Son revelación, fuerza e inspiración. Burgaleses arraigados con base en Gamonal. Se conocieron como músicos en Salamanca y desde entonces todo ha sido volar. Tocaron el cielo en Madrid acompañando a La M.O.D.A. antes de su concierto en el WiZink Center en noviembre del año pasado, pero tienen los pies en la tierra. Al final es de donde mana su música. Se podría catalogar de folk, pero no renuncian a nada. Hoy tocan en el Hospital del Rey con las entradas ya agotadas. Burgos no les falla. Ya se lo demostró en el Teatro Principal y ahora se vuelven a volcar. El Nido tiene algo que engancha.
De la mano de Diego Galaz, productor de su segundo álbum, han encontrado su sitio en la música. Llegan a decir de él que es una enciclopedia abierta, con una visión única que además sabe y le gusta compartir. Lo ha dado todo con ellos. La música burgalesa se compromete con los suyos para darles un impulso. El mismo que les ha brindado David Ruiz colaborando en uno de los temas más exitosos de su último trabajo, Refugios a cielo abierto, que cuenta con la contribución de artistas como TéCanela o los también burgaleses Grupo Orégano. Estos últimos han sido una de las referencias más básicas y una fuente para dar de beber a sus composiciones.
Cuando les preguntas por sus referentes musicales no son capaces de quedarse con uno. Como melómanos enamorados de la música son capaces de fluctuar entre todos los estilos. Al final cada uno te puede dejar caer una idea y de todos en general se puede aprender. De Rosalía a Berri Txarrak pasando por El Naan o llegando hasta Vetusta Morla.
Precisamente este último grupo pertenece a esa escisión dentro de la música española que ha querido rebuscar en sus raíces para encontrar la inspiración. Porque el folclore nunca muere. Siempre se reinventa. Porque viene para recordarnos quiénes somos y de dónde venimos, algo que deberíamos tener presente a cada paso para saber hacia dónde queremos ir.
Los integrantes de El Nido lo tienen claro. Vienen de hacer 39 conciertos en esta gira y no terminan de creerse lo que ven. Se sorprenden de que vayan a una ciudad desconocida y que haya gente que compre una entrada para verles. Pero al final Valladolid, Cáceres o Santander ya se han rendido a sus pies. Dicen que aquel concierto en el que fueron teloneros de sus coterráneos en Madrid fue uno de los mejores momentos de su vida. El salto del salón de su casa a verse en uno de los escenarios más míticos de la música nacional dicen que es una segregación de adrenalina constante. Un subidón increíble. Que en 2018 ni siquiera se habían decidido a componer.
Y hasta ahora. Vuelta a casa. Con las ganas de volver a disfrutar. De agradar. De convencer e ilusionar a su ciudad. Tienen preparada alguna sorpresa para su actuación de esta tarde. En un ambiente perfecto para relajarse y dejarse llevar. Porque ellos con instrumentos son capaces de crear atmósferas y emocionar. Porque ellos son la música que bebe, crece y triunfa en el corazón de nuestra ciudad.