Diario de Burgos

La Semana Santa estrena una procesión llena de símbolos

I.L.H. / Burgos
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La cofradía de la Soledad restaura unas angarillas (donde transportaban a los difuntos) de Villamorón para trasladar un Cristo yacente de la Catedral. El cortejo fúnebre saldrá ocho días antes del Domingo de Ramos

Arriba, Cristo yacente del siglo XVI (escuela de Siloé) que se conserva en la capilla de la Presentación. Abajo, el restaurador Fran del Hoyo trabaja en estas angarillas de madera y en la pequeña Dolorosa de las Salesas. - Foto: Alberto Rodrigo y Jesús J. Matías

La cofradía de la Soledad se apellidaba en su origen «y de la muerte» porque tenía como fin asistencial ocuparse de los reos y llevarlos a enterrar, además de ostentar el título de ser la primera en España en pedir indultos para algún preso (este año también lo han pedido, por cierto). Recuperando esa función   -y otro montón de símbolos y elementos tradicionales-, la cofradía ligada a la iglesia de Santa Águeda estrena la que han llamado Procesión Antigua de la Muerte, un desfile vinculado al final de los días al que todos estamos llamados.

Han elegido para hacerlo el denominado Sábado de Lázaro, una semana antes del Domingo de Ramos. Por un lado, para separarlo del cúmulo de procesiones de la Pascua y por otro por recuperar el sentido de esa jornada que se nombraba en las coplas de nuestros abuelos «resumiendo los tres fines de semana de la Pascua»: El domingo de Lázaro cogimos un pájaro. / El domingo de Ramos, lo pelamos. / El domingo de Pascua lo echamos al ascua. / Durante la misa se hizo ceniza, / durante el sermón se hizo carbón. «Es un poco el principio de todo», resume Alfonso Díez, miembro de la cofradía.

Antes de la procesión propiamente dicha, saldrán a avisar a los vecinos de lo que está por llegar: «Recuperamos así el cortejo de llamada, que consistirá en dar una vuelta a la iglesia de Santa Águeda con carracas y matracas, mientras leemos un texto que acaba diciendo 'Si esta noche moriremos, no lo sabemos'». Eso será a las 11 de la noche, mientras la Asociación de Campaneros hará tocar las antiguas campanas de la iglesia -que se articulaban con los pies- con el tañido 'a clamores de difunto'.

Media hora después los cofrades saldrán del templo con unas angarillas de difuntos del siglo XVIII que estaban hechas no para transportar santos, sino para llevar en volandas a los muertos camino del cementerio. Después de un siglo sin uso, estas 'camillas' que pertenecen a la iglesia de Villamorón se están restaurando para volverlas a utilizar.

Sobre ellas irá una imagen también destacada, ya que pertenece a la escuela de Siloé (siglo XVI) y se conserva en la Catedral. Es un Cristo yacente de la capilla de la Presentación que, aunque no se sabe cuando dejó de salir, no procesiona desde hace siglos. «Para el futuro trataremos de realizar una réplica porque es una pieza histórica y queremos evitar percances».

Junto a esta talla los más pequeños de la cofradía portearán otra imagen en andas: «Es una pequeña Virgen Dolorosa que guardan las hermanas salesas. También es la primera vez que procesiona porque es de devoción particular».

Decíamos que la procesión está llena de símbolos y aquí vienen otros: «Procesionaremos con dos pendones del siglo XVIII que se ponían en los túmulos funerarios o se usaban en procesiones, una pendoneta (que es un pequeño estandarte) y otro grande que hemos hecho nuevo de tres metros de alto con el que se abrirá el desfile».

Llevarán también una calavera en un cojín y los cofrades vestirán con su hábito, pero sin capa: «Es un traje histórico de los caballeros de Santiago, es de color negro -muy propio para los difuntos- y también se ha escogido porque es la mortaja de los cofrades», explica. Sobre la cabeza, en lugar de capuchón llevarán capillo, esa prenda que cubre el rostro, pero no acaba en punta.

Como último guiño, los cofrades harán el recorrido portando velas rojas y finalizarán cantando el Miserere. Por otro lado, se invitará a los cofrades de las cofradías de ánimas a que acudan con capa castellana, en alusión al luto y la austeridad. «Todo en esta procesión son símbolos o tiene un significado simbólico», concluye Díez.