Ya están tardando los directivos de Netflix o de cualquier otra plataforma audiovisual en producir una serie sobre lo que ha ocurrido en la política española desde 2017 hasta ahora. De forma altruista y desinteresada les aporto el principio y el final. En la primera escena, la cámara se acerca por la espalda a un hombre de mediana edad, con el pelo parecido al mocho de una fregona, que desde una terraza ve acercarse un crucero decorado con la imagen de un inmenso Piolín, al puerto de Barcelona. En la última secuencia del culebrón, ese mismo personaje cruza andando la frontera en La Junquera y a pie, entre fieles que le corean y le abrazan, llega caminando, cual mesías, hasta el palacio de la Generalitat en la ciudad Condal, donde es coronado. 

A estas alturas de columna habrán deducido que el protagonista está inspirado en la figura de Puigdemont, el verdadero hacedor de las andanzas de la política patria desde el referéndum independentista del 1-0. Todo lo que ha pasado a partir de entonces ha tenido que ver con sus ocurrencias. Cataluña y sus circunstancias ha marcado y, por lo escrutado el 23 J, va a marcar el futuro de este país. Las risas de Carles en su retiro de Waterloo el pasado domingo, tras conocer los designios de las urnas se han tenido que escuchar hasta en Gerona. Salvo sorpresa de última hora, será él quien decida el gobierno de España. Ni en sus sueños más húmedos se podía imaginar un escenario semejante. El independentismo y su partido pierden fuelle pero acaba teniendo todo el poder. Hay que reconocer que la trama es difícilmente mejorable. Y después de todo lo visto y lo que aún queda por ver, la serie da para varias temporadas. 

Lo que no tengo claro es el título. Uno de mis favoritos es Atrapado en el tiempo. Ya sé que es un plagio, pero es donde parece que se ha quedado este país desde el 1/10/2017.