Diario de Burgos

La gran repoblación

P.C.P. / Cubillo del Campo
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El venezolano Alexander Hernández y su bulliciosa prole dan vida a Cubillo del Campo, donde en invierno son casi la mitad del vecindario, aunque varios trabajan en Burgos y Sarracín. El cabeza de familia lleva la cantina con gran éxito

La familia venezolana de Cubillo del Campo, al completo. - Foto: Alberto Rodrigo

En el Bar La Plaza se comen arepas, empanadas y hamburguesas al estilo venezolano. Pero también unas deliciosas bravas con "salsa secreta" que no tienen nada que envidiar a las de la Senda del Elefante de Burgos. En Cubillo del Campo tienen dos fiestas, las patronales de Santa Marina en julio y los bonches que organizan en cuanto pueden Alexander y su bulliciosa prole, que además de constituir prácticamente el 20% del censo del pueblo y la mitad de los habitantes en invierno, le dan la vida durante todo el año. Sus niños son los únicos carajitos que corretean por estas calles.

Solo la pequeña Cristine, de 2 años, ha nacido en España. Noah (4), Gianna (4), su hermano Iker (7) y Anabella (11) -que estudian en el CEIP Fuentes Blancas- vinieron de Venezuela con sus padres y todos se han establecido en Cubillo del Campo, salvo una de las parejas, que vive en la cercana localidad de Saldaña. Aunque trabajen en Burgos -tres en Suministros Cámara- o en establecimientos hosteleros de Sarracín, prefieren mantenerse en torno a Alexander, que actúa como el verdadero pegamento de esta gran familia, integrada por sus tres hijos, sus sobrinos y su suegra. Él los acoge y cuando se estabilizan, encuentran empleo y tejen sus propias redes sociales, vuelan del nido. Pero no muy lejos. Y normalmente obligados, para dejar espacio a los siguientes recién llegados, que demandan más apoyo. No tardará en volver a activarse esta red de acogida, porque ya buscan casa para otros familiares que están deseando establecerse en Cubillo, animados por esa sensación de seguridad de la que carecen allí y por las muchas opciones de conseguir trabajo una vez obtienen los 'papeles'. Lo más costoso resulta "conseguir la cita" para tramitarlos, de media un año de espera.

Se les ve felices, y muy unidos. No parece mera pose para la foto. "¡No, no, no! Nosotros somos así. Tienes que venir a una fiesta. Como a todo venezolano, nos gusta un bonche", comentan. El cargo de director general de eventos lo ocupa Yoel, hijo de Alexander y papá de Cristine. "Donde oigas bulla y veas humear la barbacoa, esa es mi casa", avanza a modo de invitación. Abogado en su país natal, en Burgos ha trabajado "de todo", desde la barra de un bar hasta un taller de neumáticos y la construcción, además de una temporada para el Ayuntamiento de Cubillo del Campo como alguacil de pueblo.

La familia venezolana de Cubillo del Campo, al completo.La familia venezolana de Cubillo del Campo, al completo. - Foto: Alberto Rodrigo
Estamos muy contentos. Hay gran necesidad de cantineros buenos"
Benjamín Alzaga, alcalde de Cubillo del Campo

Este joven ha hecho bien el dicho de 'a la tercera, la vencida'. En 2015 vino por primera vez a España, concretamente a Atapuerca, solo, y regresó. En 2017 lo volvió a intentar pero tampoco cuajó. Y por fin parece que se ha asentado, con su mujer y dos niños. "He pensado en vivir en Burgos, porque todo está más cerca, pero hay algo aquí que me atrae. Estoy bien aquí, me siento en paz, los niños, la seguridad", enumera.

Yoel no es el único de la gran familia Hernández que tiene carrera. Hay licenciados en Derecho, Ingeniería Civil, Arquitectura, Educación... Son gente "muy trabajadora", tal y como confirma el alcalde de Cubillo, Benjamín Alzaga. "Están muy integrados y el comportamiento que tienen es muy bueno", añade, contento de haber ganado población, aunque asume que empiezan a tener "problemas" de disponibilidad de vivienda para nuevos vecinos. Los niños dan alegría -"por allí andan correteando"- y además son los únicos que viven todo el año en Cubillo, después de que la mujer del pastor se marchara a otro pueblo con los suyos.

Alzaga presume de la pareja de cantineros, Alexander (con bisabuelo canario) y su mujer, la envidia de la comarca. "Hacen unas hamburguesas que vienen de todos los pueblos de alrededor a comerlas", confirma el alcalde, que trata de ayudarles en lo que puede. Tienen las antiguas escuelas a su disposición para dar comidas y celebraciones especiales a cubierto, aunque con un par de niños más, podrían solicitar su reapertura a Educación en vez de acudir en bus al colegio de Burgos. Se ríe el alcalde ante semejante planteamiento. "Por mí encantado", apostilla.

Todos los pueblos de alrededor nos han hecho ofertas para llevar el bar, pero de aquí no nos vamos. Tenemos el apoyo del Ayuntamiento"
Alexander Hernández, el primero en llegar

"Desde Sarracín hasta más allá de Covarrubias" asegura Alexander, que exhibe una sonrisa de esas que te reconcilian con el mundo. "Viene un grupo y ese repite y trae a otro" y así se extiende la fama del Bar La Plaza, también por Google gracias a los comentarios de una clientela que valora "el trato, la calidad y los precios, que son más baratos que en Burgos", añade para recalcar que todo lo que sirven es casero. "Las buenas reseñas son lo que más ayuda", reconoce Alexander, que ha sido tentado por muchos alcaldes. "De todos los pueblos de alrededor nos han hecho ofertas para llevar su bar, pero de aquí no nos vamos. No nos dejan", subraya, para agradecer el apoyo del Ayuntamiento de Cubillo.

La pérdida del turismo de cantera

Cubillo del Campo se encuentra en pleno Camino del Cid. Paran en su bar bastantes ciclistas que transitan por esa ruta, pues está a una distancia ideal para realizar una pausa de camino a Covarrubias o a Santo Domingo de Silos. Alexander y su mujer ofrecen un punto de acogida para quienes llegan en bici y no tienen dónde dormir.

Las canteras -"que todo el mundo dice que son de Hontoria pero son de Cubillo"- generaban mucho trabajo para estos hosteleros. Y desde que han cerrado al turismo lo notan. "Llegaba un autocar con 40 0 50 personas y dábamos desayunos, el vermú...", explica Alexander. "La guía que tenían era demasiado buena, se fue y a raíz de eso todo decayó", lamenta.

Soy abogado, pero he trabajado de todo. Hasta de alguacil del pueblo"
Yoel Hernández, hijo de Alexander

Quien para por primera vez "queda sorprendido" de encontrarse este rincón venezolano. Y sale agradecido. "En invierno nos mantenemos por la gente que viene de fuera. Si no, sería difícil", reconoce Alexander, que abre todo el año, en temporada baja descansa los lunes y en verano ni un día.