Diario de Burgos

Aureliano se va de 'gincana'

A.C. / Medina de Pomar
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Los vecinos de la urbanización de Villacomparada, casi todos trabajadores jubilados de Garoña, lamentan sus 40 años sin mantenimiento. Uno de ellos, con discapacidad y 88 años, sortea con humor las barreras arquitectónicas

Aureliano García Fernández, sobre su scooter, junto a los vecinos y al presidente de la asociación, Luis Gómez, midiendo la profundidad de un bache. - Foto: A.C.

Aureliano García Fernández cumplirá 88 años en días. Sufre un 54% de discapacidad motora, pero insiste en que «las dificultades tienen que ser muy gordas para que yo me amilane». Por eso, de cuando en cuando se atreve a dar un paseo por la urbanización de Villacomparada de Medina donde reside, a pesar de que su scooter es imposible que circule por las aceras con un mínimo de seguridad y los baches son enormes. Por eso, Aureliano dice con muy buen humor que va por la urbanización «haciendo una gincana» para sortear sus obstáculos.

La empresa propietaria de Santa María de Garoña, Nuclenor, compró los terrenos donde ahora se levantan casi 40 viviendas unifamiliares. Con las aportaciones de los propietarios se urbanizaron y una vez hechas las obras se entregaron las calles al Ayuntamiento medinés para su conservación y mantenimiento en la década de los setenta. Casi 50 años después, los vecinos, en su mayoría trabajadores jubilados de la central nuclear, afirman que el mantenimiento ha sido nulo, a excepción de dos calles asfaltadas, en una de las cuales se producen inundaciones por falta de imbornales que recojan la lluvia.

El propio Aureliano, con una memoria envidiable, recuerda una nevada que obligó a echar más sal de la habitual para que el autobús de Nuclenor pasara por la urbanización a recogerles. Los destrozos siguen ahí, a pesar de que han transcurrido más de 25 años, puesto que él se jubiló  en 1999 y aún estaba en activo. Sus dificultades comienzan ya para salir de su casa. Ha de abrir el portón destinado al coche, porque la estrechez de la acera le impide realizar la maniobra necesaria para salir por la puerta peatonal. Una vez en la calle, continuar por la acera es misión imposible, porque las farolas estrechan muchos tramos o los bordillos y baldosas están levantados. Además, no hay un solo rebaje, salvo los de las salidas de vehículos.

Este agudo y metódico responsable de Mantenimiento de la central nuclear, ha diseñado un plano de la urbanización, donde se puede observar también con claridad la escasez de alumbrado. En algunas de ellas, las farolas se distancian hasta 70 metros y en algunas otras, la corrosión de los báculos es más que llamativa. Tanto es el deterioro que los propios vecinos han hecho apaños en algunos de los pies de las farolas para que no fueran peligrosas y han soldado piezas metálicas. Lamentan también la inseguridad que la falta de iluminación genera y que incluso llevó a un intento fallido de 'okupación'. Junto a ello, este año se han encontrado una semana completa sin alumbrado ante una avería que no se acababa de reparar.

La escasez de mantenimiento que los vecinos denuncian ha llevado a las malas hierbas a crecer en los bordillos de las aceras y a crear amplias grietas y destrozos, que hacen que se revienten . Algunas baldosas también se han levantando y hay tramos de aceras intransitables. Francisco López, ya nonagenario, conserva su movilidad pero si da un paseo por la urbanización se juega un buen susto. Los vecinos caminan por la zona destinada a los vehículos, con el peligro que ello supone. Las aceras en arterias principales, como la que va hacia el pueblo antiguo de Villacomparada, incluso desaparecen y se transforman en una selva.

Aureliano García insiste en que «no necesito que nadie se compadezca, pero me cuesta y me lleva más tiempo desplazarme». En 2012 llegó al Ayuntamiento la primera petición por escrito de los vecinos. En 2015 ya con el nuevo alcalde los escritos acumulados hasta ahora suman un total de quince y ni les responden. Media docena de reuniones con Isaac Angulo, tampoco han servido. En mayo, los vecinos anunciaron medidas de presión, como pancartas, quejas al Procurador del Común o actuaciones en los tribunales que siguen estudiando. En 24 horas los operarios municipales segaron la hierba de la rotonda que da acceso a la urbanización, algo que «antes nunca hacían».

Luis Gómez, presidente de la asociación vecinal, asegura que lleva «muy mal» ver el estado selvático de la calle más cercana a la ribera del río Trueba que incluso sufrió un incendio. Mientras, el alcalde admite que tendrán que esperar y argumenta que las parcelas de la urbanización son muy grandes y sus calles suman 3 kilómetros, por lo que su adecuación podría rondar el medio millón de euros.