Diario de Burgos

Un último adiós a los pisos de las 200 pesetas

G. ARCE / Burgos
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La barriada Zatorre, promovida por el Círculo Católico en los años 50 y que este otoño será parcialmente demolida, es uno de los últimos vestigios de vivienda social en la ciudad previos al Polo de Desarrollo

Detrás del graderío del estadio Zatorre se pueden contemplar las viviendas que serán derruidas este otoño. - Foto: Fede

Este otoño, salvo retrasos de última hora, será demolida una de las manzanas de viviendas de la barriada obrera que se extiende por la calle Andrés Martínez Zatorre y se pondrá fin a un proyecto residencial que atesora muchos recuerdos y valores en su haber. Sus orígenes se remontan a la dura posguerra, a finales de los años 40, a una ciudad de provincias que empezaba a despertar y que, aun sin conocerlo, estaba a las puertas de la gran revolución social y económica impulsada por el Polo de Desarrollo.

Entonces, como ahora, urgía construir «viviendas económicas y baratas para las clases humildes» y en ese objetivo se afanaba el Círculo Católico, que poco después de terminada la Guerra Civil ya manejaba entre sus planes el levantar una barriada obrera en las cercanías del campo de Zatorre, el primer estadio de fútbol de la ciudad.

El primer paso para construir en el solar delimitado entre las calles Molinillo, San José, Padre Salaverri y Andrés Martínez Zatorre se da el 9 de octubre de 1945, cuando se acuerda la construcción de las primeras viviendas. Son 20 y las levanta Luis Olasagasti por 800.000 pesetas. Las llaves se entregaron en octubre de 1947.

Imagen de la manzana de Andrés Martínez Zatorre que será derribada. Imagen de la manzana de Andrés Martínez Zatorre que será derribada. - Foto: Jesús Javier Matías

Un año después, según se refiere en el libro 'El Círculo, un siglo y una década después', obra del periodista y antiguo director de Diario de Burgos, Vicente Ruiz de Mencía, se ponen en marcha otras 71 viviendas que ya se levantan en bloques que incluyen locales comerciales en sus bajos. Suponen un desembolso de 4,3 millones de pesetas de la época y permiten el acceso a la vivienda a una parte de los 2.078 socios con los que contaba entonces el Círculo Católico. Las rentas oscilan entonces entre las 120 y las 250 pesetas.

Estamos en septiembre del 1949, 74 años después el Ayuntamiento ha aprobado la demolición de esta manzana para posterior construcción de 131 pisos de alquiler social.

Pero aquel esfuerzo constructor se quedó corto y en enero de 1952 se aprueba un nuevo proyecto residencial en los suelos donados por la familia Martínez Zatorre.

El contexto de entonces era parecido al actual. El precio del suelo ya era un problema a mediados del pasado siglo. «Es necesaria la construcción de nuevos bloques sobre las casas antiguas familiares, puesto que adquirir nuevos terrenos de construcción supondría pagarlos a elevados precios de ser un tanto céntricos, con la consiguiente repercusión en la renta; y de construir en el extrarradio de la población, se seguirían ocasionando perjuicios notables para los inquilinos por los necesarios desplazamientos al centro de la capital». 

La reflexión es del firmante del proyecto y colaborador de la Constructora Benéfica Valentín Junco Calderón, quien a finales de los 40 visualizaba la situación con estas cuentas: «Un particular no puede construir hoy una vivienda sin señalarle una renta inferior a 200 pesetas (1,2 euros). Si la vivienda ha de tener tres dormitorios (matrimonio, hijos e hijas), cocina y servicio, su construcción cuesta por término medio unas 50.000 pesetas (300 euros)».

La colocación de la primera piedra de la nueva promoción (que ocupa los números del 3 al 11 de Martínez Zatorre, coincide con el 70 aniversario de la fundación del Círculo, en el 53. Según se relata en el libro de Ruiz de Mencía, Cristóbal Espinosa, director gerente de la Caja del Círculo Católico entonces, colocó un ejemplar de Diario de Burgos y varias monedas en un tubo de zinc, que fue depositado junto a la primera piedra de la nueva barriada, bendecida por el vicario general Buenaventura Díez y Díez. 

El proyecto se ejecutó en cuatro fases por parte de la empresa Olasagasti. El precio de construcción de los pisos oscila entre las 45.700 y las 48.000 pesetas, mientras los locales ascienden a 30.591 pesetas.

En 1954 se adjudican las primeras viviendas con unas rentas mensuales de entre 220 y 250 pesetas (1,3 y 1,5 euros, respectivamente). Las 131 que se van a construir se alquilarán a los socios del Círculo a razón de una renta de entre 150 y 350 euros mensuales.

Las llaves de las casas primigenias se entregaron el 31 de octubre de 1954, la Fiesta Universal de Ahorro, donde ya se hablaba de la construcción de la segunda fase con otros 73 pisos. Los construye de nuevo Olasagasti por 5,3 millones de pesetas, el importe más elevado manejado por el Círculo Católico en toda su historia. 

Cuatro años después, tras el derribo de algunas viviendas de planta baja, se completaría la manzana residencial, que terminó de adjudicarse a principios de los 60. «El objeto que se persigue es actuar con equidad y justicia en el reparto, atendiendo a aquellas peticiones que se consideren más necesarias por las condiciones de habitabilidad y problemas de índole familiar».

Polo. La culminación de la barriada de Zatorre coincide con la creación del Polo de Desarrollo. Los pisos están ocupados por familias y el Círculo apura los últimos remates con la creación de un dispensario médico y de una guardería infantil para los hijos de los obreros.

Hubo un último detalle, no menos trascendente: la colocación del busto en homenaje a Andrés Martínez Zatorre y su familia, cuyo extraordinario legado de 138.000 pesetas de entonces y varias fincas, permitió poner en marcha la Constructora Benéfica.