Diario de Burgos

Informático del campus al campo

S.F.L. / Briviesca
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Enrique Estébanez ha elegido Cantabrana para realizar sus prácticas universitarias remuneradas con el programa Campus Rural

Enrique Estébanez se instaló en Cantabrana el 8 de agosto y realizará sus prácticas hasta el 31 de octubre. - Foto: S.F.L.

En el buzón de entrada de su correo electrónico había mensajes sin leer. Uno de ellos de la Universidad de Burgos. Parecía interesante. En el asunto ponía Beca Campus Rural. Lo abrió y… ¡notición! La puerta de entrada a un mundo desconocido y a la vez interesante la tenía a golpe de clic. Pasar tres meses realizando prácticas universitarias remuneradas en un pueblo. Pintaba bien. Requisito indispensable: residir como máximo a veinte kilómetros de la localidad elegida para ello. No lo dudó y acepto el reto. Desde el 8 de agosto Enrique Estébanez vive en Cantabrana y cumple las funciones que la Asociación Cultural Los Olmos, como entidad adscrita al programa, le exige. Desde ese mismo día es un vecino más. 

A falta de desarrollar el Trabajo Fin de Grado para culminar sus estudios de Ingeniería Informática en la UBU, este joven de 22 años que, a pesar de tener pueblo -es de Ubierna- solo se deja caer en él de ciento en viento, decidió apostar por esta oportunidad, impulsada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en colaboración con el Ministerio de Universidades y la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas. No todos los estudiantes presumen de ganar dinero mientras realizan estos primeros trabajos pero, en el caso de los alumnos seleccionados, perciben 1.000 euros al mes y están dados de alta en la Seguridad Social.

El burgalés ha caído en una localidad en la que el significado de la palabra amistad se percibe según uno pone el pie en sus calles. Desde la entidad que gestiona su trabajo le han cedido incluso una vivienda con todos los gastos pagados en la que Enrique ha comenzado una nueva vida lejos de su familia. Asegura sentirse «muy integrado» y ya ha formado cuadrilla con chavales de su edad. Entre sus funciones como futuro informático están las de diseñar los carteles de las actividades que se organizan en el pueblo, construir una página web a la Asociación y colgar contenido, ayudar a manejar diferentes programas informáticos a los vecinos o impartir charlas. La primera fue el martes y los mayores que acudieron a aprender técnicas de manejo de teléfonos móviles «salieron encantados», declara Sara Azcona, portavoz de la agrupación. «También queremos acondicionar una sala con ordenadores y nos está localizando empresas que hayan o vayan a renovar sus equipos informáticos y quieran donarnos los antiguos», añade.

Una nueva vida. El estudiante, además de desarrollar lo aprendido en la facultad y de enfrentarse a nuevos obstáculos, suma en el día a día del pueblo y da vida a un edificio en el que, a excepción de los meses de verano, los días que acude la secretaria-interventora y alguna actividad que se celebra en invierno, normalmente está en desuso. «Por el momento no he tenido tiempo de aburrirme y no creo que lo haga». Hasta el 31 de octubre convivirá con sus nuevos amigos y disfrutará de un entorno que jamás hubiera imaginado. «Pensaba que me mudaría a un pueblo típico castellano, pero nada más lejos de la realidad. Estoy rodeado de monte y verde y creo que no he podido elegir mejor destino», declara mientras regresa al trabajo.