Los gestores de los centros sanitarios de la provincia encaran otro año complicado en lo que a las plantillas facultativas se refiere, ya que el 2023 va a cerrar con un nuevo récord de jubilaciones en la provincia. De hecho, para estas fechas ya constan 57 retiros en el Colegio de Médicos (Combu), donde las cifras no sorprenden porque llevan lustros advirtiendo de que esta situación se iba a producir y, a la vez, de que no se estaba planificando un relevo adecuado. Ni en cuanto a cifras ni a especialidades.
«No hay reposición», afirma el presidente del Combu, Joaquín Fernández de Valderrama, lamentando que los diferentes estudios de demografía profesional liderados por la Organización Médica Colegial no se tuvieron en cuenta hasta que el grueso del problema estaba encima.
Así, en 2020, cuando ya se encadenaban años con más jubilaciones que incorporaciones, se pusieron las primeras medidas para frenar la pérdida de galenos y se aprobó una convocatoria histórica de plazas de médico interno residente (MIR). En el caso concreto de Burgos, esta decisión de emergencia conlleva que, en teoría, el año que viene saldrán de los centros sanitarios de la provincia 78 médicos con capacidad legal para incorporarse de inmediato al mercado como especialistas. A priori, las estimaciones que manejan los sindicatos y el Combu indican que esta cifra superará por fin a la de jubilados, pero eso no significa que el déficit de profesionales se vaya a paliar de inmediato. Primero, porque hasta otoño no podrán ejercer como especialistas y, segundo, porque hay que conseguir que firmen contrato en Burgos.
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