Domingo. Hoy toca clase de pintura y Mari Cruz y Alicia se preparan para acudir al taller municipal. Hasta hace unos días las obras que realizaron el pasado curso permanecieron expuestas sobre caballetes pero con la llegada de septiembre toca reinventarse. Ramón Miranda, un vasco que aterrizó en el pueblo hace ya unos años, espera a sus alumnas para comenzar la lección. «Hemos aprendido tanto con él que nos ha permitido colaborar en el diseño del mural de las escaleras de la iglesia. Nosotras pintamos las mariposas», comenta el dúo de octogenarias. Pero esto es solo un pequeño avance de todo lo que han venido realizando este último año y todo lo que les espera a partir de ya.
La semana pasada, ocho mujeres y el incombustible Ramón representaron la obra teatral Chapuzas a tutiplén, que logró tal éxito que tuvieron que convocar un segundo pase por la tarde. Esta semana se la han tomado de vacaciones pero a partir de la que viene el artífice de la gran parte de la agenda cultural de la localidad las reunirá en el local de ensayo con el fin de plantear temas. «Nadie es director, ni guionista, aquí nos ocupamos todos de todo», aclara el impulsor de la agrupación de teatro. Además de las dos pintoras, que aseguran no sentir vértigo a la hora de aprenderse el texto, en la última función participaron María del Carmen, Teresa, Blanqui (mujer de Ramón que imparte clases de pilates los viernes y sábados), Loli, Martina y Esther, que exclama entre risas que «este señor nos tiene machacadas todo el año». El elenco de actrices aumentara próximamente con la llegada de nuevas interesadas en participar en el jolgorio. «Los hombres nada, solo les gusta jugar a las cartas. No saben lo que se pierden», comentan entre gritos.
A pesar del poco tiempo que queda libre también sacan unas horas para cantar. Estudian canciones y mientras el de Bilbao puntea los acordes con la guitarra española y otras dos le acompañan con la pandereta, el resto entona las letras con sus mejores voces.
Al estar jubilado y con todo el día completo para disfrutar también saca a relucir sus dotes artísticas con el pincel. Gracias a su imaginación y maña las calles de Cameno se han transformado en una auténtica galería de arte al aire libre con una exposición urbana en la que los lienzos penden de los balcones, paredes, y ventanales de viviendas deshabitadas, aunque cada vez son más los vecinos que se apuntan a decorar sus casas con todo tipo de artículos de lo más originales.
Con esta iniciativa cultural, en la que paso a paso colaboran más personas, el autor pretende mantener una muestra de pintura para lograr dar un aspecto más atractivo a los inmuebles deteriorados y además, llevar el arte fuera de sus lugares habituales de exposición y que sea accesible a todo tipo de público. Murales, cuadros, esculturas, espantapájaros… todo lo que se le ocurre lo acaba por plasmar y compartir con los demás. Pero su proyecto artístico no queda aquí. Hace ya cuatro años convirtió una chopera en un pequeño bosque animado al pintar varias figuras plasmadas en los troncos de más de treinta de árboles basándose en la ingeniosa obra del artista Agustín Ibarrola en el Bosque de Oma.
Su mente creativa continúa dando vueltas y buscando otras alternativas para alegrar el día a día de sus alumnas y lograr que el espíritu participativo de Cameno se mantenga más vivo que nunca.