Más allá de las preocupantes cifras de siniestralidad, en la Dirección General de Tráfico hay cierta inquietud por el incremento de algunas conductas peligrosas al volante. La velocidad es una de ellas, por eso le está dando una vuelta a la política de radares. A lo largo de los próximos meses, va a cambiar progresivamente los cajetines y dispositivos e incluso a incorporar alguno más en alguna vía. Algunos, los llamados cinemómetros de tramo. La Jefatura Provincial remitió un informe en el que detallaba cuáles debían permanecer o los lugares que eran susceptibles de incorporar alguno por su peligrosidad en las carreteras burgalesas. 

Los trabajos de sustitución o instalación de nuevos cinemómetros se está llevando a cabo desde hace varias semanas y se alargará a los próximos meses. La idea inicial es tener unos cubículos homogéneos para todos los tipos de radar, pues hasta ahora la variedad de dispositivos limitaba su funcionalidad a la hora de rotarse por las diferentes vías. Por ejemplo, el ubicado en Quintanilla del Agua en la A-1, en sentido Burgos, no tiene nada que ver con el del nudo Landa. Este último es, cabe resaltar, uno de los que más infracciones detecta de toda España. Y entre los diferentes modelos, no descartan la implantación de los llamados radares de tramo. 

La Jefatura Provincial también hizo un repaso sobre la utilidad de los radares que actualmente hay en las carreteras burgalesas y señaló la pertinencia de colocar algunos nuevos en vías donde se produce un mayor índice de siniestralidad o donde se han detectado mayores velocidades. «Hay algunos puntos donde, por razones de intensidades a lo mejor ya no son tan necesarios y otros donde se antojan más urgentes. No depende de nosotros, pero hemos sugerido esos cambios en base a los datos que manejamos», señala el responsable de esta administración, Raúl Galán.