Diario de Burgos

En el guion del juego no hay final feliz

I.L.H. / Burgos
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Apoyado en películas, el burgalés Juan Francisco Navas analiza las adicciones junto a José César Perales. 'Trampas. Un viaje por la psicología y el juego de azar en el cine' se presenta esta tarde

Navas, profesor en la Universidad Complutense de Madrid, ha elegido junto a Perales una imagen de ‘El golpe’ para ilustrar el libro publicado por Next Door.

A menudo el cine y la televisión han hecho del juego -y de sus trampas- un mundo glamuroso donde no es la banca la que gana, sino el ingenio de los protagonistas. Desde El golpe a El color del dinero pasando por El contador de cartas, Casino Royale u Ocean's Eleven hay decenas de títulos que avalan la posibilidad de enriquecerse con facilidad. Pero «la ludopatía es un problema muy serio, sobre todo porque nadie sabe de antemano quién puede desarrollar problemas adictivos», explica Juan Francisco Navas (Burgos, 1980), que acaba de publicar junto al también psicólogo José César Perales Trampas. Un viaje por la psicología y el juego de azar en el cine.

Guiándose de películas y series los autores trasladan los riesgos detrás de cualquier apuesta, por pequeña que sea. «No hay que olvidar que los juegos están diseñados para que pierdas dinero», añade mientras reconoce que hay una «actitud positiva» y permisiva, similar a la que existe con el alcohol. «Yaún así, una bodega diseñará sus vinos para que sean atractivos, pero no añadirá nada que incentive la adicción. En ese sentido el juego se parece más al tabaco, en el que el diseño de sus componentes genera dependencia». 

El juego con más potencial adictivo es el de las máquinas tragaperras y todos los que comparten ese modelo, una legión cada vez más grande. En el otro extremo estaría la lotería convencional, no menos perniciosa, pero sin artimañas que no dejan tiempo para pensar o que ofrecen informaciones engañosas.

Desde una lectura accesible Navas y Perales analizan los mecanismos de los juegos de azar: «No se pueden prohibir, pero debería regularse cómo se diseñan porque se hace de forma muy tramposa. Es potencialmente más adictivo el póker turbo, por ejemplo, o las apuestas deportivas que se aplican a cada acción y no solo al final de un partido, porque exige apostar a toda velocidad. También los casinos que aluden a los números cálidos o fríos, siendo la probabilidad la misma en cada tirada. O las tragaperras que te alientan por recibir 0,80 euros de una apuesta de 1 euro, cuando en realidad no ganas», resume el profesor de la Universidad Complutense.

Otras medidas orientadas a reducir su acción pasan por eliminar luces y músicas de las tragaperras cuando no se usan o que tengan que pasar 48 horas para ampliar el saldo a gastar en un juego online.
También es importante conocer los indicadores de riesgo que pasan por hacer cada vez apuestas de más riesgo. Y desde fuera, notar que la persona jugadora abandona sus actividades diarias, oculta las cantidades que juega o el tiempo invertido. «Normalmente deseamos aquello que nos produce algún tipo de placer, pero la adicción se caracteriza por un deseo desproporcionado por algo que ha perdido el poder de hacernos sentir bien», advierten los autores mientras recuerdan que en el juego «los riesgos son mucho más altos que las ganancias». 
Navas presenta Trampas esta tarde en Espacio Tangente junto a la también profesora Elvira Agüeira (a las 19:30 h).