Diario de Burgos

Entre lo sagrado y lo mundano

R.E.C. / Burgos
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Como en la vida, todo tiene su momento y su etapa, y aunque ahora lo vive de otra manera, el presidente del Cabildo, Félix José Castro procura, dentro de los límites del cargo y la responsabilidad que ostenta, disfrutar como un ciudadano más

Entre lo sagrado y lo mundano - Foto: Valdivielso

Patrimonio de la Humanidad desde 1984, la Catedral de Burgos comenzó su construcción un 20 de julio de 1221 de la mano del obispo Mauricio que, respaldado por Fernando III y Beatriz de Suabia para sustituir al templo románico que los vio unirse en matrimonio, puso la primera piedra de una quimera que se convirtió en realidad y que fue creciendo y embelleciéndose durante los siglos siguientes.

Su imagen actual es el resultado armónico de una transición de estilos: del gótico al Renacimiento, con aportaciones del barroco o neoclásicas y hasta del mudéjar, y que se ha mantenido vivo gracias a las sucesivas restauraciones que han devuelto al templo todo su esplendor, permitiendo a burgaleses y turistas de todo el mundo apreciar la Seo como excepcional contenedor histórico y artístico que es. 

Y aunque la Catedral de Burgos atesora una función religiosa prioritaria, tiene una relevancia social a todos los niveles. Por eso se convertirá en estos Sampedros en un punto de encuentro y eje central con un ambiente festivo entorno a la plaza del Rey San Fernando y sus inmediaciones gracias a un constante fluir de gente que se acercará a los diferentes eventos que allí se celebren.

Su guardián, Félix José Castro, quien tiene en el horizonte la conmemoración del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal a Burgos, conoce como la palma de la mano cada detalle del templo gracias a su labor como deán, cargo en el que lleva poco tiempo, desde septiembre de 2022, no así vinculado al Cabildo después de siete años como secretario y vicepresidente. Para él, este será el segundo año que vivirá los Sampedros como presidente de la institución y, a pesar, tal y como asegura, de que las fiestas son días de mucha actividad litúrgica donde los sacerdotes no tienen demasiado tiempo para atender otros aspectos, siempre consigue sacar algo para disfrutar con la familia y amigos de los diferentes espectáculos que se llevan a cabo por las calles de la ciudad. Sin descuidar, eso sí, la recepción de las autoridades y la misa solemne en el Altar Mayor el día grande, el 29 de junio, con «la formalidad, seriedad y el gozo de lo que eso significa».

«Las últimas corporaciones municipales están haciendo un gran esfuerzo por sacar la fiesta a la calle, y es de agradecer, así que lo que tenemos que hacer la ciudadanía es que la calle sea una fiesta. Procuro como los demás, dentro de unos límites por la edad que uno tiene y el cargo y la responsabilidad que ostento, disfrutar de la fiesta, ver a algún artista y concierto, la cabalgata y la bajada de las peñas y salir a tomar algo con la excusa de los fuegos artificiales», afirma el presidente del Cabildo a quien no le molestan las multitudes, más bien todo lo contrario.

Pero al final, con los años, todo tiene su momento, su etapa y circunstancias y tanto el dolor como la alegría en función de la vida se viven de otra manera. Por eso, para Castro hablar de las fiestas es sinónimo de recuerdos de la infancia y eso está vinculado inexorablemente a las barracas de La Quinta «donde nos acercábamos a los caramelos y siempre caía alguno», pero sobre todo al circo que se ubicaba años atrás en la plaza de Santa Teresa y donde llegó a «trabajar». 

«Mi primo y yo nos acercábamos y nos quedábamos mirando los ponis hasta que un día un señor vinculado al espectáculo nos ofreció la oportunidad de traer todos los días agua y paja a los animales y a cambio podíamos llevar a nuestros amigos gratis. Como tu comprenderás, en esa época, con 8 años que tenía, haciendo eso me sentía el rey del barrio. Lo recuerdo muy bien, era muy ilusionante».

Como no podía ser de otra manera, Castro no quiere terminar el relato de sus planes de fiesta sin referirse a la ofrenda floral a Santa María y el Himno a Burgos con el baile de los diferentes grupos de danzas, «quizás sea el momento más bonito.» Tampoco sin desear unas felices fiestas a los burgaleses y a todos aquellos que visiten la ciudad estos días.