merengue lo disputó midiéndose a José Luis Fernández Manzanedo, «su espejo en la Selección de Castilla y León», en una final de Copa en la que el Valencia se impuso por 2-0. «Aunque jugué poco, aprendí mucho en los hoteles y autobuses con las actitudes de los jugadores. Soy un zote en mi vida, pero en un campo de fútbol me daba cuenta de que percibía todas las cosas». Vivencias cientas y anécdotas miles se llevó Maté de su experiencia como blanco. Desde ir a comprar los periódicos para Del Bosque o Pirri hasta la estricta disciplina de aquellos vestuarios. O como él mismo lo denomina, «una universidad gigante». 

En el Madrid jugué poco, pero aprendí mucho en los hoteles y autobuses con las actitudes de los jugadores»

Con el duelo entre Arandina y Real Madrid a la vuelta de la esquina, el sentimiento de orgullo de Maté se palpa a flor de piel. «Me dio una gran alegría por la Arandina. No deja de ser un sueño por cumplir para jugadores y aficionados». Y aunque no puede evitar inclinarse a favor del fútbol modesto, reconoce la «enorme diferencia técnica y táctica» entre ambos conjuntos.