«Cada año la fauna nos hace más daño». Así de rotundo se expresa Javier Arroyo, vicepresidente de Asaja, en referencia al perjuicio que provocan corzos, conejos y jabalíes en el campo de toda la Ribera del Duero. En 2022, la superficie siniestrada superó las 557 hectáreas, según cifras de Agroseguro, y las indemnizaciones alcanzaron los 74.053 euros, lo que supone un incremento de un 20% si se compara con los datos de 2021, cuando agricultores y viticultores recibieron 61.664 euros para compensar los daños causados por la fauna, tanto cinegética como silvestre, en casi 334 hectáreas repartidas por multitud de municipios de la comarca.
En los cuatro últimos ejercicios, desde 2019 a 2022, la Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados ya ha abonado 286.396 euros en concepto de indemnizaciones en más de 1.765 hectáreas. Si la campaña de 2020 terminó con el menor estropicio y unas compensaciones por valor de 29.709 euros en 417 hectáreas afectadas, la de 2019 se situó justo en el extremo contrario: 120.970 euros y 457 hectáreas perjudicadas.
En lo que respecta al ejercicio de 2022, desde Agroseguro detallan que los corzos fueron, una vez más, los causantes del mayor número de daños. A este animal se le atribuyen estropicios en 352 hectáreas, que terminaron con 51.377 euros en indemnizaciones de un total de 74.053 euros. En cuanto al tipo de cultivo, cabe destacar que los corzos arrasan tanto con el viñedo como con herbáceos o remolacha. Así las cosas, la citada reparación global se divide de la siguiente manera: 35.074 euros por los daños de los corzos en viñedo, 16.058 euros por el perjuicio en cultivos herbáceos y los 245 euros restantes por estropear parcelas de remolacha.
A los corzos les siguen los conejos, responsables de generar perjuicios en 160,65 hectáreas de la Ribera del Duero, lo que se tradujo en compensaciones por 14.752 a los agricultores durante todo 2022. Finalmente, los jabalíes causaron daños en 31,34 hectáreas y obligaron a Agroseguro a pagar cerca de 7.914 euros en indemnizaciones.
Ante semejante panorama, al que se suma la sequía prolongada, las heladas o varios episodios de granizo en los últimos meses, los agricultores no esconden su malestar. «Estamos hartos», asegura Javier Arroyo. Lo cierto es que cada vez resulta más frecuente que los viticultores se encuentren con grupos de 8 y 10 corzos que salen corriendo cuando van a trabajar. «Se comen todos los brotes nuevos, las dejan sin tallos... Hay viñas en las que se te cae el alma el suelo».
En esta línea se pronuncia Tomás Bueno, viticultor en Zazuar:«Está totalmente descontrolado, sobre todo, con el corzo. Como se cebe en un corro te puede secar las cepas». Bueno considera que la situación se tenía que haber controlado hace años. Pero, a su juicio, «esto se ha ido de las manos» y en alguna parcela de girasol se ha llegado a registrar un daño del 100%.
Vallado. Así, cada vez son más los agricultores que optan por vallar. Ahora bien, Julián Fernández, de Tubilla del Lago, advierte que «no se puede vallar todo». Algo que comparte Bueno:«Para nosotros es incómodo, visualmente resulta feo y supone una inversión importante». Al final, como concluyeAbelardo Abejón, de Pinilla, «nos toca lidiar con la fauna» y no es fácil.«Hay zonas con una cantidad de corzos exagerada», zanja.