Diario de Burgos

El verano en un pentagrama

M.D.P. / Burgos
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La tercera edición de la Escuela Musical de Verano de Burgos arranca en el antiguo monasterio de las Bernardas con el objetivo de «cubrir un vacío educativo que existe en la ciudad durante las vacaciones en esta disciplina»

Los más pequeños se reúnen frente al piano y entonan una canción guiados por su profesor en la sede de la Escuela de Música en Bernardas. - Foto: I.López

Entre el bullicio de la ciudad, en un lugar mágico y enigmático como es el antiguo convento de las Bernardas, los sonidos se entrelazan en perfecta armonía y los talentos musicales de los más pequeños encuentran su refugio de verano. Los niños, que se sumergen en un océano de sonidos y ritmos, aprovechan cada oportunidad para desatar su imaginación y expresar sus emociones de mano de auténticos profesionales de la escena musical. 

Como desde hace tres veranos, la Escuela Municipal de Música 'Antonio Cabezón' se convierte en el lugar donde decenas de niños disfrutan de todo tipo de juegos y actividades de 9:30 de la mañana a dos de la tarde. Como viene siendo tradición, la escuela ofrece a los pequeños melodistas todo tipo de talleres en un espacio equipado con aulas, instrumentos y un maravilloso auditorio, para que sean ellos mismos quienes descubran los secretos de los sonidos y las danzas que les acompañarán en los próximos días. 

Con estas actividades, la escuela busca cubrir el vacío educativo que existe a nivel local en cuanto a la música, pues la oferta de actividades de calidad para niños sin experiencia previa es muy escasa durante el verano. «Hay otras ofertas orientadas hacia el inglés u otras actividades de ocio, pero a nivel musical no existe nada como lo que ofrecemos», explicaba Pablo Abad, director de la escuela. «La idea es que conozcan el mundo de la música con otros niños que tengan esa misma inquietud y darles la posibilidad de que descubran los instrumentos in situ», añade.

Durante estas semanas, los pequeños se encuentran agrupados en función de sus necesidades y preferencias y pasan la mañana probando diferentes instrumentos o aprendiendo nuevas coreografías, en función de la temática que corresponda durante esa semana.  Desde este lunes, los potentes sonidos africanos se han mezclado con las delicadas melodías asiáticas para brindar a los menores un viaje por los ritmos de los distintos continentes a cuenta del Festival Internacional de Folclore. «Queremos que tengan esa conciencia de la música de diferentes culturas y diferentes países, para que también se enriquezcan a nivel cultural», comenta Pablo Abad. Además, cuentan con un descanso de media hora donde pueden almorzar y jugar, para así poder seguir reforzando el vínculo con sus nuevos amigos.

De esta manera, el proyecto, que nació en 2020 siendo un auténtico éxito, continúa con el objetivo de acercar la música a más y más chavales. El hecho de que se oriente a niños sin conocimiento previo llama la atención de numerosas familias que durante el curso no barajaban la música como extra escolar. De hecho, aproximadamente el 30% de los pequeños que acuden a las actividades estivales se animan a continuar su formación durante el curso académico, desarrollando una nueva afición que enciende la chispa de su creatividad y y les abre las puertas hacia una nueva pasión. Por otra parte, estos talleres ofrecen a los padres un espacio de confianza donde sus hijos pueden enriquecerse mientras se lleva a cabo  la conciliación familiar.

Actualmente las inscripciones para la tercera y cuarta semana de julio continúan abiertas y existe posibilidad de ampliar grupos si estas se completa.

El precio de las actividades es de 80 euros por persona durante toda la semana y la matriculación en el curso se puede hacer vía online en escuelamusicaburgos.com. Aún quedan plazas vacantes.