Aunque sea una asociación la que lo coordine, detrás del considerado Belén más grande del mundo está el Ejército. Y aunque en sus inicios llevara la voz cantante el Regimiento de Transmisiones número 22 (RT22), cada vez hay una mayor implicación de todas las unidades militares de Burgos. Eso hace que además del montaje y el desmontaje se puedan encargar de arreglar y construir nuevas edificaciones (las figuras siguen llegando de Murcia), adaptar la marquetería a sus necesidades o crear el cuadro eléctrico para las funciones autómatas.

Pero aún tienen que encargar tareas a otras empresas. Y eso es lo que se han propuesto cambiar. «Tenemos que ser autosuficientes. Que si necesitamos algo podamos resolverlo con nuestros equipos. Por ejemplo, hasta ahora el sonido era algo externo. Pero el RT22 es el que monta la megafonía en el desfile de las Fuerzas Armadas. No tiene sentido que lo contratemos. Así que este año lo hacemos nosotros con un equipo de nueve altavoces. Creo que esa es una de las mayores evoluciones de esta edición», resume Samuel Martín, encargado del Belén junto a un equipo de veinte personas distribuidas en seis grupos de trabajo diferente.

En su segundo año bajo la cubierta de la iglesia del monasterio de San Juan el Belén Monumental  cambia también el concepto de recorrido. En lugar de un Nacimiento expuesto de manera diáfana, optan por un circuito en forma de laberinto desde el que se oculta la parte trasera de las escenas. Así el espectador puede concentrarse en una única cosa. De esta manera podrán observar con detenimiento cómo integran las goteras que tiene el monasterio en los lagos y ríos que crean para el relato bíblico.

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