Diario de Burgos

«Sin la asociación, hubiera sido imposible»

G.G.U. / Burgos
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Khalid Aguejdi, vecino de Burgos desde hace 23 años, reflexiona sobre la ayuda que presta a los migrantes Burgos Acoge

«Sin la asociación, hubiera sido imposible»

La España en la que Khalid Aguejdi eligió vivir todavía determinaba por ley que una persona migrante solo podía optar a puestos de trabajo que ningún español estuviera dispuesto a hacer. Así que este marroquí que abandonó el sueño de ser filólogo por vivir al otro lado del Estrecho tuvo que dejar un empleo en una panadería, en los albores del siglo XXI, porque había españoles en el paro aparentemente dispuestos a hacerlo, aunque la realidad fuera que el jefe tuvo que optar por hacerle una oferta a un inmigrante, «dispuesto a aceptar todo», porque no tenía a nadie más. 

De los sinsentidos de la burocracia sabe mucho Aguejdi, que no encontró manera de salvar las trabas que le pusieron tanto en España como en Marruecos para terminar la carrera de Filología Hispánica, que dejó durante el último curso. De hecho, aprovechó uno de los intercambios culturales que organizaba su Universidad, en Rabat, para quedarse en España. «No me veía viviendo en Marruecos y en el tercer viaje opté por escaparme y quedarme», dice, quien viajó de Murcia a Madrid y de allí a Burgos, porque tenía una amiga marroquí «que podía echarme un cable en los primeros días».

Entonces tenía 26 años, un visado de turista que vencía en tres meses y poca idea de qué hacer para regularizar su situación. «Sin Burgos Acoge hubiera sido todo bastante complicado, por no decir imposible», asegura, explicando que «solo pensar que detrás de una puerta hay gente dispuesta a escuchar, aconsejar e informar, es un alivio. Toda una tranquilidad para alguien que pega un cambio radical a su vida».

En su caso, cambió la filología por un contrato en la construcción que le permitió conseguir el permiso de residencia y trabajo, renovarlo al cabo de un año y, por fin, establecerse en España. «A nivel laboral mi vida no es la que soñaba, pero en todas las decisiones se paga un precio y no me arrepiento de la que tomé porque la vida que tengo hoy lo compensa». Ahora trabaja como conserje y en un centro especial de empleo, tiene nacionalidad española y ganas de ayudar a otros en el camino que transitó él como voluntario de Burgos Acoge. «La barrera de la comunicación, que es la primera y la más importante, yo la tenía superada. Quienes no se pueden expresar lo tienen más difícil que yo. Y la regularización ahora es todavía más complicada que entonces», concluye Aguejdi.