Con ocasión de la aprobación del uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, nos hemos hartado estos días de escuchar que la diversidad de España nos enriquece a todos. Estoy de acuerdo. Salvo cuando solo sirve para complicarnos la vida, que es bastante a menudo.
Un ejemplo de este caos absurdo es el calendario de acceso a la universidad, que está unificado por comunidades, pero que sirve de entrada para las universidades de todo el país. Pues bien, este proceso arranca con la EBAU (o EvAU, PEvAU, PAU, ABAU o EAU, que es que ni en el nombre somos capaces de llegar a un consenso), que se realiza en fechas diferentes en cada región. Ya empezamos mal. La siguiente fase es la fecha en la que las notas están disponibles, y la tercera es la preinscripción: todo con diferentes plazos. Nada de esto ayuda, pero hasta aquí no tiene mayores consecuencias. Ahora viene cuando la matan, porque la siguiente etapa ya sí que es decisiva: el plazo para matricularse en cada comunidad, que comienza el día en el que se publica el listado de admitidos en sus universidades. Y es que este plazo, que -lo habéis adivinado- también difiere en cada región, es corto y, lo que es mucho peor, no siempre se solapa. Por ejemplo: en nuestra región este año era del 11 al 14 de julio, en Madrid del 14 al 20, y en Asturias del 17 al 25. Esto quiere decir que si un estudiante está pendiente de ser admitido en universidades de estas regiones, tendrá un solo día (el 14 de julio) para decidir entre Madrid y Castilla y León, y esto sin saber si ha sido admitido en Asturias. ¿Qué opciones tiene? Si prefiere nuestra región antes que Madrid, se tendrá que matricular el día 14, y si el 17 descubre que ha entrado en Asturias en una carrera que le gusta más, tendrá que solicitar un traslado de expediente y la devolución de la matrícula a Castilla y León, y repetir todos los trámites en Asturias, incluido el pago de la matrícula de nuevo.
Pero ¿tan difícil es ponerse de acuerdo en unas fechas? Los jóvenes que se han examinado de la selectividad se enfrentan a decisiones complejas sobre su futuro. No añadamos más incertidumbre a este proceso.