Diario de Burgos

Del chiscón a la Policía del siglo XXI

I.M.L. / Aranda
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El cuerpo de seguridad local en Aranda de Duero acumula un siglo de historia, en el que ha pasado de tener un puñado de agentes 'populares' a una plantilla profesional con la última tecnología

La primera plantilla de este cuerpo de seguridad, con el famoso Lolo de la copla, el primero por la izquierda. - Foto: DB

El llamar 'guardia'  a los agentes de la Policía Local en Aranda sigue aún en el habla de la calle. Una herencia de antes de la creación de este cuerpo, que cumple un siglo este año. Hasta 1924, era la Guardia Civil la que velaba por la seguridad en la capital ribereña, pero el Estatuto Municipal de Calvo Sotelo abrió la posibilidad de que los municipios del tamaño de Aranda tuvieron su policía urbana propia.

Aquellos primeros agentes eran vecinos de a pie, formados para cumplir sus funciones, pero conocidos por todos los vecinos, lo que les hacía cercanos y, en ocasiones, les restaba autoridad. «Al principio, la policía municipal estaba formada por hombres que eran naturales de Aranda, muy conocidos de la población que entonces era de unos 7.000 habitantes, y cada uno de los guardias disfrutaba de su apodo, al igual que el resto de los vecinos», rememora Pedro Miguel, descendiente de uno de los primeros agentes en vestir este uniforme. 

El avance de los tiempos se ha dejado notar en la relación de la población con estos agentes, en el trato del día a día y la forma de relacionarse con los uniformados. «En esta nueva hornada, además de estar más preparado que los de entonces, despiertan más respeto porque no son conocidos», añade Javier Rojas, el nieto del Lolo, uno de esos pioneros en la seguridad local arandina, que aparece junto a sus compañeros en una letra del Cancionero Arandino.

Esos cambios también se han reflejado en detalles materiales, como los cambios de sede, pasando del chiscón o calabozos de los bajos de la Casa Consistorial a la moderna sede estrenada el año pasado; el incremento de plantilla en paralelo al de la población; y la mejora de los medios técnicos de los que disponen los agentes para su labor. Hay estampas propias de la retina histórica de Aranda que desaparecieron con estos avances.

Para paliar los impresionantes atascos que provocaba el paso de la N-I por el centro de la ciudad, «en 1957 se creó el cuerpo de Agentes de Circulación, primero con cuatro guardias, los señores Ribate, Martos, Angulo y Miguel, que se colocaban en los cruces del Arco Isilla y de La Cadena», especifica Miguel, nieto de uno de estos agentes. A estos policías se les llamaba «los del gorro blanco» o, con más retranca, «los del orinal» por su vestimenta. «El día de Nochebuena, las casas comerciales, las empresas y los bares de Aranda les dejaban el aguinaldo a sus pies; resultaba un hecho curioso, pues el guardia dirigía el tráfico rodeado de turrón, mazapanes, botellas de vino...», relata Miguel. La labor de dirigir el tráfico en los cruces desapareció en 1981, cuando entró en servicio el desvío.

Las actualizaciones de esta policía municipal no llegaron pronto. Hasta el último tercio del siglo XX no llegó el primer coche, seguido de una moto que «dada la vestimenta y el casco del guardia que lo llevaba, se le conocía como al personaje de dibujos animados, la Hormiga Atómica», siguiendo la tradición de poner motes a todo.

Este cuerpo es el pilar de la seguridad en la ciudad y ha evolucionado con su sociedad, dando respuesta a sus necesidades y aprovechando los avances técnicos para mejorar su servicio a la población. Una labor que los vecinos deberían reconocer, agradecer y respetar.

Una policía que forma parte del acervo popular
Más allá de su labor en pos de la seguridad de arandinos y viajeros de paso, los agentes de la Policía Local siempre han formado parte del paisaje arandino. Una presencia continua que ha propiciado que estén presentes en detalles culturales propios de la idiosincrasia local. 

Copla propia. En el Cancionero Arandino tienen una letra propia con la primera plantilla. «Mira, mira el Lolo, mira, mira el Cabo, mira el Tartabica, Cabillo y Santiago. Mira, mira el Negro, Tariti también, mira el Vinagrero y el jefe José», reza el estribillo.

Reclamo publicitario. Uno de los bares del Arco Isilla, donde se ponía un guardia a dirigir el tráfico, hay un muñeco de uniforme que ordena «Alto y a beber».