Diario de Burgos
Héctor Jiménez

Ni confirmo ni desmiento

Héctor Jiménez


Burgati de verde y oro

27/10/2023

Los ojos de los foráneos ven más allá. Se fijan en otras cosas, detienen su mirada en detalles que al parroquiano le pasan desapercibidos. Valoran lo que en sus ciudades no tienen. Critican menos. Aplauden más.

Lo típico y tópico es contarle al visitante que la joya de Burgos es la Catedral. Que tenemos otras como Las Huelgas o el retablo de San Nicolás o el MEH o San Pedro de Cardeña o el Arco de Santamaría o la morcilla o el queso o las bravas o el viento implacable que ayuda a rebajar el precio de la luz en toda España. Pero casi nadie menciona el gigantesco parque abrazado al Arlanzón, sorprendente y maravilloso. Un tesoro verde que estos días de pleno otoño se viste además de oro. 

Cuando aterricé en estas tierras, hace más de veinte años, por encima de cualquier monumento lo que verdaderamente me sorprendió fueron esos espacios naturales integrados en la ciudad. Empezar a caminar en el Parral, atravesar boquiabierto La Isla, seguir por el Paseo de la Audiencia y el Espolón, cruzar a la margen izquierda para seguir Quinta arriba, El Plantío, Fuente Prior, Fuentes Blancas y, de remate final, el pinar de la Cartuja.

¿Qué ciudad de 180.000 habitantes puede presumir de ese paseo de más de hora y media, permanentemente bajo los árboles, con esa variedad paisajística y urbana y la unidad que le aporta el río? No muchas, estoy seguro.

A la altura de las mejores obras góticas se sitúa este gigantesco jardín lineal que supone una inyección de hermosura, un chute de salud en vena y probablemente unos años de esperanza de vida extra para quienes practiquen su paseo habitual. 

Ahora que el otoño nos ha llegado de lleno, es el momento perfecto para dejarse caer en cualquiera de estos parques fluviales y parar. Literalmente. 

Deténgase. Siéntense o quédense de pie, pero quietos. Guarden el móvil. Apaguen los auriculares. Levanten la vista. Miren. Escuchen. Respiren. Disfruten. Aprovechen que el final de octubre y los comienzos de noviembre garantizan el stendhalazo en los espacios naturales de Burgos. No dura demasiado tiempo y si no lo pillan a tiempo deberán esperar a la próxima primavera para contemplarlos de nuevo en su esplendor. 

Hay que armarse de belleza para afrontar el invierno.