Diario de Burgos

La máquina que pone cara al delito

FERNÁN LABAJO / Burgos
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La Policía Científica cuenta ya con el sistema ABIS, que permite un cotejo más eficaz de huellas dactilares y un estudio de las facciones del rostro de un sospechoso mediante fotos. Los especialistas echan en falta más permisividad al analizar el ADN

La máquina de la Policía en Burgos para poner cara al delito. - Foto: Alberto Rodrigo

Una de las palabras que más se escucha en las dependencias de la Unidad de Policía Científica es 'cotejo'. El grueso de su trabajo consiste en buscar evidencias para luego compararlas, encontrar coincidencias en las bases de datos. Un rastreo constante que les conduce al indicio del delito. Tal vez lo más característico sean las huellas, y por eso la Comisaría Provincial cuenta ya con una máquina de toma electrónica de muestras de dedos y manos, pero no lo es todo. Con la incorporación del sistema ABIS han ganado en eficacia y han ampliado su campo de acción al estudio de las facciones de la cara de los criminales. 

El cotejo de huellas es mucho más complejo de lo que aparece en la ficción. El inspector jefe al mando de la Policía Científica en Burgos, José Luis Borrego, se apresura en aclarar que «no es una mera comparativa de las muestras», sino que «deben cumplir un total de doce puntos coincidentes». El proceso comienza dos pisos más abajo, en los calabozos de la Comisaría Provincial. Nada más producirse una detención, se toman huellas con dispositivo de similares características al utilizado para la expedición del DNI, pero más grande y con un sistema diferentes. Además de los dedos, se escanea la palma de la mano y el perfil (desde el meñique a la muñeca). «Nos ahorra mucho trabajo, porque antes teníamos que hacerlo en tinta e introducirlo nosotros en la base de datos. Ahora pasa directamente», explica Sheila, agente de la unidad. 

No hacemos una mera comparativa de dos huellas. Deben cotejarse hasta coincidir un mínimo de doce puntos»  

Pero esa toma sólo sirve para incorporarla en la base de datos. Borrego recuerda que las huellas encontradas en la escena de un crimen o de un robo sólo se pueden cotejar con las obtenidas durante una detención, no con las que nos toman al hacernos el carné de identidad. Todo el proceso posterior consiste en examinar las coincidencias encontradas por el ABIS, acrónimo en inglés del sistema biométrico implantado por el Ministerio del Interior para la Policía Nacional. 

«Cuando extraemos las huellas de la escena del delito, las tratamos para destacar las partes más nítidas. Luego, el programa te da una serie de coincidencias. Normalmente, la que sale en primer o segundo lugar es la que va a coincidir», interviene Fernando, otro de los componentes de la Científica de Burgos. El sistema convierte la imagen de la huella en una especie de red, una «constelación» en la que los diferentes puntos aportan la sincronía entre las muestras. El jefe de la Unidad insiste: «si no hay un mínimo de puntos, no se puede presentar». 

Las huellas hablan, dicen cosas del delito. José Luis Borrego pone el ejemplo de un robo en un vehículo. «Si hay evidencias en una zona del coche pueden decirnos cómo se ha apoyado para quebrar el cristal». Pero también los rostros son clave en la resolución de una infracción de este tipo. Por eso, el nuevo sistema biométrico de cotejo de pruebas incluye un reconocimiento facial. De esta forma, cuando se detiene a una persona se la fotografía y se introduce en la base de datos. Esto permite que, en el rastreo de cámaras, se puedan cotejar esas mismas imágenes. 

Deberían permitir extraer más pruebas de ADN. Ayudaría a esclarecer más delitos» 

Como casi todo en esta vida, las herramientas de investigación de la Policía Científica son mejorables, aunque bien es cierto que algunas exceden de su competencia. Ocurre en el muestreo de ADN. La base de datos confeccionada por los diferentes cuerpos de seguridad del Estado es limitada debido a que sólo se pueden recabar pruebas si el sospechoso se somete voluntariamente y con la presencia de su abogado. Si no, sólo un juez podría autorizarla siempre que el delito que se esté investigando sea grave. «Al final, aunque tengas la certeza de que con estas evidencias puedas concretar la autoría de ocho robos, es muy difícil que un Juzgado te lo admita. Tendrían que ser más permisivos en este sentido porque nos sería de gran ayuda», expone Borrego. Bien es cierto que este planteamiento entra en conflicto con libertades y derechos que suelen motivar la decisión de los magistrados, como es la protección de datos. «No vamos a hacer un uso indebido y se pueden poner controles para que eso no suceda». 

La confección de una gran base de datos de huellas o de ADN también mejoraría la identificación de cadáveres a los que nunca se les pudo poner nombre. En Burgos, existen cinco cuerpos a los que no se ha podido 'poner rostro'. Hasta el año 2011 no se creó un sistema que permitiera cotejarlos con las desapariciones, pero en cualquier caso es una herramienta muy limitada y no permite a los cuerpos policiales concretar nada. 

La autoría de un incendio es imposible de saberla. Sólo si es intencionado o fortuito»

Incendios. El cotejo, esa palabra tan utilizada entre los policías de la Científica, no sólo es la clave para resolver asesinatos o robos. También tienen la llave para abrir numerosas investigaciones sobre falsificaciones (analizan hasta el tamaño de los números de una matrícula y la distancia entre ellos), utilizaciones ilegales de armas o incendios. Lo ocurrido en la calle Emperador a lo largo de los últimos meses ha dado trabajo en esta última materia a los agentes de Burgos. El inspector al mando de la unidad es tajante respecto a la autoría: «es imposible saberla». Su función, remarca, consiste en demostrar que los siniestros se producen de manera intencionada o accidental. Y esto ya deja entrever un pequeño hilo del que tirar. Como una huella. Como una fibra de ropa. O como la foto que desvela el rostro del delito.