Once minutos de puro espectáculo. La tercera sesión de fuegos artificiales, a cargo de Pirotecnia Vulcano (casa madrileña fundada en la década de los 80 por el valenciano José Luis Giménez Privado) llenó de luz y color el cielo de la ciudad, donde se formaron figuras de palmeras, dalias azules y rojas, coronas, lentejuelas verdes con cometas y carcasas japonesas. Un espectáculo completo lleno de efectos y ritmo que fue alabado y aplaudido por los miles de burgaleses que llenaron las calles del centro y que no quisieron perderse uno de los momentos más esperados de las fiestas de San Pedro.  

La empresa Vulcano quemó 205 kilos de pólvora, con un calibre máximo de 125, que fueron lanzados desde el puente de Castilla.Los disparos se realizaron de forma automática y los diferentes conjuntos de material pirotécnico se instalaron en formato de candela romana o en batería multidisparo. La parte final, secuenciada digitalmente, dibujó en el cielo una original fuente de Versalles, para dar paso a la traca de cierre a un ritmo trepidante y con un sonido atronador.

Como ya es habitual uno de los puntos que más público concentró fueron las laderas del Castillo, zona privilegiada a la hora de tener una visión perfecta de los fuegos.