Diario de Burgos
Carlos Briones Llorente

Entre ciencias y letras

Carlos Briones Llorente


Un verano en el cielo

17/09/2023

Termina una estación que, desde el punto de vista informativo, ha venido marcada por las Elecciones Generales y las consecuencias de sus resultados, una noticia truculenta ocurrida en Tailandia, nuestros éxitos en atletismo y en fútbol femenino, un comportamiento intolerable y la respuesta social producida dentro y fuera de nuestras fronteras. 

Pero también hemos mirado al cielo: se ha hablado mucho sobre el tiempo, y no sólo en los ascensores, porque hemos vivido los meses de julio y agosto más calurosos a nivel mundial desde que se tienen registros. Además, en varios países padecimos una sucesión de intensas olas de calor, seguidas por lluvias torrenciales y graves inundaciones. En cualquier caso, hoy no vamos a tratar la crisis climática sino otro aspecto del cielo, el que tiene que ver con la astronomía y la exploración espacial.

Para comenzar, hemos de hacer referencia a las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo, la lluvia de estrellas más conocida de las diez que se producen a lo largo del año y que, como todas las demás, ni es una lluvia ni es de estrellas. Se trata de los trazos visibles en el cielo (cada uno de los cuales es técnicamente 'un meteoro') que dejan al desintegrarse en la atmósfera las partículas de hielo y polvo de la cola del cometa 109P/Swift-Tuttle, descubierto en 1862. 

La órbita de la Tierra alrededor del Sol se cruza con esa cola cometaria todos los años a mediados de agosto, y en esta ocasión el pico máximo de actividad de las Perseidas se produjo durante la madrugada del día 12 al 13. Sólo había que buscar un lugar alejado de la contaminación lumínica de las ciudades, mirar hacia el norte y, en torno a la constelación de Perseo, disfrutar de este espectáculo que nos regala el Cosmos, con hasta 100 meteoros por hora.

Además, el mes de agosto ha sido inusual porque comenzó y terminó con sendas Lunas llenas, visibles durante las noches del 1 al 2 y del 30 al 31. La primera se llama popularmente Luna del esturión, porque el mes de agosto era el mejor para que las tribus nativas del norte de Estados Unidos pescaran esta especie en los Grandes Lagos. Y la segunda recibe el engañoso nombre de Luna azul, para resaltar lo improbable que es ver dos plenilunios en un mismo mes. Pero, evidentemente, su color no fue azul sino tan blanco y maravilloso como siempre. 

Y no solo eso. Las dos Lunas llenas de este agosto se han producido cuando nuestro satélite, a lo largo de su órbita elíptica de 28 días, se situaba más cerca de la Tierra (es decir, en su perigeo). Por tanto, el tamaño aparente de estas 'superlunas' ha sido ligeramente mayor que cuando el plenilunio se produce en el punto más alejado o apogeo. Aunque tal diferencia es sólo del 14% y no se aprecia a simple vista, han circulado fotografías trucadas e ilustraciones imaginativas de lunas enormes y azuladas, muy del gusto de la astrología y otras pseudociencias. 

Pero la Luna ha dado muchos más titulares durante las últimas semanas, porque vivimos una nueva carrera espacial por sus recursos, en especial por el hielo de agua que existe en su polo sur. Tras casi medio siglo sin visitar nuestro satélite, y en medio de su profundo descrédito internacional por la invasión y guerra de Ucrania, Rusia envió la misión Luna 25 el día 10 de agosto con intención de ser los primeros en llegar a las inmediaciones de ese codiciado sur. Pero un inexplicable error durante las maniobras de aproximación hizo que la sonda se estrellara el día 19, a 400 km de distancia del lugar previsto y originando un nuevo cráter en nuestro sufrido satélite. Definitivamente, la Luna no ha servido para 'blanquear' al gobierno de Moscú.

Sin embargo, desde 2008 hay otro corredor en esta competición: India. Y este país ha logrado un hito histórico el día 23 de agosto, al ser su agencia espacial (ISRO) la primera que logra alunizar con éxito cerca del polo sur, a una latitud 3° más meridional que la de nuestro círculo polar antártico. La misión de bajo coste Chandrayaan 3 (nombre que en sánscrito significa 'vehículo lunar') depositó suavemente sobre la superficie el módulo aterrizador Vikram 2 ('valentía'), del cual descendió un pequeño vehículo con ruedas llamado Pragyan 2 ('sabiduría'), que utilizó todos sus instrumentos según lo previsto y recorrió unos 100 m durante los 12 días terrestres que duró la misión. El futuro de la Luna ha comenzado este verano.