Diario de Burgos

Mucho movimiento de tierra pero poco de gente

I.M.L. / Torresandino
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Torresandino va a estar meses rodeado de obras, entre la construcción de la depuradora y los nuevos caminos de parcelaria, pero el ir y venir de obreros no se deja notar en la economía local

Las obras de la depuradora llaman la atención a la entrada de la localidad cascona por lo abultado de su estructura. - Foto: DB

El día a día de cualquier localidad se ve afectada, en menor o mayor medida, cuando se realizan obras de envergadura en su término municipal. La llegada de máquinas y obreros supone un cambio en la rutina diaria, pero los servicios de los municipios no suelen verse beneficiados por esa mayor actividad. Así lo atestiguan en Torresandino donde, en las últimas semanas, llevan coincidiendo dos cuadrillas importantes de obreros: la que está construyendo la depuradora y la que está trazando los caminos de la concentración parcelaria. Cerca de una veintena de trabajadores que, en una población que supera por poco los 500 habitantes, debería ser un multiplicador de la actividad en el pueblo.

Nada más lejos de la realidad, los vecinos a penas los ven, más allá de cruzarse con ellos en la carretera o cuando paran para comer. «Los de los caminos son de una empresa de Sasamón, van y vienen todos los días, aquí solo vienen a la hora del almuerzo», asegura una vecina que viene de hacer la compra en el único supermercado del municipio. Junto a la caja de este establecimiento, una de sus responsables reconoce que a su negocio está afectando poco la presencia de estos obreros. «Alguna vez vienen, porque también tengo el estanco y las loterías; donde más lo noto es en la cuenta del restaurante, porque si antes me gastaba 100 euros a la semana, ahora puede haber subido a 200, pero nada más», explica el efecto económico de estas obras para ellas.

Y en el único restaurante que da comidas en la localidad -porque el otro solo funciona como bar-, su presencia será fija de martes a viernes mientras dure la obra. «Vienen ocho o diez todos los días a comer, menos el lunes que cierro, pero no es que me compense mucho porque con lo que ha subido todo no se nota en la caja», apunta el dueño del Restaurante La Trocha mientras empieza a sacar las mesas y sillas a la calle para montar su pequeña terraza.

El resto, tranquilidad, ningún efecto ni positivo ni negativo para los vecinos. «Ellos vienen, hacen su trabajo y se van; cuando lo vamos a notar es cuando terminen, porque dejaremos de verter directamente al río y tendremos unos caminos mejores que alguna de las calles; son dos obras muy importantes para el municipio y que llevamos mucho tiempo esperándolas», pone de relieve el hasta ahora alcalde de Torresandino, Alberto Val, que ha revalidado el cargo y podrá ver acabados estos trabajos.