Diario de Burgos
Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


Illa, illa, illa

17/11/2023

El pasado día 10 de noviembre, Juan Gómez 'Juanito' hubiera cumplido 69 años. Hay que ser de Burgos y haber vivido aquí a finales de aquellos convulsos años 70 para 'sentir', y creo que este es el verbo más apropiado, lo que significó la figura del eterno número 7 en el entorno sociológico local. En una ciudad que crecía de manera rápida y desordenada gracias a su pujante industria, el tener un equipo en Primera y contar con una figura que acaparara el interés de todo el mundo del fútbol, ayudaba mucho a sentirnos incluidos en aquella modernidad a la que había que subirse si no queríamos quedar apartados de la nueva España.

Pero si nos atenemos a lo futbolístico, aquí sí que hay que montarse en el tren de la niñez y sentarse en las gradas de El Plantío para disfrutar de las diabluras de un jugador irrepetible, no solo por su calidad, sino también por su personalidad y carisma.

Tendría yo unos 8 años cuando, en una tarde de domingo, unos amigos me dijeron: «¿Sabes que aquí al lado vive Juanito y que está firmando autógrafos como despedida porque se va al Madrid?» Mi corazón dio un brinco. A los pocos segundos, me encontraba en aquel portal de la c/ Clunia donde vivía el genial futbolista. Llamé al portero automático y pregunté con el arrojo propio de un crío: «¿Está 'Juanito'?». Siguió un silencio casi sepulcral que me pareció un siglo. Entonces balbuceé: «Es que quería pedirle un autógrafo». Sonó la apertura de la puerta, subí y llamé. Y sí, abrió él. Me saludó y sacó una foto en blanco y negro en la que figuraba su imagen con la camiseta de la Selección. Cogió un bolígrafo y me preguntó mi nombre. Tuve que deletrearle mi apellido, pero con los nervios me equivoqué, así que Scalisi se quedó en Scasisi. 'Para Alfredo Scasisi, con cariño de Juanito'. No me importó. Tenía el gran trofeo.

A veces, cuando veo cómo canta el Bernabéu aquello de «¡Illa, illa, illa, 'Juanito' maravilla!», sonrío calladamente. Tal vez sea por todas las alegrías que aquel jugador me dio, primero en el Burgos y luego en el Madrid, o tal vez por la inocencia de una niñez perdida ya en el tiempo y que no volverá nunca más.