Como las penas por hurtos no son demasiado elevadas -sobre todo si los delincuentes tienen la precaución de llevarse efectos por valor de menos de 400 euros- es muy difícil disuadir a los ladrones de que vuelvan a las andadas. De ahí que algunos jueces le estén echando imaginación al asunto -siempre dentro de los límites del Código Penal- y hayan empezado a dictar sentencias en las que imponen otras medidas a los condenados, entre ellas el alejamiento de aquellos establecimientos donde más robos cometen.

Es verdad que son prohibiciones difíciles de controlar pero si los cacos son sorprendidos haciendo de las suyas en esos locales estarán cometiendo un delito de quebrantamiento de condena, que sí entraña penas de ingreso en prisión.

Aquí en Burgos la titular del juzgado de instrucción número 4 acaba de condenar a dos ladrones a no poder acceder a dos establecimientos del centro de la capital por un periodo de seis meses. Se trata de la farmacia situada en el número 2 de la plaza del Cid y de la perfumería Druni, emplazada al final de la calle Santander.

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