Diario de Burgos

El despropósito del Pascual II

B.A. / Quintanar de la Sierra
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Quintanar ha invertido más de 200.000 euros en un frontón que tras cuatro años en obras continúa impracticable. La actual corporación considera prioritario reparar la cubierta, llena de goteras

El alcalde, Antonio Gil, y el edil Francisco Ucero observan las mejoras que aún quedan por acometer en el frontón. - Foto: F2Studio

Lleva el nombre de uno de sus pelotaris más ilustres, Pascual II. En él se forjaron y cosecharon grandes éxitos otros manomanistas locales como Rai y Chicote, que lograron hacerse un hueco y destacar en este deporte, y en su pista se pudo disfrutar de jugadores profesionales como Titín, Olaizola o Goñi. Hoy el frontón de Quintanar de la Sierra es un ocaso de lo que un día fue, un referente de la pelota a mano donde los aficionados se citaban para practicar y presenciar uno de nuestros deportes más arraigados. Está en obras desde 2019, en él se han gastado ya más de 200.000 euros y su aspecto es casi «más de abandono» que de unas instalaciones en plena renovación. 

Así, con una cubierta que pide a gritos su renovación total debido a las goteras que caen sobre la pista y que la hacen impracticable, y con muchas otras mejoras que acometer por delante si se quiere reabrir la instalación al público, se lo ha encontrado la nueva corporación. «Lo primero que se tenía que haber hecho era el tejado. Una vez solucionado su problema se podían haber ido mejorando el resto de espacios. ¿De qué nos sirve que haya un ascensor instalado si se llena de agua cada vez que llueve y no se puede usar el frontón?», se preguntan el alcalde, Antonio Gil, y el concejal, Francisco Ucero, que aseguran que han solicitado una subvención de 600.000 euros para poder solventar las grandes filtraciones por el techo, del que cuelgan algunas placas.

Tal y como señalan desde el Ayuntamiento, se supone que en cinco fases se iba a haber completado la mejora de este frontón. Con esos más de 200.000 euros, gran parte de ellos subvencionados por diferentes administraciones, se han desarrollado ya tres desde 2019. En este tiempo se ha demolido parte del graderío, dejando el aforo en un 30% menos, y se ha cambiado el acceso al recinto. También se ha construido una sala polivalente bajo el graderío, que actualmente se usa para impartir clases de gimnasia. «Ya existía una similar, pero se ha movido de sitio y hecho más grande», detallan. 

También se ha instalado un ascensor, se ha hecho una zona nueva de bar, en la planta baja, donde antes había una salita de entrenamiento para los jugadores, y se han construido baños nuevos donde estaban los vestuarios. También se han demolido las oficinas de la Sociedad de Pelota, en la primera planta, y el bar, en la segunda. «Parece mentira que después de gastar tanto dinero la instalación esté peor que entes e impracticable. La primera fase se destinó sólo a demoler», afirman. 

Nuevos vestuarios. Ahora el Ayuntamiento acaba de adjudicar la que sería la cuarta fase, la construcción de los vestuarios, por 76.000 euros, subvencionado al 50% por Asopiva. «No nos va a llegar para hacerlos completos», lamenta el alcalde mientras pasea por la zona que en su día fue las oficinas y que en unos en unos meses albergará esos vestuarios. Justo encima, donde estaba el bar, ahora una jaula de hormigón y cristales, está proyectado un gimnasio. 

Entre los dos, paseando por este frontón, van comprobando una serie de incongruencias planteadas en su reforma. El ascensor, muy cerca de la puerta de acceso, sube directo hasta los futuros vestuarios y gimnasio, en la primera y segunda planta. En estos momentos no permite llegar al graderío a través de él, se tendría que abrir una puerta en la pared nueva que separa la zona destinada al público del gimnasio. «Sigue siendo inaccesible porque así una persona con muletas o bastón no puede subir en ascensor a las gradas. Tampoco es entendible que se demoliera todo, podían haber ido tirando según se iba haciendo», añaden. 

Igualmente no comprenden como se han eliminado los vestuarios de la planta baja y la sala de entrenamiento. «Los jugadores salían a la pista directos, así tienen que subir las escaleras o usar el ascensor para ir a ellos». El cambio de ubicación del bar también es incomprensible. «Antes estaba conectado con las gradas y desde él se veía la pista. Ahora está abajo, si alguien del público quiere tomar algo, tiene que bajar. Además, no tiene acceso a pie de calle, sólo se puede entrar desde dentro del frontón», cuentan ambos, que recuerdan que no se ha previsto ningún espacio como taquilla y que antes sí que había. 

Lo cierto es que para devolver al Pascual II su esplendor queda mucho más que una siguiente y quinta fase. Hay que terminar los vestuarios, hacer el gimnasio, reparar la cubierta (plantean como solución hacer un tejado nuevo encima del existente), cambiar los focos, instalar la calefacción y otros tantos remates por acometer. Mucha más inversión de la que se ha hecho hasta la fecha. 

Actualmente está cerrado al público. Sólo lo usan los alumnos del IES Tierra de Alvargonzález para recibir algunas clase de educación física, y también para entrenar el equipo de voleibol. «Pero sólo los días que no llueve, sino es imposible», detalla Ucero, ilusionado con la posibilidad de que algún día el frontón sea lo que fue. «Nos gustaría retomar el club y la escuela de pelota. La afición en el pueblo no se ha perdido y la gente está deseando que regresen los partidos aquí», añade.