Diario de Burgos
Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Tienes 1.000 emails

18/10/2023

Este verano vi un aviso en el sitio web de una Facultad de la Universidad Complutense que me llamó la atención: La Secretaría permanecerá cerrada durante el mes de agosto. No se atenderán los correos enviados durante este periodo. Y por si no había quedado suficientemente claro, añadía: Solo se atenderán los correos recibidos a partir del 1 de septiembre. Estupefacta me quedé. De envidia, se entiende. 

Porque, ¿quién puede permitirse el lujo de dejar un aviso así? Un anuncio que significa no solo no tener que estar pendiente de los correos durante las vacaciones, sino además, al volver, y sin mirarlos, poder borrarlos y empezar de cero. Empezar el trabajo donde lo dejaste, sin miles de temas pendientes acumulados durante tus días de asueto. Y es que, como bien señaló Fernando Trías de Bes hace unos días en Foro Burgos, empezar de cero es ya de por sí una ventaja. 

Los correos electrónicos nos anclan al pasado, como me dijo un hastiado directivo burgalés una vez. Se nos pide pensar en el futuro, pero el aluvión de mensajes recibidos nos ahoga y nos impide avanzar. ¿Y si se implantara un sistema que bloqueara la entrada e incluso la salida de correos que sobrepasaran un límite diario? Con niveles de prioridad, permitiendo cierta flexibilidad, avisando al emisor… Si hemos llegado a la luna, esto no puede ser tan difícil. Hace varios años, una persona que se incorporaba a mi equipo de trabajo me solicitó que no le enviara correos fuera de su horario de trabajo. En ese momento, su petición me pareció fuera de lugar, y le contesté que yo enviaba los correos cuando me parecía conveniente, y que ella era muy libre de mirarlos solo dentro de su horario. Hoy pienso que quizás era una visionaria.

Fuera bromas, reducir el uso de la tecnología es una tendencia en auge. Vengo observando últimamente cómo las personas con los modelos más avanzados de teléfonos inteligentes los utilizan cada vez menos tiempo. Por no hablar de Silicon Valley, donde los gurús de la economía digital han optado por educar a sus hijos sin pantallas. Quizás con un poco de suerte el aviso de la Universidad Complutense sea premonitorio.